Creo,
robándole el título de su archifamosa canción a José Luis Perales, que ha llegado el momento de “ver” el aspecto
físico de Antonio y, para ello, qué mejor que nuestro “amigo” Plutarco que en
su vida de Antonio nos va dando unas pinceladas que lo retratan.
Προσῆν δὲ καὶ μορφῆς ἐλευθέριον ἀξίωμα,
καὶ πώγων τις οὐκ ἀγεννὴς καὶ πλάτος μετώπου καὶ γρυπότης μυκτῆρος ἐδόκει τοῖς
γραφομένοις καὶ πλαττομένοις [4.2] Ἡρακλέους προσώποις ἐμφερὲς ἔχειν τὸ ἀρρενωπόν.
Antonio tenía además
un porte distinguido y la noble prestancia de su barba, su frente ancha y su
nariz aguileña parecían darle a su cara el aspecto viril que tienen las
pinturas y esculturas de Heracles.
Esto
le venía a Antonio que ni pintiparado porque, tal y como nos dice el de
Queronea:
ἦν
δὲ καὶ λόγος παλαιὸς Ἡρακλείδας εἶναι τοὺς Ἀντωνίους, [4.3] ἀπ' Ἄντωνος παιδὸς Ἡρακλέους γεγονότας. καὶ τοῦτον
ᾤετο τὸν λόγον τῇ τε μορφῇ τοῦ σώματος ὥσπερ εἴρηται καὶ τῇ στολῇ βεβαιοῦν· ἀεὶ
γὰρ ὅτε μέλλοι πλείοσιν ὁρᾶσθαι, χιτῶνα εἰς μηρὸν ἔζωστο καὶ μάχαιρα μεγάλη [ παρήρτητο, καὶ σάγος περιέκειτο τῶν στερεῶν
Había también una tradición antigua que
remontaba a Heracles el linaje de los Antonios, descendientes de Antón, hijo de
Heracles, y Antonio creía confirmar esta tradición tanto por el aspecto físico,
según ya se ha dicho, como por su manera de vestir pues, siempre que debía
verse ante la gente, se ceñía la túnica al muslo, se colgaba una gran espada y
se cubría con un grueso capote.
Pero
es que además de esto, parece ser que Antonio no se cortaba en público ni un
pelo:
οὐ
μὴν ἀλλὰ καὶ τὰ τοῖς ἄλλοις φορτικὰ δοκοῦντα, μεγαλαυχία καὶ σκῶμμα καὶ κώθων ἐμφανὴς
καὶ καθίσαι παρὰ τὸν ἐσθίοντα καὶ φαγεῖν ἐπιστάντα τραπέζῃ στρατιωτικῇ, θαυμαστὸν
ὅσον εὐνοίας καὶ πόθου πρὸς αὐτὸν ἐνεποίει τοῖς στρατιώταις.
Sorprende
el modo en que, incluso las cosas que para otros eran vulgares, como su burlona
jactancia y su costumbre de beber en público y sentarse a la mesa o comer
puesto en pie con la tropa, les producían a los soldados simpatía y aprecio por
él.
A
mí, qué queréis que os diga, me recuerda al Miles Gloriosus de Plauto, el
soldado fanfarrón que tanto vuelo ha tenido en la literatura universal como
arquetipo del militar que acaba cargando con sus bravatas. Y me reservo lo mejor
para la entrada próxima.
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