miércoles, 30 de agosto de 2023

CORIOLANO

 

¡Qué historia más triste la de Cayo Marcio Coriolano! Era de la gens Marcia y había sometido a los volscos, pero su comportamiento con la plebe, que hacía poco que habían conseguido su tribuno propio, el conocido como tribuno de la plebe, un antecedente de nuestro defensor del pueblo, fue despótico y cargado de desprecio. Debía su cognomen a la toma de la ciudad volsca de Corioli y era tenido por un héroe, pero tuvo la terrible idea de prohibir el reparto de trigo a la plebe, acción temeraria y desafortunada que provocó su destierro. Entonces Coriolano se refugió en tierras volscas y, lleno de ira, se levantó contra Roma acaudillando un ejército volsco con el que llegó a las mismas puertas de Roma. Sin embargo, su madre, Vituria, y su mujer, Volumnia, le convencieron para que se retirara y no atacara su propia patria. Entre su madre y su mujer lo convencieron (no voy a repetir aquello que pueden más dos tetas que dos carretas) y Coriolano se volvió al territorio volsco. Pero tampoco pudo vivir en paz pues algunos volscos, que estaban cansados y le tenían envidia por lo bien que hacía su trabajo, consiguieron que se le condenara a muerte y Aufidio decretó su lapidación inmediata y sin ni siquiera escuchar la sentencia no fuera a ser que se pasara a los romanos de nuevo y les diera algún disgustillo.

         Con Temístocles, coetáneo de Coriolano y salvador de Atenas en Salamina,  pasó algo parecido. Exiliado de Atenas,  se marchó a la casa de Admeto de Epiro, rey de Molosia, que era su enemigo, pero Temístocles s disfrazó de mendigo y pudo parlamentar con él. Hay que decir en su descargo que Temístocles jamás marchó contra Atenas.

         El asunto de Coriolano ha dado  juego literario empezando por el ya mencionado Plutarco y siguiendo por  Shakesperae que le dedicó una tragedia de igual nombre para la que siguió, como suele ser habitual en el inglés “nuestras” Vidas paralelas de Plutarco ( digo nuestras por lo mucho que las hemos citado y usado durante este verano). Me gusta la visión del escritor inglés pues resalta que, tanto en Roma, como en tierras de los volscos, Coriolano no supo conservar el punto medio y exageró su celo hasta tal punto que se hizo odioso para un bando y para el otro. 

            Vamos que lo del Μηδὲν άγαν ne quid nimis parece que no iba con él. No me quedaría a gusto si no os digo que Beethoven compuso una obertura para la obra de igual título de Heinrich Joseph von Collin, secretario áulico del emperador de Austria, pero no para la de Shakespeare (como a veces se cree sin fundamento) que es la que ha transcendido, quedando la de Collin en el más sonoro silencio y olvido, tan sólo recordada porque el “sordo genial”, como le llamaba Fernando Argenta, le escribió la obertura Op. 62. Estas cosas, la verdad, suelen pasar en la vida. ¡Qué le vamos a hacer!

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario