miércoles, 9 de agosto de 2023

LA VERBENA DE LA PALOMA Y EL CAMBIO CLIMÁTICO

 

Seguro que sabéis que La Verbena de la Paloma es una zarzuela de Chapí ambientada en las fiestas de la Virgen de la Paloma que, como hasta el alcalde Almeida, exalumno mío en Retamar, sabe, son a mediados de este mes de agosto. No voy a descubriros la chispa y la sal que tiene la zarzuela en cuestión, pero quiero parar mientes en un fragmento en el que los vecinos están en el patio de la corrala en una noche de mitad de agosto en Madrid y el portero le dice a la portera:

PORTERO

¡El niño está dormido;

acuéstale, mujer.

 

PORTERA

Si hace un calor arriba

que sale fuego

de la pared.

Vamos, hermoso, vamos.

 

         Ricardo de la Vega, libretista de la obra,  recoge muy bien ese ambiente castizo madrileño y recoge también de manera muy acertada el terrible calor que convierte la noche madrileña en un hornito ( no digo hornazo porque eso es otra cosa muy salmantina, por cierto).

         Mi abuela Patro, que tanto ha salido, sale y, Deo volente, saldrá en este blog, contaba que en su casa de la calle del Castillo, 8, en el corazón de Chamberí, había días que tenían que sacar los colchones a una terraza que tenía la casa porque, si no, no había manera de dormir y que, para que el botijo ( no había ni frigoríficos ni Aqua Service que les valiera) se enfriara, lo ponían a enfrescar con la poquita corriente que se formaba en el pasillo. Vamos, que calor, en España, ha hecho siempre, pero no lo llamaban “olas de calor”, sino calor. Antonio Burgos, el gran Antonio Burgos, tan denostado por ser de derechas, decía que la gente, en Sevilla, tenían que sacar los colchones a los balcones porque, en la capital hispalense, en plena canícula, no había cristiano que pudiera descabezar un sueño en condiciones. Mi abuelo Luis contaba que los segadores se acostaban a echar la siesta y que, como lo hacían en los mismos trigales que estaban segando, era tanto el sudor que, tras levantarse de la almohada que se hacían con unas gavillas en pleno campo, se tenían que quitar el barro que tenían en el cogote unos a otros con el mango de un hocino.

         Todo esto viene porque ya carga – y mucho - , lo de las olas de calor, lo de las anomalías térmicas y lo de las máximas y records históricos. En las dos mesetas y en Andalucía, ha hecho, desde que el mundo es mundo, unos veranos tórridos como corresponde a un clima mediterráneo con algunos “toques “de continental al estar la mayoría de estas tierras alejadas del mar. En Laguna de Duero, sin ir más lejos, los agricultores se iban a pasar la noche al melonar, en parte para que no les robaran los melones (había hambre en ese pueblo entonces, ciudad ahora,  en donde,  en estos tiempos que corren, circulan más Teslas y Mercedes que en Hollywood), en parte por el calor que hacía en las casas y eso que eran de adobe, el único material capaz de dar frescura en esta tierra desértica.

         ¿Estoy negando el cambio climático? No, estoy diciendo que calor ha hecho siempre. Entonces, ¿no es cierto lo del cambio climático? Os lo cuento en el próximo entrada. 

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