Seguro que sabéis que La Verbena de la Paloma es una zarzuela de Chapí ambientada en las fiestas de la Virgen de la Paloma que, como hasta el alcalde Almeida, exalumno mío en Retamar, sabe, son a mediados de este mes de agosto. No voy a descubriros la chispa y la sal que tiene la zarzuela en cuestión, pero quiero parar mientes en un fragmento en el que los vecinos están en el patio de la corrala en una noche de mitad de agosto en Madrid y el portero le dice a la portera:
PORTERO
¡El
niño está dormido;
acuéstale,
mujer.
PORTERA
Si
hace un calor arriba
que
sale fuego
de
la pared.
Vamos,
hermoso, vamos.
Ricardo de la Vega, libretista de la
obra, recoge muy bien ese ambiente
castizo madrileño y recoge también de manera muy acertada el terrible calor que
convierte la noche madrileña en un hornito ( no digo hornazo porque eso es otra
cosa muy salmantina, por cierto).
Mi abuela Patro, que tanto ha salido,
sale y, Deo volente, saldrá en este blog, contaba que en su casa de la calle
del Castillo, 8, en el corazón de Chamberí, había días que tenían que sacar los
colchones a una terraza que tenía la casa porque, si no, no había manera de
dormir y que, para que el botijo ( no había ni frigoríficos ni Aqua Service que
les valiera) se enfriara, lo ponían a enfrescar con la poquita corriente que se
formaba en el pasillo. Vamos, que calor, en España, ha hecho siempre, pero no
lo llamaban “olas de calor”, sino calor. Antonio Burgos, el gran Antonio
Burgos, tan denostado por ser de derechas, decía que la gente, en Sevilla,
tenían que sacar los colchones a los balcones porque, en la capital hispalense,
en plena canícula, no había cristiano que pudiera descabezar un sueño en condiciones.
Mi abuelo Luis contaba que los segadores se acostaban a echar la siesta y que,
como lo hacían en los mismos trigales que estaban segando, era tanto el sudor
que, tras levantarse de la almohada que se hacían con unas gavillas en pleno
campo, se tenían que quitar el barro que tenían en el cogote unos a otros con el
mango de un hocino.
Todo esto viene porque ya carga – y mucho
- , lo de las olas de calor, lo de las anomalías térmicas y lo de las máximas y
records históricos. En las dos mesetas y en Andalucía, ha hecho, desde que el
mundo es mundo, unos veranos tórridos como corresponde a un clima mediterráneo
con algunos “toques “de continental al estar la mayoría de estas tierras alejadas
del mar. En Laguna de Duero, sin ir más lejos, los agricultores se iban a pasar
la noche al melonar, en parte para que no les robaran los melones (había hambre
en ese pueblo entonces, ciudad ahora, en
donde, en estos tiempos que corren,
circulan más Teslas y Mercedes que en Hollywood), en parte por el calor que
hacía en las casas y eso que eran de adobe, el único material capaz de dar
frescura en esta tierra desértica.
¿Estoy negando el cambio climático? No, estoy diciendo que calor ha hecho siempre. Entonces, ¿no es cierto lo del cambio climático? Os lo cuento en el próximo entrada.
La música de la Verbena es de Tomás Bretón, no de Ruperto Chapí.
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