domingo, 6 de septiembre de 2015

EL DOCTOR ARROWSMITH









              Cuando empecé a leer este novelón de Sinclair Lewis, del que hace ya años había leído una novela que me impresionó mucho, Calle Mayor, me entró en el cuerpo una especie de corriente eléctrica que no me abandonó hasta que llegué al punto final del relato. Desde que Martin Arrowsmith ayuda al médico de su pueblo hasta su casi testaruda profundización en su vocación, la novela no te “deja dejarla”.  Sinceramente, me creía que Martin iba a terminar siendo un médico más “novelesco”, entregado a los más pobres, pero Martin – y no quiero desvelar el final- es fiel a una vocación también heroica, pero menos novelesca porque el estar en un laboratorio no es tan “lucido” como curar a enfermos en algún barrio marginal de Chicago. Por la novela – grande en tamaño y en calidad- pasan todo tipo de médicos: desde Almus, el médico . político que terminará de congresista en Washigton hasta el “puro” Max Gottlieb, la gran referencia vital para Martin. También los médicos de lujo, los curapupas con clínica propia y Rolls de contabando (Serrat dixit) y los médicos rurales. Lewis analiza con calma la vida de Martin y de los que lo rodean. Ahí está Leora, esa gran mujer que está, perdón pido a las feministas, por decisión propia apoyando a ese gran hombre que es su marido. Una grandísima novela para el verano que es cuando leo estos poids lourds tal y como hacía Fernando Savater que se dejaba con gozo para el verano los ejemplares de tomos más gruesos. Lo malo es que durante el año sigo con los pesos pesados y la mochila me carga la espalda y al final, la visita a la fisio es obligada. Leer también tiene sus riesgos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario