viernes, 30 de noviembre de 2012

UDAZKEN KOLORETAN
         Por desgracia, en España, las palabras que más nos suenan en Euskera son esas barbaridades que algunos descerebrados profieren como si dispararan. No las voy a repetir por no hacerles una propaganda innecesaria.  Sin embargo, el vasco es un idioma en el que se pueden decir cosas muy hermosas. Si hay alguno que lo duda (que seguro que lo hay porque también hay separatistas de España), que se lea este hermoso poema de Benito Lertxundi que él mismo musicó. Va con la letra en vascuence y en castellano.


UDAZKEN KOLORETAN

Udazken koloretan,
landen lurrinak
zeharkatuz,
hitaz oroit
eta higan nauk.

Zuhaitz biluziaren
gerizpean orpondoa,
orbelaren hilobi,
horiz eta gorriz
dena lokarturik,
dena lokarturik.
Eskuratu hostoa
xume bezain eder,
hain soila bere heriotzean,
zuhaitz guztiaren
bizkortasunez hain betea,
non erortze honen duintasunak
hiri kantatzera naraman.

Berriro zuhaitzari
so natzaiok, kezkaturik ote?...
joate askearen oparotasunean,
betikotasunaren irria zirudik.
irria zirudik.
Gatibu naukan denborak,
bere baitan egositako
ametsetaz isekaz
bailegoan.

Udazken koloretan,
landen lurrinak zeharkatuz,
hitaz oroit eta higan nauk,
hain soil hire heriotzean,
hain xume, adiorik gabeko
partitzean.



EN LOS COLORES DEL OTOÑO

En los colores del otoño,
atravesando los perfumes
de los campos
evocándote,
estoy en ti.

A la sombra del árbol desnudo
amarillenta y rojiza,
yace la hojarasca;
todo duerme.
Recojo una hoja,
es tan simple como bella,
tan sencilla al morir,
parece aún poseer
toda la vitalidad del árbol.
Tanta dignidad al caer
me impulsa a cantarte.



De nuevo, contemplo el árbol;
¿estará preocupado?
Se diría que dibuja la sonrisa
de la eternidad,
en la bondad de su libre transcurrir
y parece burlarse de los sueños
cultivados en las entrañas
del tiempo que me esclaviza.



En los colores del otoño,
atravesando los perfumes los campos,
evocándote, estoy en ti,
tan sencillo al morir,
tan simple al irte sin un adiós.


LAS FILÍPICAS DE DEMÓSTENES




SI DEMÓSTENES LO DIXO, ES COSA VERDADER
         Os traigo hasta este vuestro blog este fragmento de la primera filípica de Demóstenes. ¿Quién dice que los clásicos están pasados de moda? ¿No será que a los políticos no les interesa que se les lea porque les ponen en evidencia? Ahí os dejo las palabras del orador atenienses para que os aprovechen y me comentéis.
“La primera obligación vuestra es, Atenienses, no desalentaros por lo que está ocurriendo, aunque la situación se os antoje desesperada, porque a veces la solución más descabellada en el pasado es la más acertada de cara al futuro. Y ¿por qué? Sencillamente, la política va mal, porque no se ha cumplido en absoluto con el deber; ahora bien, si la situación estuviera así de mal tras una actuación adecuada, entonces  no habría ya ni esperanza de que mejorara”
Traducción de Valentín Conejero Ciriza  

martes, 27 de noviembre de 2012

APUNTES DE LA CASA MUERTA
         “En una ocasión se me ocurrió que para machacar a un hombre y destruirlo completamente, aplicándole el más horrible de los castigos, de modo que hasta el asesino más bestial temblase al pensar en él y se amedrentase de antemano, bastaría de hacer del trabajo una cosa inútil y sin sentido”
         Desconozco si César Coll y Álvaro Marchesi leyeron a Dostoyevski antes de redactar la LOGSE, pero, tras casi dieciséis años como profesor en ese sistema educativo que aquella ley planteaba, se me está poniendo complejo de Alexandr Petróvich, el protagonista de la novela cuyo título figura al frente de estos disparatados pensamientos, pero con una diferencia: él pudo decir adió a la casa muerta y decir al final del libro: “¡Sí, adiós!¡Libertad, vida nueva, resurrección de entre los muertos! ¡Qué instante tan sublime!”
         A los pobres profesores de Secundaria (antes Bachillerato) ya no nos queda ni la resurrección de entre los muertos ni el instante sublime de la libertad. Nadie nos va a quitar los grilletes ni nos vamos a asombrar de haberlos llevado en los pies durante tantos años. Y de nada vale la queja o la reclamación pues, como bien cuenta Alexandr Petróvich, “limitábanse, como antes, a mortificarnos cuando se les presentaba la ocasión”.
        

sábado, 24 de noviembre de 2012

ANA HATHERLY



ANA HATHERLY
         No he llegado a conocerla, pero tengo sus correos corteses de gran señora. Estuvimos a punto de publicar su libro O pavão negro, pero de nuevo el destino en forma de editores poco sensibles se interpuso entre nosotros. Le gustó que yo usara la palabra pavón que me sonaba por los poetas del Siglo de Oro y a mí me gustó su poesía muy vinculada con la imagen. Me la había dado a conocer Casilda García Archilla y el estilo de esta dama portuguesa me gustó desde el principio. ¡Qué lástima que sus poemas traducidos sigan inéditos en la caverna - memoria de mi ordenador!

EL PAVÓN NEGRO

I

El pavón negro de la escritura
abre un abanico de opciones
exhibe el lujo
de su traje-cárcel

Babel silente
en el vacío de la página
toma el tumulto de la voz
fija el asalto de la mano

Ultima instancia rebelde
es juego
             lucha
                   luto
                          grito callado


II

El agudo grito del pavón
reverbera
y después se pierde en el aire

En la escritura
se vuelve imagen
la imagen que la tinta reproduce
en el asalto del ver – leer

Su seducción
es un punto de partida
hecho de rastros
               restos
                    residuos
un juego de dados


III

El vuelo del pavón
cruza el aire de la página 
y luego se para
posándose en la copa del sentido

Su largo abanico
sólo se abre
              cuando alguien lo ve
               cuando alguien lo quiere

Sólo entonces desdobla
el encanto luminoso
de su frágil misterio

miércoles, 21 de noviembre de 2012






Del maestro Eugénio de Andrade, gran poeta donde los haya, os copio este poema y pergeño una traducción. Es de su libro O outro Nome da Terra, uno de los libros de poesía más hermosos que he leído nunca y dice así:
 
 
COM ESSA NUVEM
Para que estrela estás crescendo,
filho, para que estrela  matutina?
Diz-me, diz-me ao ouvido,
se é tempo ainda,
eu e essa nuvem, essa nuvem alta,
de irnos contigo.
 
CON ESA NUBE
 
¿Para qué estrella estás creciendo,
hijo, para que estrella matutina?
Dime, dime al oído,
si aún hay tiempo
para que yo y esa nube, esa nube alta,
nos vayamos contigo.
 
         Dentro de muy poco, Alma y Mario podrán leer este poema y le dirán a su padre si aún es tiempo de que él y sus nubes – vuestro padre quiso ser en su infancia capitán de nubes – se marchen con vosotros al país mágico de los sueños.

DIVERSOS SÓN ELS HOMES I DIVERSES LES PARLES.

DIVERSOS SÓN ELS HOMES I DIVERSES LES PARLES.

         ¿Habrá leído este poema don Artur Mas? ¿Habrá reflexionado que, pese a tantas disputas, pese a tantas faltas de entendimiento por una parte y por la otra, pese a tantas equivocaciones también por ambas partes, al final, hemos convenido, desde hace muchos siglos, a un solo amor? ¿Se habrá parado a pensar que ninguna de las dos partes deben vivir sin la otra? Ya sé que los políticos leen poco y menos aún poesía, pero este poema de Salvador Espriu se lo tendrían que leer Mas y otros como él. Y ,si no lo entienden ¡que lo copien cien veces, collons!


Diversos són els homes i diverses les parles,
i han convingut molts noms a un sol amor.

La vella i fràgil plata esdevé tarda
parada en la claror damunt els camps.
La terra, amb paranys de mil fines orelles,
ha captivat els ocells de les cançons de l’aire.


Sí, comprèn-la i fes-la teva, també,
des de les oliveres,
l’alta i senzilla veritat de la presa veu del vent:
«Diverses són les parles i diversos els homes,
i convindran molts noms a un sol amor».


martes, 13 de noviembre de 2012

¡QUÉ MAL HUELEN LOS POBRES!










LÊDO IVO
         De este poeta brasileño no os digo nada. Leed este poema lleno de ironía que he traducido y ya me comentaréis cosas.
Los pobres en la terminal de autobuses
Los pobres viajan. En la estación de autobuses,
alzan los cuellos como gansos para mirar
los letreros de los autocares. Sus miradas
son las de quien teme perder algo:
la maleta que guarda una radio de pilas y un abrigo
que tiene el color del frío en un día sin sueños,
el sándwich de mortadela en el fondo de la mochila,
y el sol de suburbio y polvo más allá de los viaductos.
Entre el rumor de los altavoces y el jadeo de los autobuses,
temen perder su propio viaje
escondido en la niebla de los horarios.
Los que dormitan en los bancos despiertan asustados,
aunque las pesadillas sean un privilegio
de los que abastecen los oídos y el tedio de los psicoanalistas
en consultorios asépticos como el algodón que tapa los poros de la nariz de los muertos.
En las colas los pobres asumen un aire grave
que une temor, impaciencia y sumisión.
¡Qué ridículos son los pobres! ¡Y qué mal huelen incluso a distancia!
Y no tienen educación cívica ni saben comportarse en público.
Con los dedos sucios de nicotina se  restriegan los ojos irritados
que del sueño retuvieron tan sólo una legaña.
Del seno caído y túrgido un hilito de leche
 escurre hacia la pequeña boca habituada al llanto.
Van y vienen por la sala de espera, saltan y aseguran maletas y paquetes,
hacen preguntas inoportunas en las ventanillas, susurran palabras misteriosas
y contemplan las portadas de las revistas con el aire espantado
de quien no sabe el camino del salón de la vida.
¿Por qué ese ir y venir? ¿Y esas ropas estrafalarias,
esos amarillos chillones que duelen a la vista delicada
del viajero obligado a soportar tantos olores incómodos,
y esos rojos contundentes de feria y de parque de atracciones?
Los pobres no saben viajar ni saben vestirse.
Tampoco saben vivir: no tienen idea de la comodidad
aunque algunos de ellos tengan hasta una television.
En verdad, los pobres no saben ni morirse.
(Tienen casi siempre una muerte fea y poco elegante.)
Y en cualquier lugar del mundo molestan,
viajeros inoportunos que ocupan nuestros sitios
aunque nosotros viajemos sentados y ellos viajen de pie.

FERNANDO PINTO DO AMARAL
         De este buen poeta lisboeta también traduje y publiqué un poemario que publicó Paco en Ediciones Sequitur. La verdad es que, mientras duró nuestra “pareja de hecho literaria y editorial”, el amigo Francisco y un servidor publicamos cosas bastante interesantes: António Ramos Rosa, Filipa Leal, Pinto do Amaral y quedó en el tintero Gastão Cruz por razones muy prolijas de contar en este blog. A Gastão ya lo conocéis por los poemas que colgué de él y lo iréis conociendo mejor pues iré publicando alguna cosa más de este gran poeta portugués. Pero a lo que iba.  De Pinto traduje  A luz da madrugada y de este libro os traigo estos tres poemas. Seguro que os van a gustar.
LIBROS

Te despertó de nuevo la soberana
respiración de la lluvia
y acabas de subir una vez más
la escalera de caracol.
En el desván aún oscuro de esa casa
donde pasaste el verano
parecen desde siempre adormecidos:
ocupan las estanterías y a lo largo de los años
invadieron el suelo – silencioso
caos,
frontera de otros mundos que atraviesas
fuera del tiempo que te corresponde
como si ahora te hablaran
millares de voces mudas, cada vez más lejanas
y más cerca de ti.

Sin reparar en el nombre de los autores
-         ya muertos, aún vivos, no interesa –
lees apenas los títulos:
El Silencio y el Miedo, Espejo Ciego,
El Círculo Virtuoso, La Tarde Azul,
Estoy Escribiéndote desde un País Lejano,
A la Orilla del Abismo, Un Perro que Sueña,
Esta Noche se Improvisa,
La Muerte de Virgilio, Finisterra,
Todas las Almas, / Películas Tristes,
El Número de los Vivos, Casas Pardas,
Verdes Amores, Los Días del Abandono,
El Otoño en Pekín, Otoño en Sertã,
Los Principios del Fin, De este Mundo y del Otro,
Los Cuatro Ríos del Paraíso,
Querido Primer Amor, Laboratorio Mágico,
Un Hilo de Humo en los Confines del Mar,
El Otro que Era Yo, La Herida Abierta.

¿Quién conoce el secreto?
¿Quién sabe lo que te dicen esas páginas,
los millones de palabras que proliferan
en el abismo en donde viven?
Por más que lo intentes, no descifrarás
esa floresta de papel impreso,
su olvidado enigma.

Y mientras tanto, si afinas el oído,
te darás cuenta de que hablan aún hoy
de cosas muy simples:


de pasiones más o menos infelices,
de crímenes y castigos, de aventuras
vividas o soñadas por alguien,
de entusiasmos o de melancolías
-         de todo lo que quizás se resuma al final
en la certeza de la muerte
y en la ilusión del amor con que la vencemos.



MENTIRAS

Las de los niños, para no ser castigados;
las de los apasionados de una noche
cuando se prometen un amor eterno;
las de quien todo lo vende, cuerpo y alma,
para subir el precio de esos bienes;
las de los médicos, cuando comprenden
que ya nada es posible;
las de los candidatos a las elecciones;
las de los mejores actores, tan perfectas
que se vuelven verdad;
las de los sacerdotes de todas las iglesias
anunciando la salvación;

las más inofensivas o las más perversas;
las más piadosas o las más crueles;
las que todos descubren de un vistazo;
las que sólo se consiguen detectar
en un momento feroz de lucidez;
las que solamente se dicen por teléfono
cuando falta el valor de una mirada;
las que empiezan por pedir perdón
y engendran otras cada vez mayores
hasta que una sola vida se transforme
en dos o tres vidas paralelas;
las que explotan de repente, lavadas
por las lágrimas de una confesión;
las que perduran toda la vida
como un crimen perfecto
y las llevamos con nosotros para la tumba.

Sobre ellas se asienta desde siempre
lo que llamamos mundo, lo que llamamos
aún humanidad.

Como el sol o el agua, siempre fueron
imprescindibles para la vida humana
y Atlas las agradece
porque hacen más ligero, día a día,
el peso de sus hombros.



GUSANOS DE SEDA

A lo largo de este tiempo, tanto tiempo,
en que,  después de observar la vida,
quisiste sumergir todo tu cuerpo
en su sustancia más pastosa,
suponiendo que comenzabas a entenderla
cuando en su barro te parecía ver
tu propia alma,
sabías que tendría que llegar
una noche como ésta
en que todo parece estar vivido,
en que todos los cuerpos y todas las almas
no parece que tengan nada que enseñarte.

Te imaginas entonces otro destino
para lo que aún queda de tus días
cuando ves en una caja de zapatos
dos pequeñas criaturas, dos
gusanos de seda
que, saciados ya de las hojas de la morera,
comienzan a tejer serenamente
los hilos que darán forma a su capullo.

No te mientas a ti mismo: sé honesto
por lo menos esta noche y admite,
en lo más hondo de ti, que envidias esa suerte,
que en este instante tu mayor deseo
sería construir también tu capullo
tan suave y sedoso como el de ellos
pero resistente a todo
-         a los logros del amor o de la gloria,
a las tenebrosas ilusiones del mundo-
para que dentro de él nadie te viera
y todos te olvidaran
hasta el día en que te transformaras
en una pequeña mariposa blanca
que ninguno de tus más fieles amigos,
ninguna de las amantes más ardientes
fuera capaz entonces de reconocer.

lunes, 12 de noviembre de 2012

FILIPA LEAL Y LOS PAVÕES DEL CAMPO GRANDE





FILIPA LEAL

         Filipa es una gran poetisa de la que tuve la gran fortuna de traducir al castellano su libro A cidade liquida y de que el bueno de Paco, propietario de Ediciones Sequitur me lo publicara. La conocí en un encuentro en Valladolid de escritores portugueses y recuerdo que me la presentó mi querido amigo João de Melo que era, a la sazón que diría un clásico, Agregado Cultural en la Embajada de Portugal en Madrid. Filipa se quedó muy sorprendida cuando João le dijo que entre el público había un señor que había traducido su libro y cuando ese señor se acercó y le leyó algunos de los poemas.  En aquella primavera vallisoletana y entre los pavones del Campo Grande,  surgió la colaboración con la poeta de Oporto que leyó mi manuscrito y me hizo muchas y muy atinadas sugerencias. De aquel libro os presento ahora algunos poemas. No quedaréis defraudados.



EL PRIMER HOMBRE

Era un hombre viciado en la luz.
Las mujeres que decían “el hombre, el hombre”
se levantaban o levantaban los ojos
ofuscados y repetían el hombre
y apuntaban confundidas  hacia el interior de la mirada
del hombre.
El hombre encontraba extraño que ellas
no dijeran nada más que eso: “el hombre”,
y un día se disfrazó de mujer
para esconderse de la luz.

De la soledad primera del hombre
no habló nadie.
Nadie repitió
la soledad primera del hombre.



SI AL MENOS LA MUERTE

Ella moría tantas veces
en tiroteos a la puerta de su casa
que ya no sabía morir para siempre
así
de una sola vez.
Si al menos se señalara un día
para la muerte, una hora concreta
como en el dentista
que pese a todo
nos hace esperar
donde pese a todo
no sabemos cuándo nos tocará la vez.
Si al menos la muerte tuviera revistas
y gente en la sala de espera
no estaríamos tan solos
tan vivos en esa idea final
en ese malestar.
Escribiríamos el nombre en la lista
cuando estuviéramos preparados
sabiendo que sería fácil anular la cita
ponerla para otro día
o sencillamente
no acudir.
Luego, nos quedaríamos con el dolor,
con el terror
de pasar al menos por aquella calle
como ella a la puerta de su casa.
Ella que moría tantas veces
porque moría de miedo a morir.




ODA LOCA

Todos los hombres tienen su río.
Lo lamentan sentados en el interior de las casas
que están tierra adentro y como el poeta que escribe a lápiz
apagan la memoria con su agua.
Los ríos abandonan a los hombres que envejecen
lejos de la infancia, y ellos lloran
el reflejo absurdo en la distancia.
A veces, enloquecen los ríos, los hombres,
los poetas en las palabras repetidas
que buscan una oda que les diga
la textura. Todos buscan lo mismo:
un lugar de agua más limpia
o un espejo que no les niegue
la hipótesis del reflejo.
El río sufre más que el hombre,
que el poeta,
porque de él se espera que nos devuelva
la imagen de todo, menos de sí mismo.
Todos los ríos tienen su narciso,
pero pocos, muy pocos,
el simple reflejo de sus aguas.