martes, 30 de julio de 2013

SANTA CECILIA EN VERANO


 

 


         También en el verano es aconsejable dedicarse a oír la música que no has podido oír con calma durante el año. La verdad, yo no me puedo quejar porque por merced de mis viajes a Cuéllar no me faltan CD’S para la carretera y con el abono del CCMD me doy el gusto de oír, más o menos cada semana, a esa fantástica orquesta que es la OSCyL. Pero, en la tranquilidad del verano, todo se escucha mejor y con más agrado.

         En esta primera mitad del verano, he oído el Spem in alium del gran Thomas Tallis y los estudios de Liszt, tanto los trascendentales como los de concierto y los basados en temas de Paganini, interpretados por esas manos prodigiosas que fueron y son Claudio Arrau y Nikita Magaloff. También he descubierto, gracias a Filipa Leal, la maravillosa voz de Maria Bethânia y me ha seducido. Lógico. Tras el accidentado curso de Blues en Villanueva de Duero, me compré una antología del Blues y ahí estamos también dale que te pego. Y para ir a la piscina y volver, una jazz band que os recomiendo:  Acker Billk y su Paramount Jazz Band.

         Y así vamos pasando este verano que alterna lo tórrido con días frescos que más que vivir en las cercanías de Pucela te hacen pensar en el Santander soñado y en el mar siempre recomenzado.

LECTURAS VERANIEGAS


 
Además de la novela que comentaba en la anterior entrada, me he dedicado a leer algunas otras cosilla que os refiero: de Foxá, el conde gordo, que fumaba puros y que era de derechas, me he leído Cui –Ping- Sing, una bellísima obra teatral a la que los progres de siempre pondrán la pega de que es una obra para aquellas noches burguesas de collares, chaqués y brindis con champán porque no tiene más tesis (ni arsis) que el amor en China. Vamos que el conde hasta practicaba, como los románticos, el escapismo. Pese a la opinión de los progres (que me importa muy poco),  la considero una gran obra, en la que, como dijo alguien, late la mejor poesía de Foxá.

         También me he leído La sombra de Horacio, una novela del muy recomendado por Jesús Sanz Rioja, Antonio Prieto y, para qué engañar, me ha parecido la típica novela de profesor para que se la lean los de Cultura Clásica o los de primero de Bachillerato. Cumple su función que no es otra que explicar el mundo romano y su historia en época de Augusto, pero como novela,  sin entrar en el calificativo de histórica porque ya para mí ese adjetivo descalifica a una novela, (pensemos que Galdós no hizo novela histórica, sino Episodios nacionales) no es de muy largo vuelo. En fin, un libro es un libro aunque no tenga nada dentro como decía aquel inglés cuya firma sigue en le cabo Sunion. Algo nos ha proporcionado su lectura y algún buen ratillo hemos pasado así que no ha sido, ni mucho menos, tiempo perdido..

         Finalmente, aprovechando un viaje a Palencia con Mario, me he leído ¡Sí! de ese gran poeta que fue hasta enero de este año, don José María Fernández Nieto. Impresionan los poemas y, sobre todo, impresiona este sí a la vida que proclama con entusiasmo un señor de ochenta y siete años. ¡Sí, don José María, claro que SÍ a la vida!


OTRO NOVELÓN DE MUCHO CUIDADO



¡Qué gran novela! Si hace poco hablábamos aquí de ese novelón que es Ángulo de reposo, tenemos que volver a hablar hoy de otra grandísima novela, La carretera de Cormac McCarthy. Un padre y un hijo por un mundo destruido y en cenizas con tan sólo el equipaje de un carrito y su amor que es el fuego que ilumina tanta devastación y tanta ruina. Bellísima novela de este magnífico escritor. Os aseguro que no será lo último que lea de él.

sábado, 27 de julio de 2013

JOSÉ BRETÓN Y MEDEA




         Me extraña que ningún periodista que haya cubierto el juicio de ese monstruo que es José Bretón haya hecho  mención a esa maga y hechicera que se casó con Jasón. Eso viene a significar que nuestra cultura está ya boqueando o ya muerta del todo. Porque los griegos, con esa penetración suya magistral en el alma humana,  se anticiparon en muchos siglos a este cordobés que parece que ni siente ni padece, pero que ha sido capaz del más terrible de los crímenes: el asesinato de sus propios hijos. Pero los pobres griegos ya ocupan poco espacio en nuestros planes de estudio y menos en nuestras vidas. Sin embargo ahí están con sus tragedias poniendo al descubierto lo mejor y lo peor del alma humana. Me imagino por un momento el jugoso comentario que habría escrito mi querido don Antonio Ruiz de Elvira pues el caso de ese criminal cordobés ya lo contó Eurípides en su Medea. Y, si no, veámoslo.
         Jasón, hijo de Esón, rey de Yolco, fue educado por el centauro Quirón. Mientras, su tío Pelias se había apoderado del trono y había expulsado a su propio hermano. Con su mayoría de edad, Jasón fue a Yolco para reclamar el trono que le correspondía por derecho y a su tío no se le ocurrió otra cosa que, para quitárselo de encima, mandarle a buscar el vellocino de oro. Jasón consiguió el vellocino y se casó con la hija del rey Eetes que lo poseía custodiado por un dragón al que mató Jasón el héroe. La chica era un hechicera y se llamaba Medea y ya apuntó maneras cuando, huyendo con su hermano Apsirto de su propio padre,  lo mató y despedazó para detener las naves paternas. Siguió apuntando maneras cuando, de regreso a Yolco para recuperar el trono, la muchacha les dijo a las hijas de Pelias que lo cocieran en un caldero para que recobrara la juventud perdida. Como es lógico, lo que consiguieron fue abrasarlo vivo. Me diréis que qué tiene esto que ver con el tal Bretón, pero es que aún no hemos llegado al final de la historia pues Jasón y Medea se fueron a Corinto en donde vivieron felices por espacio de diez años. Claro que la vida tarde o temprano se acaba complicando y Jasón se enamoró y se marchó con Glauce, una jovencita con la que se había casado Jasón tras repudiar a la hija de Eetes. Pues bien, Medea, para hacer el máximo daño posible a Jasón mató a los dos hijos, Mérmero y Feres, que habían tenido ambos en su matrimonio. Eso es lo que el juez ha dicho en su sentencia sobre Bretón: que este asesino había matado a sus propios hijos para hacerle el mayor daño posible a su mujer. Bretón quizás no haya leído nunca a Eurípides, pero los que sí lo hemos hecho nos damos cuenta de que ni siquiera se las puede dar de original en su crimen. Esta hechicera, que en la versión de Séneca dice que le gustaría tener más hijos para matarlos y así hacerle más daño aún a Jasón, se le adelantó veinticinco siglos en tan terrible acción. ¡Qué bien conocían los griegos la mente humana! Luego, no digamos que no nos lo habían avisado con tiempo.

miércoles, 24 de julio de 2013

LAS CEREZAS DEL CEMENTERIO




 
 
         Ya se va pasando el tiempo de las cerezas que tienen su sazón a finales de junio y principios de julio y tendremos que  esperar al siguiente verano para volver a disfrutar con su carne jugosa y prieta.  Me gustan mucho las del Jerte, claro, pero no desprecio tampoco las de Aragón, de buen calibre y quizás de menos sabor, pero siempre exquisitas. Tampoco me enturbian el paladar las de Ávila, de la zona de Navaluenga, en donde también recogen unos exquisitos melocotones que ahora están su momento mejor y que nada tienen que envidiar en sabor a los de Calanda, el pueblo de don Luis Buñuel y de los tambores. También os digo que siempre tuve la curiosidad de probar esas cerezas literarias de Gabriel Miró, las de su libro Las cerezas del cementerio .En fin, si ya no nos quedan cerezas, comeremos melocotones, esos que tanto gustaban a mi muy admirado Josep Pla y que Bertrand Russel, al descubrir su etimología, dijo que le sabían mejor al conocer la procedencia de su nombre.
 




        

HALA, A HACERSE POETAS MALDITOS


 


         En este tórrido verano boecillano me apetecía leer al extraño personaje que fue el Conde de Lautréamont para imaginarme que andaba un servidor por las calles de parís rodeado de la caterva de monstruos que pare este uruguayo hijo de franceses en sus cantos de Maldoror. Poeta maldito por excelencia, Ducasse hace de su Maldoror un enemigo firme de Dios, un anti Dios, con cuya obra me he propuesto atacar al hombre y a Aquel que lo creó. Un ser que recibe la vida como si fuera una herida y prohibí al suicidio curar la cicatriz.  Un ser único que no duda en afirmar: Busqué un alma que se me pareciera y no pude encontrarla. Cuando murió, Isidore Ducasse, que contaba con tan sólo veinticuatro años, era un completo desconocido, pero con la llegada de los surrealistas, en especial de André Breton, el conde de Lautréamont se convirtió en su referente. Gide lo elogió y también se convirtió en referente máximo de otros surrealistas como Aragon o Éluard. Aquel extraño muchacho que llegó a París desde Montevideo pasó a ser un imprescindible para la poesía del siglo XX y punto de arranque del surrealismo artístico y poético. Lo he leído en la edición de Ángel Pariente, gran poeta y traductor, pero os aviso que hay una bilingüe en Akal de Manuel Álvarez Ortega  y que, conocidas las traducciones magníficas que realiza el poeta cordobés, creo que no hay que perderla de vista. Pues, venga, no lo dudéis y a haceros un poco malditos con el conde.

EL SUEÑO DEL OESTE


 

         Acabo de leer Ángulo de reposo, la gran novela de Wallace Stegner. Y la califico como grande porque grande es la manera con que Stegner escribe esta historia; porque grandes son sus personajes a los que te gustaría tratar cualquier tarde de este verano en Boecillo; grande, por la historia que cuenta, esa mujer del Este que se casa con un hombre que es un soñador que quiere hacer del Oeste una tierra de promisión mediante sus conocimientos de ingeniería. De este gran autor nacido en Iowa, maestro de Carver, había leído En lugar seguro en el verano antepasado y El pájaro espectador durante el curso pasado. La primera me pareció una gran novela y la segunda algo floja, pero la tercera me parece la mejor de las tres. Nunca podré olvidar los personajes de esta novela como nunca puedo olvidar al vecino del que nos habla otra de mis autoras preferidas: Willa Cather. Os recomiendo encarecidamente esta obra y os recomiendo  que os la leáis son prisa – son setecientas tres  magníficas páginas- porque esta novela sensacional se lee como si estuvieras tomando un licor añejo: paladeando cada palabra.  Susan Ward, esta mujer victoriana que se fue al Oeste por amor, os está esperando en sus páginas; esa mujer que se lleva la cultura, la literatura y la civilización como tabla de salvación. En estos tiempos que corren no es mala receta. Pero, lo dicho, Susan, Oliver, Frank, Ollie, Betsie os aguardan en el libro: no debéis darles plantón y dejarles esperando. Vuestro intelecto lector os lo agradecerá.

domingo, 14 de julio de 2013

UN LIBRO QUE GUSTARÁ HASTA LAS OVEJAS



Imaginad una novela en la que el protagonista es un niño que se ha escapado de su casa en la que se vive (suponemos) un ambiente de violencia y cómo ese niño va sobreviviendo en el monte y en los secarrales, a la intemperie. Podría ser así una breve sinopsis de la novela de la que os quiero hablar, pero me quedaría muy corto porque faltaría hablar de ese padre que ejerce una violencia sobre los miembros de la familia,  de ese alguacil violento que persigue al niño, de ese pastor que ha sufrido también la violencia del alguacil, de la violencia que es un personaje más de esta fabulosa novela que ha escrito un pacense que vive en Sevilla y que se llama Jesús Carrasco. Hacía mucho que no leía novela española porque no me interesaba lo que se escribía, Cuando mi amiga Marina me la recomendó (¡y cómo!) me puse manos a la obra y os puedo decir que es de lo mejor que he leído en este año en novela en general y lo mejor en muchos años en novela española en particular. Me falta decir que el autor tiene cuarenta y dos años y que es su primera novela. ¿Hay quién dé más?

UN BUEN POETA SEGOVIANO RECOGIDO EN EL SILENCIO

Le debo a mi buen amigo Ángel, el mejor recitador de Cuéllar y de toda la tierra de Segovia, el conocimiento de este magnífico poeta que es de Vegafría, un pueblito segoviano recogido en su silencio (que diría el padre Sopeña), en donde regenta un hotel rural. David con cada libro consigue un premio, pero no cualquier premio, sino el Premio Nacional de Poesía Fundación Cultural Miguel Hernández, que ganó en 2009, o el Premio Hiperión que ganó en el 2010 con El peso que nos une, el libro que he leído y que me ha encantado. Poetam habemus in Castella nostra et in multos annos sit. Me gusta este poema que describe con mucha emoción un pueblecito castellano como el que habita nuestro buen amigo David. Cualquier día me llego hasta su pueblo y, tomándonos unos vinos, hablamos de poesía y de otras cosas importantes.
PUEBLO CASTELLANO

La torre de la iglesia como el mástil
erguido de un velero
despuntaba en un mar de sementeras.
A su abrigaño el pueblo sesteaba.
Enfermaron de frío las palabras
y los sueños. Sólo de alguna débil,
escasa chimenea ascendía
un reguero de humo perezoso
como un recuerdo lento.

Ella reconoció
el roce de febrero en los pulmones.
Llegó de abotonar
los surcos de un pasado fronterizo.
Con sus pasos azules
zigzagueó las calles polvorientas,
se sentó junto al tronco de la olma
y acarició la tierra con sus manos.

No sé qué pasa con el sol de invierno
que abre zanjas de risa en el vacío
y le pone corchetes al silencio.

Un viento suplicante, igual que una
torpe interrogación, serpenteaba,

¿qué quedará de ti cuando hayan vuelto
a sus escaramuzas los vencejos?

Silva el agua lejana de la acequia.
En su lecho de musgo el pueblo duerme.
Ella lo ve y sonríe,
como en todas las cosas de la vida
a fuerza de pasar el tiempo tuvo
una vaga intuición:
que el mundo no terminará en nosotros.

Ella cerró los labios
para que el sueño todo le cupiera.

David Hernández Sevillano

UN TÍO SIMPÁTICO



A Mario Quintana me lo recomendó un buen amigo que anda ahora de sacerdote misionero por tierras de Bahía en Brasil. Yo le solía hacer mucho caso a mi camarada Santiago Milán, pero he tardado un tiempo en leer a Quintana y, si he llegado hasta él, ha sido por leer a Enrique García-Máiquez que ha sido su traductor en esa curiosa editorial que es Papeles del sitio. Se abre el libro del poeta brasileño con unos aforismos, loa llamados “quintanares” de los que os recojo dos completos y un fragmento de otro:
EXÉGESIS – Si un poeta consigue explicar lo que quiso decir con un poema, el poema no sirve.
Pues en esto de la creación literaria conviene no olvidar – guardadas las infinitas distancias – que el mundo también fue creado por palabras.
S.O.S. A VIVEVERSA.- Cada poema es una botella de náufrago lanzada a las aguas… Quien la encuentre se salva a sí mismo.
Y de tan curioso porta brasileño no podía faltar un poema. Ahí lo tenéis:
Nació mi muerte cuando yo nací.
Despertó, balbució, creció conmigo…
Y jugamos de noche al corro amigo
en la pequeña calle en que viví.

Perdió aquel gesto suyo – fui testigo-
de sonreír, que yo también perdí.
Pero ella todavía sigue aquí
seriamente escuchando lo que digo.

“¡Tú sí que eres mi dulce prometida!:
no sé cuándo tendremos nuestras bodas,
si hoy mismo o…no, después de mucha vida.”

Mientras, se van las horas, locas, tristes…
¡Pero es tan bueno, entre las horas todas,
acordarme de ti, saber que existes!

Traducción de Enrique García- Máiquez

viernes, 5 de julio de 2013

EN CAJA DE PLATA


        

            Había leído algunas cosas sueltas de Luis Alberto de Cuenca y pensé que en este verano del 2013 era ya hora de entrar un poco más en profundidad. Y gracias a esas antologías de Renacimiento, en este caso preparada por el propio autor, he ahondado un poco más en la poesía de este madrileño con el que comparto ese poema de la Castellana que pongo tras estas escuetas palabras. Sus poemas engañan porque tras una aparente facilidad se esconde un trabajo de pulido, labor limae, que decimos los filólogos clásicos. De este autor, me gustan también los poemas que hacen referencia a nuestro mundo clásico y me gusta su porte de caballero español. ¡ Y olé!

Cuando vivías en La Castellana

Cuando vivías en la Castellana
usabas un perfume tan amargo
que mis manos sufrían al rozarte
y se me ahogaban de melancolía.
Si íbamos a cenar, o si las gordas
daban alguna fiesta, tu perfume
lo echaba a perder todo. No sé dónde
compraste aquel extracto de tragedia,
aquel ácido aroma de martirio.
Lo que sé es que lo huelo todavía
cuando paseo por la Castellana
muerto de amor, junto al antiguo hipódromo,
y me sigue matando su veneno.

DE QUE NO TODAS LAS MARYLINNE SON MONROE (Y VICEVERSA AUNQUE SOBREN LETRAS EN EL NOMBRE)


 
Mi amigo Luis Daniel me recomendó a esta escritora de Idaho con estas palabras: Es la mejor novela de literatura americana que he leído nunca. No soy amigo de este tipo de maximalismos, pero tengo que reconocer que me pico el gusanillo por leerla. En cuanto le llegó el turno en la lista de espera, lo hice y, aunque no es la mejor novela americana de todos los tiempos, es muy buena. El predicador  John Ames escribe una larga carta a su hijo que la leerá cuando su padre haya  muerto. Por esa carta, irá pasando el alma del padre y de Gilead, la pequeña población de Iowa que da nombre el texto. Merece la pena leer a esta escritora nacida en 1893. Quedamos a la espera de que el Círculo de Lectores publica otra buena novela, Home. ¡Ah, ya! ¿ Que al final no he dicho cómo se llama la autora? Pues Marilynne Robinson para servirles a ustedes.

EL OTRO VIRGILIO


 

         Ya hace muchos años que leo a Vergílio Ferreira, ese gran escritor portugués y sé que sus libros son garantía de gran calidad literaria y de profundidad de pensamiento. Por eso, cuando vi en los anaqueles de Sandoval, esa librería que subsiste en las barricadas contra la incultura, Nítido nulo, no lo dudé ni un instante porque sabía a ciencia cierta que iba a leer un gran libro que me iba a hacer pensar y disfrutar. Y no me equivoqué. Nítido nulo es una gran novela en la que un condenado va desgranando su vida y reflexionando sobre ella. Ferreira fue, sin duda, uno de los más grandes escritores portugueses del siglo XX al que no se lee tanto como se debería.

         Me gusta este fragmentito que he escogido al azar:

“El mundo es sólo la palabra con que lo decís (…) decid otras palabras y ellas fabricarán otro mundo.”

martes, 2 de julio de 2013

CAMINANDO POR EL TIEMPO




        Me gusta este poeta gaditano nacido en Murcia que escribe poemas en donde la vida va pasando por ellos. Me gustan unos más que otros (lógico), pero creo que sus poemas son interesantes, al estilo de Miguel D’Ors a quien reconoce como “maestro” en uno de los poemas que conforman Con el tiempo. Debo de recordaros que este autor ha traducido al muy interesante poeta brasileño Mario Quintana y a Chesterton.

Creo que merece la pena que lo leáis. Como muestra, este poema “al hijo que no tengo”.

.................EL HIJO QUE NO TENGO

El hijo que no tengo entra en mi cuarto
saltando entre montones de libros por el suelo
y me pide: "Papá, juega conmigo";
y yo no sé qué hacer porque es difícil
negarle nada a un niño que no existe.

Lo malo es que a su madre le enfada que me ensucie
la ropa de ternura
...........................que luego hay que lavarla.

Pero a escondidas, él y yo,
con ceras de colores, dibujamos
una ciudad perfecta
o hacemos un volcán con arena de playa,
un volcán de verdad, con fuego y todo.

Y viene a ser lo mismo que otro padre
jugando con su hijo: una emoción muy honda
y un fondo de tristeza.
...................................... .A ese otro hombre
le duele recordar que con el tiempo
su hijo acabará marchándose;
a mí saber que siempre
----------------...--.....- habrás de estar conmigo.
-

 
 
 
 
 

lunes, 1 de julio de 2013

DE ROSAS, MIELES Y VALLES


ROSAMEL  DEL VALLE

         Hace tiempo que, guiado por una conferencia de Juan Carlos Mestre, compré una antología de este poeta chileno. Hasta el momento, por unas razones o por otras, pero por una principal, porque en la lista se habían “colado otros” no lo había leído. En este verano de 2013, he aprovechado para leer esta selección. Pues bien, la impresión ha sido buena. Rosamel del Valle, que se llamó en “el siglo” Moisés Gutiérrez y que tomó su pseudónimo de una amante juvenil que tuvo que se llamaba Rosa Amelia del Valle, me parece un buen poeta en la estela de Huidobro, es decir, dentro del surrealismo. Desde luego que mucho ha influido en la poesía de Mestre de quien siempre recuerdo ese verso magistral:

Llora ángel mío como un caballo joven

que huye de su sombra.

 

El poema que os pongo es de La visión comunicable un poemario de 1956.

Cántico de la visitación

Un día podrás ver que el invierno es un ojo frío.
Se sabe por los granos que forma el viento
Sobre la hierba distraída. La idea de un viaje
Es ese tambor sordo de las hojas. "El agua
Es más filuda este año. Naturalmente, los huesos
Necesitarán otro médico". Y otro sol me hablaba
Cuando empecé a andar por ese jardín inolvidable.
No debo dudar, sino creer. ¿Basta decirlo?
Un día podré contar los eslabones del tiempo y uno
A uno formarán esta imagen del ojo frío.


No, no quiero contar con el tatuaje del cuerpo.
El verano formó el fuego y el invierno la ceniza
En un día sin fin. Ahora pienso en la tranquilidad
De mi muerte ya que yo también formé mi muerte.
Una nube inflada de pronto y el grito de una lámpara
En mí, en ti y en una sala especial para viajeros.
¿Recuerdas el color de un mar invisible?
Con esa idea estarás a mi lado en la hora
De la gloriosa disolución. Sentada ahí
Como al borde de un precipicio, con los ojos
Fijos en mí a través de la tierra. Ninguna duda
Te impedirá verme en mi sombría desnudez.
Y yo sabré hacer el ruido justo, el signo
Revelador de que estás exactamente junto a mí.
Ya ves, mi breve resurrección. Un minuto de un siglo
Abierto de par en par entre tus ojos y mi cuerpo.
Un río lejano deslizándose en puntillas,
Un golpe de llave en la puerta profunda.
Y tu sol risueño paso a paso por las hojas secas
En conversación con el aroma irresistible.
Quizás busques el signo del hueco misterioso
Dejado por la desintegración. Quizás te turbe
Saber que todo sigue donde mismo. No te baste
Creer ni dudar. Si puedes, recuérdalo,
Tu mirada será ahí el día de la creación
Con los pájaros en profunda invención de la música.
Y como tuya será mi muerte, tuya será la mano
Creadora de la nueva noche para que no haga ruido
El tren que te cruce la boca al descubrirme.
Si quieres saber, escucha lo que te diga la tierra.
Ahí seré el profeta de palabras arrugadas. El misterio
Que nos unió seguirá con nosotros en esa sala de espera.
"Todo tiene un sonido de arpa. Con algunas notas
Se teje la putrefacción. Con algunas miradas
Sobreviven los huesos. No hay nada que temer. Se viaja
Como una nube al atardecer".