viernes, 28 de septiembre de 2018

MACÍAS, EL ENAMORADO


Como no podía ser menos, el nacimiento de Macías está cubierto por el misterio. Para unos, servía en la casa del maestre de la Orden de Santiago, don Fernán Pérez de Andrade; para otros, estaba al servicio de don Enrique de Aragón, marqués de Villena. En casi todas las fuentes se coincide en el nombre de la amada: Elvira; y también se coincide en que uno u otro señor la entregó a un noble para que se casara con ella. También coinciden las fuentes en que Macías no cejó en su amor y continuó escribiendo tristes cantos de amor a su amada. Por esta actitud, su señor, bien ordena que lo lleven al castillo gallego de Nahario, bien ordena que lo encierren en el castillo de Arjonilla, en Jaén.  También las fuentes se ponen de acuerdo en que el marido, cansado del trovador que seguía cortejando a la que ya era su esposa, se fue hasta el castillo y de una lanzada mata al pobre Macías. Mi recuerdo de Macías comienza con un semáforo en Padrón, cuando se cruzaba el pueblo. Mi padre paraba cuando volvíamos de Santiago y, a lo lejos, veía la estatua del desdichado trovador. Luego ya don Alvaro Cunqueiro, mi señor feudal en literatura, me contó de su vida y obra. Que, por cierto, no está muy bien considerad entre los estudiosos. Don Ramón Menéndez Pidal, coruñés él, no tiene “piedad” con su paisano y así nos dice: “destaca no por sus versos, sino por haber sido, mediante su leyenda, fuente de inspiración de otros poetas que supieron realizar de una manera apasionada y poética lo que el alma ardiente de Macías decía sentir y no pudo expresar si o vaga y desaliñadamente”. Tampoco tenía buena opinión de él Federico Sainz de Robles que en su Diccionario de Literatura dice: “Más vale en él la leyenda que los versos. Pocos y muy desmayados son estos. Más conocido que por ellos, por su leyenda de amor adúltero y de su trágica muerte”.
Los poetas que usaron su trágica leyenda fueron varios y así, desde Rodríguez del Padrón a Lope de Vega, la desgraciada historia del padrones sigue haciendo que las lágrimas broten tristes por su amarga ventura. A mí, creo, me está esperando en su jardín padrones, aquél que yo de niño venía cuando volvíamos de Santiago.

martes, 25 de septiembre de 2018

LA CRUZ DE LA POESÍA




A veces, la poesía te llega  a lo más profundo del alma y te deja una herida de belleza o de verdad de la que ya es imposible sanar. Así me ha ocurrido con esta Salutación elegíaca a Rosalía de Castro de Lorca.  Y, de este poema, me quedo con esa estrofa maravillosa que dice así:
 
Quiero que lloremos la melancolía
que sobre nosotros el cielo dejó
pues vamos cargados de cruz de poesía
y nadie que lleva esta cruz descansó.
 
         Rosalía, miña nai, miña naiciña, invocada por el poeta solar, andaluz, de metáforas airosas, calientes como las tardes de la Vega de Granada. Y, sobre todo, la gran verdad: ser poeta es esa cruz de la que no podemos descansar, para la que no hay Cirineo porque se nace poeta y se muere poeta. No puedo sino recordar a Jacinto Herrero,  escribiendo sus últimos poemas en la residencia de sacerdotes de Ávila o a Timoteo Herrero (¡bendita casualidad de apellidos en estos dos grandes poetas, uno abulense, el otro vallisoletano) escribiendo sonetos mientras una máquina limpiaba su sangre con la diálisis. Ahora, mientras vamos camino de la tarde, la cruz se recorta sobre el cielo. ¡ Rosalía, Federico, bon Deus, ayudadme!

domingo, 23 de septiembre de 2018

ALFRED DÖBLIN Y SUS DOS AMIGAS ENVENENADORAS



Si el Soberano es cosa de hombres, el veneno es cosa de mujeres. Alfred Döblin, que era psiquiatra, parece afirmarlo en este libro en el que cuenta un envenenamiento que sucedió de verdad en el Berlín de principios del siglo XX. Hace años que leí su Berlín Alexander-Platz, cuando estaba en Ávila del rey, y merecería, cuando pueda y el tiempo y mi programación de lectura me lo permita, una relectura sosegada. Fassbinder declaraba su amor por Döblin y, sin duda, tenía poderosas razones para amarle pues estamos ante uno de los grandes escritores alemanes del siglo XX . En el libro se habla de la culpa y de los atenuantes que pudo tener aquella chica con rasgos psicológicos infantiles para cometer el crimen;  y también se habla de las razones de su amiga y de la madre de ésta para ser cómplices de tan deleznable hecho. Pero, ¿estaba preparada la joven Elli para casarse con Link o fueron los prejuicios pequeño burgueses de su padre lo que la llevaron a esa catastrófica situación y estado? Como un reloj suizo, el libro nos va llevando por la vida, por el dolor, por degeneración de los barrios obreros que tan bien conocía Döblin pues había sido médico en los barrios obreros berlineses. Un libro duro, pero necesario. Como los cuartetos últimos de Shostakovich.

FIESTA BAJO LAS BOMBAS


        
Sigo con esta lectura apasionada y apasionante de Elías Canetti y, en este mes de septiembre, le ha tocado a Fiesta bajo las bombas, es decir, los años ingleses de este escritor búlgaro. Canetti vivió en Inglaterra  y en ella conoció a grandes tipos ( así diría el maestro Pla) y a otros que no los consideraba como tales, como a Elliot,

, el arranque sobre el capítulo sobre Aymer, que dice así: al que no tiene mucha simpatía que se diga.

         De este libro, os copio un fragmento

         “ Cuando me invade la tristeza, generalmente al caer la tarde, extraigo del fondo un recuerdo. El hecho de que sea un recuerdo disminuye la tristeza”.

         Gracias, maestro Canetti, por aliviarme esa melancolía que también a mí me toma a la caída de la tarde.

ADIO, QUERIDA VERSUS ADDIO DEL PASSATO



Estaba el otro día un servidor escuchando a Paco Díez y sus Romanzas de amor sefarditas cuando al cantar Adio, querida, en la parte en la que no  modula a mayor, me recordó a la famosísima aria de La Traviata, Addio del passato. Desconozco la época de la composición sefardí y si por tanto su autor anónimo podía conocer la melodía verdiana o, si por el contrario, sucedió al revés, que fue el maestro de Busetto el que copió para su Traviata la hermosísima melodía sefardita. Le preguntaré a Paco Díez sobre tan curioso caso.

sábado, 22 de septiembre de 2018

NOITURNIO DO ADOESCENTE MORTO O LA MARAVILLA DE LORCA EN GALLEGO



En ocasiones, un poema que ya habías leído vuelve a ti con una fuerza desmedida de tal manera que, prácticamente, estamos todo el día con él a cuestas o en las mientes. Así me ha ocurrido con este bellísimo Noiturnio do adoescente morto de los Seis poemas galegos de Lorca. Cuenta Ramón González Alegre que, un día, cuando La Barraca había terminado de representar su obra en el pueblo coruñés de As Pontes de García Rodríguez, alguien, de pronto, gritó desde una esquina: “Ha un rapaz afogado no río” Y toda la gente marchó para el río, Lorca incluido. El poeta granadino, en esta maravilla de nocturno, recrea ese dolor, ese ambiente de tragedia que él vivió aquella noche en primera persona. He revisado la intentado mejorar la traducción al castellano porque, en las que he visto hay errores graves como, por ejemplo, traducir curtiñas por cortinas o arumes por agujas. Aquí os dejo esta maravilla lorquiana.

 

IV.  Noiturnio do adoescente morto

Imos silandeiros orela do vado
pra ver ô adolescente afogado.

Imos silandeiros veiriña do ar,
antes que ise río o leve pro mar.

Súa i-alma choraba, ferida e pequena
embaixo os arumes de pinos e d’herbas.

Ágoa despenada baixaba da lúa
cobrindo de lirios a montana núa.

O vento deixaba camelias de soma
na lumieira murcha da súa triste boca.

¡Vinde mozos loiros do monte e do prado
pra ver o adoescente afogado!

¡Vinde xente escura do cume e do val
antes que ise río o leve pro mar!

O leve pro mar de curtiñas brancas
onde van e vên vellos bois de ágoa.

¡Ay, cómo cantaban os albres do Sil
sobre a verde lúa, coma un tamboril!

¡Mozos, imos, vinde, aixiña, chegar
porque xa ise río m’o leva pra o mar!


IV.  Nocturno del adolescente muerto

Vamos silenciosos orilla del vado
para ver al adolescente ahogado.

Vamos silenciosos orillita del aire,
antes que ese río lo lleve hacia el mar.


Su alma lloraba, herida y pequeña
bajo los aromas de pinos y  hierbas.

Agua despeñada bajaba de la luna
cubriendo de lirios la montaña desnuda.

El viento dejaba camelias de sombra
en la claraboya mustia de su triste boca.

¡Venid mozos rubios del monte y del prado
para ver el adolescente ahogado!

¡Venid gente oscura de la cumbre y del valle
antes que ese río lo lleve hacia el mar!

Lo lleve hacia el mar de cuadras blancas
donde van y vienen viejos bueyes de agua.

¡Ay, cómo cantaban los árboles del Sil
sobre la verde luna como un tamboril!

Mozos, vamos, venid, pronto, llegad
porque ya ese río me lo lleva al mar!

 

domingo, 16 de septiembre de 2018

CARMELO GONZÁLEZ O DE MÓSTOLES SÍ PUEDE SALIR ALGO BUENO


Tengo que confesaros que un servidor fue profesor en Móstoles allá por 1996, en un Instituto que se llamaba Felipe Trigo (tarde algunos años hasta que leí algo de este autor pues mi vieja enciclopedia Salvat, publicada en los años cuarenta, no lo “recomendaba”) y en el que estaba de inspectora una poeta como María Victoria Reyzábal a la que más tarde traté en Ávila por cosas del destino (profesional y el de Verdi). Pues, como os iba diciendo,  yo llegaba con mi cochecito Clío blanco, el mismo que me está mirando ahora cubierto con su lona azul oscura, esperaba en un stop criminal y me aposentaba en el departamento que nos habían construido nuevo y que habían tenido la deferencia y la delicadeza de colocarlo en unos antiguos retretes. Allí estábamos el filósofo del centro y el filólogo clásico, compartiendo un cubículo ( la terminación de la palabra viene que ni pintada) en el que mi compañero ocupaba el altillo en donde habían estado los inodoros y el que esto escribe, el delicado lugar en donde estaban los mingitorios o urinarios. Todo este rollo macareno viene a colación porque mi amiga Lidia, la María Pita de la edición, la Agustina de Aragón de la poesía, la soñadora para un pueblo que es Ocaña, me envió el libro de un poeta de Móstoles, Carmelo González, que yo la había pedido con muchas dudas porque tras mi experiencia mostoleña no podía sino decir como Natanael cuando le dijeron que  Cristo era de Nazaret: ¿Pero ¿de Móstoles puede salir algo bueno? Pues sí, de Móstoles pueden salir cosas muy buenas como los poemas de este librito que se llama Pequeños poemas de amor escritos ya mil veces en los que el autor maneja el amor con un gran  sentido del humor.  ( y no es un juego de palabras) Son poemas brevísimos como ese del amor que yo supongo en el Metro o en el tren de cercanías:

Ámame

antes de que llegue

la última estación.

 

o este otro, impagable, sobre la ceguera del amor:

  • Ya sabes eso que cuentan
    de que el amor es ciego- me dijo.
     
    Y se marchó tropezando
    con todas las farolas.


 

 

Y este, bellísimo sin duda, :

 

         Meter la nariz

entre las páginas de un libro.

El de la tierra mojada

después de la tormenta

El del café recién hecho

si es temprano.

O el olor de tu piel

después de amarte.

 

Y este, último de mi micro antología, que me encanta:

 

Tú no lo sabes,

pero toda la belleza

del mundo baja sobre ti,

cuando para leer

te pones las gafas

de mirar de cerca.

 

         Ahora ya sabéis que, además de su famoso alcalde, algo bueno ha salido de Móstoles: Carmelo González González, poeta de esa ciudad en la que yo trabajé hace ya veintidós años.


MASA Y PODER



Hay libros sobre los que nada se puede decir porque son ilimitados, porque,  por mucho que se diga y se comente,  nunca podremos llegar a su conocimiento; hay libros que te marcan desde su arranque:

Nada teme más el hombre que ser tocado por lo desconocido.

 

hasta su final:

Quien quiera reducir el poder, debe mirar la orden de hito en hito sin temor y encontrar los medios para despojarla de su aguijón.

         Hay libros que se anticipan a una época, que la profetizan, que avisan de los peligros. Hay libros, como decía Manolo Cambronero, el librero de Margen, que son como catedrales en cuyas naves nos paramos a reflexionar sobre la masa y sobre el poder.

         Hay libros que tenemos que leer porque explican mejor el mundo que fue, que es y que será; porque nos hacen comprendernos y comprender mejor, buceando en ese pozo oscuro que es la psique del hombre.

         Hay libros que , si los políticos los leyeran , llevarían al mundo por otros derroteros.

         Hay un libro maravilloso, al que recorre una corriente eléctrica de principio a fin que se llama Masa y poder y que lo escribió un judío sefardita que era búlgaro y que se llamó Elías Canetti.

         Hay un libro que yo os recomiendo que leáis si queréis ser más hombres y vacunaros contra esa paranoia que es el poder, el mal poder, ese que proviene no de machen, “hacer” sino un apalabra del gótico, magan, que significa “poder, ser capaz”.

         Hay un libro que nos descubre por qué Hitler llegó a ser Hitler y Stalin, Stalin.

         No os perdáis este libro, por favor.

JULIO MARISCAL, EL POETA DE ARCOS




Julio Mariscal Montes es un poeta de Arcos de la Frontera. Y digo es, aunque haya muerto en 1977, porque todo poeta vive en sus versos como ya nos dijera el maestro de Venusia. Como todos los poetas andaluces, Mariscal tiene esa rara y especial sensibilidad que los distingue. Os copio este texto sacado de su página web en el que se define cómo era el hombre y su poesía:

Julio consagró su vida a la enseñanza, la poesía y el flamenco. En sus poemas canta al amor y a la tierra, a Dios y al hombre, a la madre y a la mujer, al trabajo duro y a la muerte. Poeta triste y melancólico, sus méritos intelectuales y humanos no le fueron reconocidos durante su existencia, sufriendo la marginación de la sociedad de la época.

         Así que Julio le dedicó la vida a esa triada que forman la enseñanza (era maestro nacional), la poesía (era gaditano) y el flamenco (era andaluz); y le cantó al amor, a Dios, a la mujer, al trabajo duro, a la madre, al hombre y a la muerte. ¡Con razón he disfrutado tanto de su lectura! Os dejo un fragmento de un poema sacado de su página web, más en concreto de su libro Pasan hombres oscuros, dedicado a esos trabajadores de sol a sol:

Pasan hombres oscuros con su miseria a cuestas.

Son los abandonados, los proscritos del sueño,

hombres con horizontes de monedas y olivos

que no alcanzan la tierna perfección de la rosa.

 

 

ALDA MERINI O LA POESÍA DESDE EL DOLOR



Es posible que Alda Merini escriba desde la penumbra porque es desdela penumbra desde donde se crea el arte y es cierto que su poesía tienen el sello indeleble del dolor, ese dolor que nace en sus muchos días de internamiento en hospitales psiquiátricos. Son poemas escritos con esa rara sensibilidad del que escribe desde esas casas en donde lo humano del hombre corre el riesgo de perderse; en las que vivir es temer por aquello que al hombre lo hace hombre. Desde esa frontera, al igual que Panero, Alda Merini nos da lecciones de vida, nos ofrece sus ballate que nunca ,nunca jamás, podrán ser pagate.

 

Padre, si escribir es una culpa

¿por qué Dios me ha dado la palabra

para hablar con trémulos lenguajes

de amor a quien me escucha?

 


Ya vieja de años y senescente

¿dónde hallar una brizna de hierba buena?

¿Qué sabes de mis conventos, de la gracia

madura de las santas, de las grandes

almas locas? ¿Qué puedo yo encontrar

entre los vivas del hombre de cultura?

en otra parte está el canto, en otra parte la palabra

y Dios no la pronuncia.

 

EL CAMINO DE PLATA DE JESÚS TORBADO



Reconozco que le había cogido gustillo al estilo de Jesús Torbado en Tierra mal bautizada así que, cuando lo terminé y supe que había un libro suyo que recorría ese costado de España que llamamos la Via de la Plata, lo pedí a una librería de viejo en la que tenían este tomito que era de aquéllos que Renfe regalaba en los viajes para que el tiempo de viaje se hiciera más agradable. Eran otros tiempos en los que no había móviles ni tabletas en los que poder ponerse películas o ir cotilleando en los grupos de guasap y la gente que ya tenemos unos años nos dedicábamos a leer en el tren o, sencillamente, a escuchar las historias que contaba la gente tal y como hacía el maestro Jiménez Lozano, el abulense de Langa.

         El libro me ha gustado, pero no tienen la fuerza del primero que leí. Torbado, veinte años después, se echa a los caminos de León, de Zamora, de Salamanca, de Cáceres y de Badajoz para relatarnos este viaje, pero uno tiene la sensación de que el escritor leonés, al coger la péñola que tenía colgada, ya no la “monta” con igual interés. Puede que el libro fuera un encargo de RENFE y que Torbado saliera del paso ( no del Paso Honroso de Suero de Quiñones) con no tanta maestría como en su primer libro por Tierra de Campos. De todas las maneras, os lo recomiendo a todos aquellos que os deleite,   como a mí,  la literatura de viajes.

 

lunes, 10 de septiembre de 2018

ROBERTO CESCON Y LAS MUJERES SANTAS DE LOS POETAS




Roberto Cescon es un poeta italiano joven que nació en Pordedone en 1978. Roberto Cescon tiene la suerte de vivir y enseñar en la misma población en la que nació. Roberto Cescon escribe una poesía cargada de ironía que me gusta. Para la presentación de un libro mío, traduje este poema en el que habla de las mujeres de los poetas y de su halo de santidad por su paciencia aguantando al artista. Se lo dedico a Sonia, mu mujer, porque tiene la desgracia de convivir con un poeta. (Conservo la puntuación del original italiano en mi humilde traducción)

 




Le donne dei poeti


Le donne dei poeti sono sante
chilometri e serate per sentirli
e dire sempre bene, è andata
bene, come al solito.
Sorridono davanti
pensando che col premio il poeta
pagherà l’assicurazione.
Sorseggiano in disparte
sperando che non faccia troppo tardi.
Talvolta, dopo essersi annusate
quanto basta, si siedono vicino
ad altre donne di poeti
parlando di vacanze, vestiti,
che il poeta non fa la lavatrice,
e biasimano gli altri menestrelli,
pesanti e incomprensibili.
I poeti sono molto fortunati
perché le donne stanno insieme a loro
non certo per i soldi,
ma perché poeta è la ciliegina
su qualcosa che all’inizio era perfetto.

 

Las mujeres de los poetas son santas

kilómetros y tardes para oírlos

y decir siempre bien, ha ido

bien, como de costumbre.

Con la sonrisa por delante

piensan que con el premio el poeta

pagará el seguro.

Tomando un sorbito en un rincón

esperan que no se haga muy tarde.

A veces, tras haberse olfateado

lo suficiente, se sientan al lado

de otras mujeres de poetas

hablando de vacaciones , vestidos,

de que elpoeta no hace la colada

y acusan a los otros juglares

de pesados e incomprensíbiles

Los poetas son muy afortunados

porque las mujeres están siempre con ellos

no en verdad por dinero

sino porque el poeta es la guinda

sobre cualquier cosa que tuvo un inicio perfecto.



sábado, 8 de septiembre de 2018

EL HELADO DE VAINILLA DE FEDERICO MARTÍN BAHAMONTES



Debo a mi abuelo mi devoción por el ciclismo y las numerosas anécdotas que me contaba que no hacían sino avivar ese fuego que yo sentía por aquellos héroes a los que no vi correr, pero que sentí sus victorias como si hubiera estado allí. De todas las anécdotas, recuerdo una con especial cariño. Ahí va.

         Resulta que Bahamontes estaba escalando, en 1954,  el Col de Romyère y que el toledano llegó a la cima con una ventaja más que sobrada en minutos sobre el primero de sus perseguidores. De pronto, don Federico, genio y figura,  se  come tranquilamente un helado de vainilla. Aquello vertió ríos de tinta: unos decían que era un acto imperdonable de chulería por parte del español; otros, que su actitud caía en el desprecio y que, en parte, era poco deportiva; otros lo achacaban al temperamento fogoso y apasionado del ciclista. Entre estos últimos se encontraba mi abuelo que veía, en esa acción, toda una demostración de la superioridad como escalador de su mito.

         Bueno,  pues hasta ahí la anécdota y para esclarecer lo que de verdad hay en ello (la verdad es que la noticia se fue inflando y hay por ahí algunas informaciones que dicen que lo que se sentó a comer Bahamontes no fue un helado sino un pollo asado) he seguido a Gerardo Fuster, amigo personal y testigo de lo que pasó.

         En la subida, Bahamontes había notado cómo se le partían algunos radios de la rueda trasera y decidió esperar al coche de apoyo que conducía, ni más ni menos, que el jefe de la selección española, Julián Berrendero, el “negro de los ojos azules”. Era una locura bajar el puerto con una rueda desequilibrada y Federico decidió esperar al coche de la selección. En algunas variantes del suceso se dice que el toledano se acercó al vendedor y que, con los dedos, pues no sabía francés, le dijo que quería “deux boules”. Sin embargo, Fuster, que reconoce la presencia del vendedor de helados en el puerto, nos dice que no fue Bahamontes el que se acercó y pidió los helados, sino que fue un aficionado el que le ofreció el famoso helado de vainilla. El resto es coincidente: el toledano, con la bicicleta apoyada en el bordillo, cogió aquel helado y, con toda la tranquilidad del mundo, se lo tomó. Por cierto, que la etapa no la ganó él, sino Lucien Lazaridès porque, a la larga, acabaron dando caza al “águila”. No quisiera dejar de deciros que Bahamontes vive todavía en su Toledo natal con 90 años al igual que Bernardo Ruiz, el corredor de Orihuela, que “servía” a Jesús Loroño, el “eterno rival  bilbaíno” en las carreteras y hasta en los despachos federativos,  del héroe toledano. Siento si la entrada no me ha quedado tan bien como merecía Federico Martín Bahamontes, pero para poder narrar aquellas gestas se necesita ser un Píndaro y un servidor no pasa de ser un filólogo clásico del montón.

         Por cierto, que la imagen que os pongo no tiene desperdicio pues los motoristas van sin cascos, Bahamontes tampoco lleva protección alguna (ni siquiera una gorrilla de ciclista) y el agua que se va echando por la cabeza sale de una botella que parece de Cointreau. ¡Qué tiempos aquellos!

 

KIKI DIMOULÁ O SOÑAR CON UN SUELDO MISERABLE




La coartada

 

Cada vez que te visito
sólo el tiempo transcurrido
de una vez a otra ha cambiado.
Por lo demás, como siempre
se desliza desde mis ojos como un río
turbio tu nombre grabado
—padrino del guión pequeñín
entre las dos fechas,
no vaya a pensar la gente que ha muerto
sin bautizar la duración de tu vida.
A continuación limpio las mustias
cagaditas de las flores añadiendo
algo de arcilla roja donde se ha depositado negra
y le cambio, finalmente, el vaso a la lamparilla
por otro limpio que traigo.

Nada más volver a casa
a conciencia lavaré el sucio
desinfectando con lejías
y cáusticas espumas de espanto que echo
cuando me agito con fuerza.
Con guantes siempre y manteniendo mi cuerpo
a gran distancia del pequeño lavabo
para que no me salpiquen las aguas muertas.
Con estropajo metálico de dura aversión rasco
la grasa pegada en los labios del vaso
y en el paladar de la apagada llama
mientras la ira aplasta el ilegal paseo
de algún caracol, usurpador
de la inmovilidad vecina.

Enjuago luego enjuago con escaldante furia
bulle mi intento de volver el vaso a su primer
su alegre su natural uso
el de saciar la sed.
Y queda ya del todo limpio, reluce
ese mi afán hipocondríaco de no querer morir

querido mío, míralo de otro modo:
¿cuándo no ha temido a la muerte el amor?

 

(De un minuto juntos, 1998)  

                                          Este poema que abre la entrada del blog es un poema de la poetisa griega Kiki Dimulá en l versión que de él hace Raquel Pérez Mena. He conocido a esta poetisa gracias  la  colección Romiosyne de la editorial sevillana Point de lunettes. Como esta vez lo he hecho al revés y os he presentado primero el poema y luego mi humilde comentario, prefiero que los comentarios los pongáis vosotros. Tan sólo deciros, tal y como dicen los traductores, el grupo de amigos valencianos “Los jueves a las cinco”, que Dimulá es la poeta de lo poco, la poeta de las cosas pequeñas. Así que ya sólo por eso habría sido capaz de despertar mi interés pues las cosas grandes, al igual que los poderosos del mundo ya tienen sus “cuidadores”; sin embargo, las cosas pequeñas, no. Dimulá, en su vida “civil” fue una humilde funcionaria del Banco de Grecia en el que entró en 1949, al terminar el Bachillerato, y que se jubiló en 1974. Pero también los funcionarios, incluidos los docentes, podemos escribir poesía y como bien dice ella en uno de sus poemas:

 

Claro que sueño

¿se puede vivir sólo de un sueldo miserable?

 

 

 

         ¡Ay si yo te dijera, Kiki Dimulá!

 


viernes, 7 de septiembre de 2018

TIERRA MAL BAUTIZADA




Acabo de leer un libro con tanta  pasión como hacía mucho que no leía un libro. Con tanta pasión porque, a mí, los libros de viajes me apasionan; con tanta pasión, porque habla de mi querida Tierra de Campos; con tanta pasión, porque su prosa es tersa, hermosa, poética en ocasiones. Nada mejor para este septiembre que acabamos de comenzar que este recorrido que Jesús Torbado, recientemente fallecido, hace con nosotros desde su pueblo natal, San Pedro de las Dueñas, hasta Sahagún.  Y, en ese recorrido, Torbado nos va enseñando esta tierra dura y hermosa cuyos atardeceres le absuelven de sus calores y sus sequedades. Hermoso libro en el que el autor va describiendo esa tierra y nos va dejando también una sensación amarga: Tierra de Campos se nos muere y en ella ya no queda más sitio que para los muertos. Leído el libro cincuenta y dos años después de su escritura, uno tiene el alivio de ver que aquella tierra ha cambiado y que ya no es sólo una tierra de muerte sino que es una tierra de vida vigilada por los palomares de Dios. Bellísimo libro cuya lectura ha sido mi pequeño homenaje a este escritor leonés que se nos fue a finales de agosto.