sábado, 22 de septiembre de 2018

NOITURNIO DO ADOESCENTE MORTO O LA MARAVILLA DE LORCA EN GALLEGO



En ocasiones, un poema que ya habías leído vuelve a ti con una fuerza desmedida de tal manera que, prácticamente, estamos todo el día con él a cuestas o en las mientes. Así me ha ocurrido con este bellísimo Noiturnio do adoescente morto de los Seis poemas galegos de Lorca. Cuenta Ramón González Alegre que, un día, cuando La Barraca había terminado de representar su obra en el pueblo coruñés de As Pontes de García Rodríguez, alguien, de pronto, gritó desde una esquina: “Ha un rapaz afogado no río” Y toda la gente marchó para el río, Lorca incluido. El poeta granadino, en esta maravilla de nocturno, recrea ese dolor, ese ambiente de tragedia que él vivió aquella noche en primera persona. He revisado la intentado mejorar la traducción al castellano porque, en las que he visto hay errores graves como, por ejemplo, traducir curtiñas por cortinas o arumes por agujas. Aquí os dejo esta maravilla lorquiana.

 

IV.  Noiturnio do adoescente morto

Imos silandeiros orela do vado
pra ver ô adolescente afogado.

Imos silandeiros veiriña do ar,
antes que ise río o leve pro mar.

Súa i-alma choraba, ferida e pequena
embaixo os arumes de pinos e d’herbas.

Ágoa despenada baixaba da lúa
cobrindo de lirios a montana núa.

O vento deixaba camelias de soma
na lumieira murcha da súa triste boca.

¡Vinde mozos loiros do monte e do prado
pra ver o adoescente afogado!

¡Vinde xente escura do cume e do val
antes que ise río o leve pro mar!

O leve pro mar de curtiñas brancas
onde van e vên vellos bois de ágoa.

¡Ay, cómo cantaban os albres do Sil
sobre a verde lúa, coma un tamboril!

¡Mozos, imos, vinde, aixiña, chegar
porque xa ise río m’o leva pra o mar!


IV.  Nocturno del adolescente muerto

Vamos silenciosos orilla del vado
para ver al adolescente ahogado.

Vamos silenciosos orillita del aire,
antes que ese río lo lleve hacia el mar.


Su alma lloraba, herida y pequeña
bajo los aromas de pinos y  hierbas.

Agua despeñada bajaba de la luna
cubriendo de lirios la montaña desnuda.

El viento dejaba camelias de sombra
en la claraboya mustia de su triste boca.

¡Venid mozos rubios del monte y del prado
para ver el adolescente ahogado!

¡Venid gente oscura de la cumbre y del valle
antes que ese río lo lleve hacia el mar!

Lo lleve hacia el mar de cuadras blancas
donde van y vienen viejos bueyes de agua.

¡Ay, cómo cantaban los árboles del Sil
sobre la verde luna como un tamboril!

Mozos, vamos, venid, pronto, llegad
porque ya ese río me lo lleva al mar!

 

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