sábado, 13 de mayo de 2017

MANUEL DE LA FUENTE VIDAL


Hacía algún tiempo que un poeta no me llegaba tan dentro como éste que os presento y que seguro que ya conocíais. Me refiere a Manuel de la Fuente Vidal, el hombre que, con un aliento bíblico y miltoniano, escribe en versículos de veintiún sílabas. No trato de hacer ningún estudio sobre este poeta, pero sí deciros que su lectura me ha deslumbrado como hacía muchas lunas. tanto en su libro Las naciones del llanto como con Servicios informativos. ¡Qué gran poesía de lo cotidiano visto por los ojos de este grandísimo poeta del que no conocía nada hasta este mes de abril pasado y al que he seguido leyendo y gozando en este maio longo tan rosaliano!  Lo mejor es como siempre dejaros con un poema suyo o, al menos, con un fragmento. Así lo hago para que no me pidáis cuentas.


        

Atardece en las tabernas llega cabizbajo el crepúsculo a los bares

y para ti y para mí las puertas de Jerusalén siguen todavía cerradas

y vamos como romeros taciturnos buscando u na página en blanco

vamos como atlantes exiliados en busca dela patria que un día nos robaron

caminamos a tientas tanteando con las manos sin darnos cuenta apenas

de que queda la huella austral de nuestra memoria en las pisadas

queda un poso de amargura a pesar de los pesares y de desolación en cada esquina

porque tú llevas prendida la tristeza como un clavel en la solapa

porque la vida están sólo un sucedáneo, una mala fotocopia

una lágrima que asoma como una bandera en los párpados del mundo

una queja un disparo un terremoto un tsunami una hemorragia

el lento amargo inalterable y pertinaz gotear de alguna jeringuilla

el rastro en tantas sábanas y colchas de agujas hipodérmicas

el rastro en tantos ojos de todo lo que este mundo exige gratis

y a los mejores cerebros de mi generación les toca sellar en la oficina del paro. 

 


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