domingo, 6 de junio de 2021

ANA IRIS SIMÓN O LA CHICA DE LA FERIA QUE ESCRIBE DE PUTA MADRE

 


Pues ya veis, va una chica de la feria, una feriante, y se marca una novela en la que nos cuenta de su madre ( la Ana Mari que es cartera rural) y de su padre (que también es cartero rural) y de su abuela la María Solo porque no se llamaba María Algo como otras familiares y de su hermano y de sus tías; y de cómo es La Mancha manchega, “que hay a mucho vino, mucho pan mucho aceite y mucho tocino” y de cómo un gigante sale en el Campo de Criptana, pero no es un gigante sino un molino porque la chica de la feria, como don Ramón María del Valle Inclán usa un espejo deformante( o a lo mejor es que la sociedad está deformada y es un espejo plano, normal que ya no sabemos ni cómo son los espejos de las ferias porque toda a vida ya es una feria y no andan los enanitos toreros, ni la Manolita Chen, ni un tío suyo cura en Filipinas. La feriante se marca una novela en la que dice, porque pa eso es de la feria, las verdades del cuidador del güitoma, o sea, el barquero y aquí no pasa ná. O las verdades de los calorrós del mercaíllo, que no son lorquianos, pero escuchan a los Chichos y a los Chunguitos.  Porque la chica de la feria no tiene empacho ni se corta un pelo en confesar que escuchaba a Camela y a Estirpe Imperial cantando Primavera, un himno de la División Azul, que dios me perdone desde Galapagar esta blasfemia contra la “libertad” del padrecito Stalin. Y, cuando acabas de leerla, uno que se lee a Berhard, y a Ciorán y a Pablo Perera Velamazán ( el filósofo de Saucelle y de Chamberí a partes iguales porque no sólo la Ayuso es de Chamberí que ya antes lo fue mi abuela Patro, nacida en la calle del Castillo, número ocho, junto a la calle Raimundo Lulio,  que me perdonen los de la CUP, pero así la conocí y así la nombraba mi abuela que iba a la kermés de Alonso Cano ). Y, cuando la terminas, te das cuenta que la chica de la feria ha escrito una novela que levanta ampollas, que está escrita con ese habla de Parla o de Fuenlabrada, pero que, quizás por eso, es una novela de putísima madre, sí señor, de putísima madre que en la feria no se anda uno con mandangas si no te quieres convertir en el hombre blandengue del Fary, el José Luis Cantero amigo de Antoñete, el torero de la calle Bocángel y del mechón blanco.

         Por cierto, me he puesto a decir bobadas y no he dicho que la chica de la feria se llama Ana Iris Simón y que, un día, en una piscina le pidió un beso a Aramís Fuster cuando la entrevistaban para Telecinco. Eso es tener un par de ovarios bien puestos y lo demás zarandajas.

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