domingo, 13 de abril de 2025

LUISA SIGEA, PUELLA DOCTA TOLETANA

 

Quiero hablaros de una mujer excepcional a la que cubre un olvido infamante: Luisa Sigea, la puella docta toletana, mujer culta del siglo XVI que, como veremos en este entrada, tuvo relación con María de Padilla, La Leona de Castilla,  cuyo verdadero nombre fue María López de Mendoza y Pacheco y que sería más tarde la mujer del comunero Padilla. Doña María tuvo por maestro a Diego de Sigeo, padre de Luisa y culto caballero cuya ascendencia fue más que  probablemente  francesa,  en esa corte pequeñita del Gran Tendilla en donde no se hacían distingos entre hermanos y hermanas y a todos se les daba una gran educación. Recordemos que hermano de doña María fue don Diego Hurtado de Mendoza, embajador y poeta. Pero dejemos a tan noble familia y volvamos con  Don Diego de Sigeo que marchó para Portugal y al que, en su exilio con María de Padilla,  lo acompañó su familia.  Doña Luisa sabía a la perfección el latín y se carteó con el papa Paulo III gracias a un amigo de su padre, el erudito italiano Girolamo Britonio. Y con  tanto acierto se carteó   que el Santo Padre se asombró del conocimiento que de la lengua del Lacio tenía esta puella de Tarancón que, por aquellos años, era diócesis y reino de Toledo, no como ahora que pertenece a la provincia de Cuenca. Y no sólo era docta en latín, sino que también lo era en griego, matemáticas, letras e historia. No quiero perder el hilo, pero ya os contaré del maravilloso poema que escribió esta mujer sobre Sintra cuando allí vivió con la corte portuguesa pues Luisa, allá por 1542, se convirtió junto a su hermana Ángela, en moça de câmara, un grupo de puellae doctae que constituían el séquito de doña María de Portugal. Hay que referir que, entre esas mozas estaba Paula Vicente, hija del poeta y dramaturgo Gil Vicente. Los portugueses, por su conocimiento  del latín,  las conocían como damas latinas o, en el propio latín, puellae doctae, apodo al que ya hemos hecho referencia con anterioridad.

         Luisa permaneció en esa corte portuguesa hasta que en 1552 se casó con el hidalgo burgalés Francisco de las Cuevas con quien tuvo una hija, Juana, que se casó con Francisco Ronquillo, bisnieto del célebre alcalde Ronquillo. Pero sigamos con nuestra Luisa que en 1558 se encuentra en Valladolid con su marido sirviendo en la corte de María de Habsburgo, hija de Felipe I de Castilla, que llegó a reina de Hungría por su casamiento con Luis II de Hungría y Bohemia. Todo iba bien hasta que la reina María murió de manera repentina y los Ronquillo Sigea se quedaron sin trabajo. Luisa escribió al mismísimo Felipe II, pero no obtuvo ningún resultado su epístola. Casi a la desesperada, escribió a Isabel de Valois, recién casada con el rey Felipe, pero la contestación nunca llegó. Aunque la reina consorte la recibió en Toledo y Luisa aprovechó la entrevista para entregarle en mano la carta en la que le solicitaba un empleo.

         Al no recibir respuesta de Isabel, Luisa se va para Burgos, patria chica de su esposo, en donde fallece el 13 de octubre de 1580. Había nacido en 1522 y se marchó con la amargura de que no servían para nada sus grandes conocimientos pues parecía que tampoco había gentes  que las supieran apreciar. Las cultas cortes renacentistas que tanto y tan bien usaban el latín, no aceptaban a esta culta mujer. Una pena.

         De su obra, vamos a destacar su Dialogus de differentia vitae rusticae et urbanae o Colloquium habitum apud villam inter Flamminia Romanam et Blesillam Senensem que no es sino un dialogo en latín sobre un tema tópico: el enfrentamiento entre la vida del campo y la vida de la ciudad. No podemos olvidarnos de su poema en hexámetros Syntra que escribió Luisa en Portugal en 1566 y que tuvo el honor de verlo publicado en París veinte años después.

         En estos años en los que se están recuperando mujeres que destacaron en los diferentes ámbitos del saber, no veo que esta lumbrera toledana ande en ese proceso de “resurrección”. Bien es verdad que sus obras están traducidas en una editorial toledana y que en su villa de origen, Tarancón, han publicado un cómic con su vida para que los jóvenes taranconenses sepan de la vida de su ilustre paisana. También contamos en Internet con la traducción que don Marcelino Menéndez Pelayo que, como Cantabria, fue infinito, realizó del poema de tema portugués pero escrito en latín del que ya hemos hablado y en el que se describe la bellísima ciudad de Sintra.

         Ya se ve a las claras que esto de ser escritor en España y dedicarse a las letras latinas y griegas no lleva más que al sufrimiento y a la miseria. El que lo probó lo sabe.

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