Benito Rodríguez Rey nació en
Cádiz, un 26 de enero de 1929, según cuenta él porque se lo contó su madre, en
medio de una noche de tormenta. La madre, que según Beni, era algo bruja, le
vaticinó que moriría el mismo día que había nacido y - cuenta de nuevo Beni con
su gracejo gaditano - cada 26 de enero respiraba tranquilo porque no se había
cumplido el fatal vaticinio materno. Era un hombre tocado por la gracia, abrasado
por el hálito de los dioses del cante; era un artista inconmensurable e
impredecible que podía llegar a alturas estratosféricas en el cante o quedarse sin
memoria en un festival. Ya en 1959 casi se muere y hasta se le hace un homenaje,
pero, como un Ave Fénix gaditana y llena de gracia, Beni de Cádiz resurrexit sicut dixit y en 1971 recibió
el Premio de Honor en el Concurso Nacional de Córdoba. Sin embargo, al poco la
enfermedad lo vuelve a tumbar por el suelo, pero Beni Fénix vuelve a resucitar
y en 1976 recibe el Premio Nacional de Cante. Sus últimos años los vive en la
pobreza, en el olvido, en la indiferencia. Jesús Quintero le hace una
entrevista antológica en la que Beni de Cádiz derrocha arte, simpatía y gracia
gaditana. Ahí es donde contó lo de su madre y tantas cosas más. Cantando era un
fenómeno, tanto en los cantes más ligeros como en los más hondos. Si alguien
tiene dudas, que lo escuche cantar por seguiriyas o por soleares y luego que
pruebe a oírlo por bulerías, por alegrías o por fandangos. Algunos lo acusaban,
como si eso fuera pecado, que se parecía mucho a Manolo Caracol, pero es que
los críticos siempre tienen que decir algo, aunque sean tonterías. Beni de
Cádiz se murió joven (no había cumplido los sesenta y tres), pero ya sabemos
por los griegos que “los preferidos de los dioses mueren jóvenes. Eso sí, su
madre no acertó porque Beni se nos fue en 1992, pero no el 26 de enero, sino el
22 de diciembre, ese día en que los Niños de San Ildefonso cantan el Gordo de
la Lotería de Navidad. ¡Hasta para morirse tuvo gracia el tío!
martes, 25 de agosto de 2015
LA PERLA DE CÁDIZ

Se
llamó para el siglo Antonia Gilabert Vargas, pero en el santoral del flamenco es conocida con el nombre de La
Perla de Cádiz. Nació en la ciudad más antigua de España en 1925 y se nos fue
en 1975 con tan sólo cincuenta años. Era hija de Rosa la Papera, gran cantaora
de bulerías, y tiene un puesto de honor junto a otros gaditanos como Beni de
Cádiz, Pericón de Cádiz o Aurelio Sellés. Cantó en los tablaos de Madrid (Los Canasteros,
Torres Bermejas, El Corral de la Pacheca o El Corral de la Morería), en los Gallos de Sevilla o en las Cuevas del Pájaro
Azul de su ciudad. Sin embargo, lo que os quiero contar es que un niño se
quedaba embelesado al oírla cantar; que ese niño era rubio y había nacido en la
Isla de San Fernando; que era gitano y que se llamaba José. Ya muchos habréis
caído en la cuenta de que ese niño, andando el tiempo y tras cantar en los
tranvías con su amigo Rancapino, se convertiría en el mítico Camarón de la
Isla. Ya se ve que en la vida, pese a lo que digan los malos pedagogos, influyen
muchos los buenos maestros.
MANUEL ARCE, UN CÁNTABRO DE LLANES
Manuel
Arce nació en San Roque del Acebal, una aldea del concejo de Llanes, en
Asturias, pero desde los seis años vive y escribe en Santander. Acabo de leer
una antología que recoge sus poemas entre 1947 y 1954 y que publicó Icaria en
junio de 2008. Desde muy pronto, entró en contacto con Maruri, Hierro, Gerardo
Diego y otros grandes de la poesía cántabra y española. Sin embargo, Arce es
más conocido como novelista y entre sus obras están La tentación de vivir, Anzuelos
para la lubina y, la llevada al cine junto con Testamento en la montaña, Oficio
de muchachos. No he leído ninguna novela suya y, cuando lo haga, os
contaré. De Arce me queda el recuerdo de un buen poeta al que merece la pena
leer. Por cierto, que ha poco ha cumplido ochenta y siete años. Iam senior, sed cruda viridisque deo
senectus que dijo Virgilio.
LOS FEOS DE VILLALPANDO
Desde
pequeño, Villalpando, la hermosa ciudad zamorana que cuenta con esa bellísima
puerta que es la de San Andrés y que es patria chica de un gran torero, Andrés
Vázquez,- que todavía en julio de 2012 le cortaba un rabo a un Victorino en el
L aniversario de su alternativa demostrando que con ochenta años aún queda vida
y arte, tenía el aliciente de los Feos, esas pastas duras y dulces que mis
padres compraban en la gasolinera de la entrada. Siempre que voy a Villalpando,
en esa hermosa Tierra de Campos zamorana, me traigo una caja de Feos para casa.
Para mí, los mejores son los de La Concepción, una confitería de las hermanas
Burgos que está en la Plaza Mayor y que, por larga tradición familiar, las
llevan haciendo desde 1850. Su fórmula es secreta, pero se basa en almendra,
azúcar, harina y huevo. A algunas personas les gustan mojadas en el café, pero
yo las prefiero “ a pelo”. Además estoy convencido de que son el secreto de la eterna
juventud del maestro Andrés Vázquez.
domingo, 16 de agosto de 2015
EL BANQUETE DE CONXO
No
todo banquete famoso tiene que ser por fuerza el de Platón. Hoy quiero hablaros
de otro banquete famoso: el banquete de Conxo.
El 2 de marzo de 1856, en ese lugar cerca de Santiago, obreros,
artesanos y estudiantes confraternizan y
son estos últimos los que sirven a los obreros y artesanos en un gesto social
que recuerda al lavatorio de pies a los apóstoles por parte de Cristo. Como es
lógico, esta subversión del orden social con los señores sirviendo a los
sirvientes no gustó nada en la ciudad del Apóstol. Entre los asistentes,
estaban Aurelio Aguirre, poeta del que Rosalía de Castro se basó para su Sombra negra y Eduardo Pondal. Se especula
con que la propia Rosalía estuviera presente en el acto, pero tampoco lo
sabemos con seguridad. Este banquete pasó a la memoria colectiva de Galicia.
Por cierto, que el Hospital Psiquiátrico de Conxo es un hermosísimo edificio
rodeado de un robledal que tomaron los ejércitos por miedo a que aquello
acabara en una insurrección. Y, de nuevo por cierto, de Aurelio Aguirre ya
hablaremos más adelante.
viernes, 14 de agosto de 2015
LOS MÁRTIRES DE CARRAL
Estamos en la España de Isabel II, más en concreto en la
conocida como Década Moderada (1854- 1844) en la que ejerció el poder el
Partido Moderado con el general Narváez como hombre fuerte de esta década que
llevó a cabo una centralización importante de la administración del Estado amén
de un recorte de las libertades y de los derechos. Así las cosas, el 2 de abril
de 1846, el segundo batallón del Zamora, establecido en Lugo y a las órdenes
del coronel don Miguel Solís y Cuetos se sublevó proclamando la disolución del
Consejo Provincial y de la Diputación. Solís pronunció una emotiva arenga a sus
soldados que terminaba así:
Gallegos, españoles todos.
¡Viva la Constitución!¡Viva la Reina libre! ¡Fuera extranjeros!¡Abajo el
dictador Narváez!¡ Abajo el sistema tributario!
El coronel Solís era gaditano,
del Puerto de Santa María, y estaba destinado en Galicia. Luchaba por la
Constitución y por “liberar” a la reina Isabel, una pobre mujer que había sido
educada para ser un títere de los políticos y generales de la época y cuya
máxima afición era comer y cenar con sus amantes en Lardhy al no ser su marido,
Francisco de Asís de Borbón, un enfermo de hipospadias y homosexual, el hombre
adecuado para dar la “talla” en el lecho marital. Al poco se unieron a la
sublevación las plazas de Santiago, Pontevedra y Vigo., estas dos últimas
ciudades al mando de Leoncio Rubín de Celis. El 15 de abril se constituye en
Santiago de Compostela la Junta Superior del Reino de Galicia que reclamó las
libertades que había abolido Narváez y un trato más justo para Galicia. También
en Santiago se constituye el llamado Batallón Literario que ya había actuado en
la Guerra de la Independencia.
Pero al Espadón de Loja no se le
escapaba ninguna sublevación y envió al general La Concha, capitán general de
Castilla la Vieja para acabar con los sublevados. Se produjo la batalla de
Cacheiras, en las afueras de Santiago, y las tropas sublevadas fueron
derrotadas. Tras esta derrota las tropas “leales” de La Concha procedieron al
saqueo y pillaje de Santiago.
Solís se refugió en el monasterio de
San Martín Pinario, pero se entregó por la tarde. Fue juzgado y condenado a muerte
en un juicio sumarísimo y ejecutado en la villa de Carral, La Coruña. También
el comandante Víctor Velasco y diez oficiales más fueron fusilados. El pueblo
gallego, en una situación de pobreza y de abandono, ya tenía unos mártires que
habían dejado su vida por Galicia y que de cuya sangre nacería la primera
generación de galleguistas, los que pensaban que, si Solís hubiera triunfado,
la situación gallega, siempre por supuesto dentro de España y por tanto nada
que ver con independentismos ridículos de cuyo recuerdo se apropian en las
jornadas “nacionales” del 25 de julio los chavales del BNG, hubiera sido otra y
Galicia hubiera tenido la oportunidad de hacer política sin ser “una colonia de
la Corte”. como dijo Antolín Faraldo Asorey, uno de los primeros provincialistas
gallegos, es decir, personas a los que le dolía Galicia y su estado de abandono
por parte del gobierno central. Y es que España, algunas veces, ha sido más
madrastra que madre. Pero de eso ya hablaremos en su momento.
LUIS LÓPEZ ANGLADA O LOS MILITARES TAMBIÉN SABEN ESCRIBIR
Luis
López Anglada era militar y de Ceuta o, mejor visto, al revés. Publicó en esa
colección que fue, antes de que la crisis de las Cajas de Ahorro acabara con
ella, la hija idolatrada y por la que tanto sufrió y fue despreciado en
ocasiones, ese sacerdote de Langa que
fue mi gran amigo ( sero te inveni)
Jacinto Herrero Esteban, el único grande poeta de Ávila entre amantes de
libélulas que se devoraban los cocidos en la comida de aniversario por San Juan
de la Cruz en su Fontiveros natal sin que ningún mortal en su sano juicio sepa
qué tienen que ver el misticismo arrobado de San Juan con un cocido garbancero
y contundente. Así les fue y les va, que las grasas del cocido se van
impregnando en su obra y los versos, por mucho que quieran hacerlos parecidos a
Celan, les sale con el olor al tocino, a los garbanzos y al buen chorizo que venden mis amigos de la Blanquita,
esa tienda que es el gran centro de información de Ávila en la que tanto te
puedes enterar quién es el próximo futuro candidato a Presidente de la Diputación
o dónde se vende un caballo bayo. Perdón por el excursus (creo que he superado a Don Antonio Ruiz de Elvira) y
regreso para contaros que López Anglada escribió sonetos muy elegantes y de
gran gusto y que su inspiración era de quilates, libre de grasas nocivas para
la poesía. También tuvo su faceta de ayuda a poetas noveles y de animador del
sarao literario. ¡Ah, se me olvidaba! Esto que voy a decir no haría falta
decirlo en otros países, pero en España, sí: he dicho que López Anglada era
militar y buen poeta. ¡Dios mío, ¿cómo es posible esto si los militares son
seres embrutecidos por el cuartel y cuasi analfabetos según vuelve esa estar de
moda en las soflamas de la izquierda que nunca se apea de tres o cuatro
consignas más viejas que el tabaco de la tabacalera de Sevilla en la que
trabajaba Carmen la de Bizet y la de Merimée? Pues porque nunca la lanza embotó
la pluma. Bueno, al menos la de escribir. De la otra, ni entro ni salgo.
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