lunes, 11 de marzo de 2013

EL POETA DEL FRÍO


EL POETA DEL FRÍO


            He terminado hace un par de días la lectura de Arden las pédrdidas, el penúltimo libro de Antonio Gamoneda. Antes leí su Libro del frío, en aquellas tierras frías de Ávila en donde lo conocí en aquellos lunes literarios que organizaba el poeta José María Muños Quirós. No hace mucho también leí su último libro, Canción errónea, y, también en las tierras abulenses, la antología que publicó en tiempo Cátedra. Su lectura es encontrarse, como dice Saúl Yurkievich, con un verbo prieto y denso “como salido apenas del silencio para quedar con él, para volver a él ni bien se profiere, verbo como desprendido del erial, de la contemplación de un paisaje desolado, como nacido de la fría extensión para dejar su melancólica constancia del despojamiento (…) La poesía de Antonio Gamoneda tiene la desnudez de la existencia.” Toda una aventura que os recomiendo para estas tardes de marzo en que la primavera ya comienza a apuntar en los almendros del camino de Herrera. Y para empezar, os propongo el poema con el que se abre Arden las pérdidas:

 

La luz hierve debajo de mis párpados.

De un ruiseñor absorto en la ceniza, de sus negras entrañas

 musicales, surge una tempestad. Desciende le llanto a las

antiguas celdas, advierto látigos vivientes

 
y la mirada inmóvil de las bestias, su aguja fría en mi cora-
zón.

 

Todo es presagio. La luz es médula de sombra: van a morir

los insectos en las bujías del amanecer. Así

 
arden en mí los significados.

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