lunes, 21 de abril de 2014

FERNANDO LILLO Y EL ARQUERO DE TROYA






       
Conocí  a Fernando Lillo en un curso en la ciudad de alcarreña de Pastrana cuando ambos éramos jóvenes profesores que empezaban en sus carreras didácticas. Aquel maravilloso curso en el que estaban ponentes de la talla de Moralejo o José Luis Vidal y que versaba sobre Virgilio nos dejó un recuerdo imborrable porque, además de los contenidos, magníficamente desarrollados por tales eminencias, dormíamos en el convento de monjas en donde Moratín escribió El sí de las niñas. Todo este rollo viene a cuento de que he releído (ya estoy en edad de releer), pero esta segunda vez en gallego, su libro Teucro, o arqueiro de Troia. Os lo recomiendo porque Fernando  nos introduce en la guerra de  Troya y, con acierto, nos va narrando las aventuras de Teucro ante las murallas de Ílion siguiendo la Ilíada y la Eneida. Luego, nos lo lleva a la Nueva Salamina con Eúne y termina fundando Helenes, mi Helenes del alma.
         Para otra entrada, os dejo el contar por qué se llegó a pensar que un troyano fundara Pontevedra.  Ya os hablaré de meine Quellen cuando éstas tengan limpias aguas porque aún están algo embarradas.  Hasta ese momento sublime para mí y para otros cuatro, leed a Fernando Lillo y no me leáis a Ruiz Zafón por mucho que hable de ángeles porque si los ángeles de Rilke eran terribles los de Zafón ni os cuento.

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