viernes, 14 de agosto de 2015

WILHELM MEISTER O EL MISTERIO INEFABLE



Cuentan que, un día que San Agustín estaba paseando por la playa, vio a un niño con un cubito echando el agua del mar en un agujero que había cavado e en la arena. El santo se quedó muy sorprendido y le preguntó que qué hacía con tanto empeño a lo que el niño le contestó:

-         Estoy intentando meter todo el agua del mar en este agujero.

El santo le dijo sonriendo:

-         Pero eso es imposible ¿No ves que nunca lo conseguirás?

A lo que el niño le contestó_

-         Pues eso te mismo te pasa a ti cuando intentas meter en tu cabeza los misterios de Dios. Y acto seguido desapareció.

si he traído a colación esta historia,   es porque, de la misma manera, no se puede meter en una humilde entrada de blog un libro como el Wilhelm Meister de Goethe porque es un libro tan grande, tan lleno de vericuetos y de sendas que cualquier intento de explicarlo lleva a un error porque quizás, como los grandes misterios de la religión es inefable y, si algo se explica, ya deja de ser misterio. Tan sólo os puedo hablar de algún personaje como Mignon, esa extraña niña hipersensible que tocó en el corazón de otro hipersensible como Schumann a la que dedicó su Réquiem para Mignon y una obrita de sus Paginas para la juventud. Beethoven también anduvo a vueltas con el Wilhelm Meister de Goethe. He tenido la suerte de leerlo en una traducción de Rogelio G. Falaguera, gran traductor del alemán y del francés allá por los años veinte y treinta para la editorial Ramón Sopena y del que, si puedo, me gustaría contaros algo más.

         Lo dicho, sólo su lectura puede acercarnos a este misterio en forma de libro. Un libro como una catedral que diría Manolo Cambronero.

 

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