martes, 18 de octubre de 2016

CARTA AL MAESTRO AZORIN



Maestro Azorín, muchas gracias por haber escrito esa novelita rosa maravillosa que es María Fontán (no hay géneros, hay escritores); por hacerme sentir la Castilla de Maqueda en tan sólo una palabra; por llevarme de tu mano a París, a ese San Julián el Pobre que tanto te gustaba y al que peregriné cuando estuve en la ciudad del Sena; gracias por esta historia, contada a una marquesa en su casa de El Viso; gracias por tu prosa que, aunque mal llamada apneica por algunos, sigue siendo un ejemplo de buen castellano; gracias por los viajes que me llenaste con tus historias en las que los zaguanes tenían cántaros que rezumaban el frescor del agua y en las ciudades, al ponerse el sol, salían monjas con carteras para cuidar enfermos. Y, sobre todo, maestro, gracias por haberme dejado tus ojos para mirar el mundo, para mirar la iglesia de la Vera Cruz en Segovia, esas ciudades en que las campanas suenan de noche, esas tenerías por las que cruzan a sus mechinales los labrantines. Es tanto lo que me habéis regalado en vuestra prosa, maestro Azorín, que no podré nunca pagároslo. Sabed que tenéis mi incondicional admiración.

Suyo afectísimo

LUIS

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