jueves, 22 de febrero de 2018

JOSÉ MANUEL MONTERO, EL AGROTENOR





José Manuel Montero está representando estos días el Falstaff de Verdi en su papel del Doctor Cajus. Esto es una noticia, pero no reviste ninguna novedad. Sin embargo, si sigo adelante, veremos que José Manuel Montero es alguien muy especial. Vamos a ello.
         En primer lugar, cuando un tenor acaba sus funciones en un teatro, puede hacer lo que Plácido Domingo y regresar al escenario vacío para cantar un fragmento de la obra que cantará en su próximo estreno; también puede marcharse a su casa a descansar o coger un avión que le llevará a su próxima representación operística. Pero Montero no hace nada de esto: nada más acabar la función, se va  la cama porque, al día siguiente, a las cinco y media de la mañana,  tocará el despertador. ¿Para coger un avión? No, para irse a correr la maratón sevillana. Con esto ya nos bastaría como curiosidad, pero es que Montero, que ha abierto su caja de sorpresas, no para. ¿Qué tiene que ver un tenor con el ejército? En principio nada, salvo que cante en los Coros del Ejército Rojo. Y Montero, además de tenor, fue técnico de comunicaciones del Ejército español. Bueno, se me puede refutar diciendo que Alfredo Kraus también estudió un peritaje, pero creo que no es lo mismo porque Montero fue suboficial desde los 19 a los 26 años y, como él dice, combinaba la guerra electrónica con la Escuela Superior de Canto de Madrid. Pero la cosa no para aquí y él mismo lo cuenta: “Estaba con los amigos de viaje por Europa y, estando en Múnich en la cafetería de la ópera, nos pusimos a cantar y me escuchó de forma casual el director de la Escuela de Ópera, habló conmigo y me dijo que si tenía formación, que le había gustado mi voz para una producción de Cosí fan tutte. Buscaba una voz como la mía. Hice la audición. Y así empezó todo”.  Esto ya es, con perdón, la repera, pero la cosa sigue: como el tenor – militar necesitaba seis meses para la producción, pidió cuatro meses de excedencia que le daban por ley, otro de vacaciones y otro que le hicieron los compañeros que, con el teniente coronel a la cabeza le decían: “Tú tira, Montero”. ¡Para que luego digan que los militares no tienen sensibilidad!  Si todavía esto les parece poco, José Manuel Montero, toledano de nacencia, en los periodos que no tiene producción operística, se dedica al campo. Sí, han leído bien: al campo. Se sube en el tractor y se pone a arar; se baja y poda los olivos y las viñas; se sube otra vez y siembra. Luego, por la tarde, se pone a vocalizar, corre con los amigos y, como colofón, hace la cena para esperar a su santa esposa que,  cuando llega, se encuentra el plato humeante sobre la mesa. Podría añadir que su dominio del alemán – se pasó quince años en Alemania -  le ha permitido grabar el Winterreise de Schubert; que domina el ruso;  que ha sido el primer español en cantar el papel de Mime en el Sigfrido wagneriano y que, próximamente, debutará en el papel de Egisto en la Electra de Richard Strauss. Les podría contar más cosas, pero creo que no me van a creer y van a pensar que me lo estoy inventando. En fin…

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