martes, 13 de febrero de 2018

WALT DISNEY, EL CORRUPTOR DE LA JUVENTUD Y OTRAS PAYASADAS PARA SALIR EN LOS MEDIOS





Pues resulta que la culpa era de Walt Disney, viejo fascista con el estúpido deseo de ser inmortal. Por culpa del señor del bigotillo fascista al estilo de Franco y de Hitler, tenemos esta sociedad de mierda. Servidor, que se crio con sus películas, que ha llorado con la Sirenita y con Pocahontas, que se le partió el alma con Bambi y que leyó con entusiasmo los libros en los que se reflejaban estas películas, es un completo depravado sexual, un criminal, un machista sin remedio y todo por haber visto tus películas, viejo congelado como una merluza. Marta Fornés, una poeta valenciana, lo ha contado todo en un poema y yo he dicho: ¡Tate, de ahí me vienen tantos vicios, tanta depravación, tanto machismo! Si no hubiera llorado en el cine viendo El rey león, yo sería ahora un tipo que respetaría a las mujeres y no sería un cerdo machista. Resulta que Blancanieves practicaba la necrofilia, Cenicienta era una estúpida porque buscaba a un príncipe azul que para algunos era un retrasado; Hércules porque, como todos los héroes griegos, era un macarra, unos proxeneta, un lenón de comedia de Plauto . Resulta que esas imágenes y esas canciones educaban en el machismo porque Blancanieves tendría que haber abierto sus níveos muslos al príncipe y haber fornicado sin rebozo por mucho que la putón de la madrastra y el montero lo hubieran intentado impedir. Pocahontas era una india sin conciencia de su pueblo que se entrega al fascista del capitán Smith. Muy mal, Walt, muy mal. Mis hijos ven unos dibujos animados que son una mierda en los que unos niños monstruosos eructan y peen, pero lo de Walt Disney era mucho peor. Por ejemplo, ¿a quién se le ocurre sino al que asó la manteca el poner con música de la sexta de Beethoven el encuentro amoroso entre los centauros y las centauras? Una mariconada imperdonable, viejo asqueroso de Walt Disney. En la posmodernidad, ese encuentro se hubiera resuelto en un bar de copas, leyendo las putas sombras del Grey y con un par de coitos bien filmados y con sumo detalle como si la película fuera un tratado de ginecología.  Mis hijos, a los que dejo ver las películas que llenaron mi infancia de historias, se están alimentando, sin yo saberlo hasta ahora, hasta que Marta Fornés ha escrito su poema, con bazofia que los convertirá en depravados. ¡Y todo porque el viejo del bigote fascista no le dedicó una peliculilla a los amores de dos ninfas lesbianas que hubieran sido impensables en la época en que se hicieron las películas. (¿Cuándo vamos a dejar de juzgar la historia desde nuestro punto de vista?¿Aguantaremos nosotros los juicios que nos hagan en los siglos venideros? El poema no lo pongo porque no merece la pena. Sí la pena, la puta pena que me da esta sociedad de mierda que estamos creando entre todos. De pena, oye, de puta pena.


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