lunes, 5 de noviembre de 2018

SEBASTIÁN DE VIVANCO


En aquellas noches de frío abulense, mi aventura noctámbula terminaba en la librería de mi amigo Senén Pérez, el librero de Ávila, y, al salir, me fijaba en el monumento que dominaba la plaza, -antes de que la dominara el edificio de Moneo-, desde el centro,  con la imagen de Santa Teresa y con los nombres de abulenses ilustres. Allí estaban Sancho Dávila, el rayo de la guerra, y buen músico que tuvo la desgracia de nacer tres años después de Tomás Luis de Victoria. Cuando se vive tan cerca de  una luminaria tan grande, su luz impide que se nos haga justicia y Sebastián de Vivanco, nacido en Ávila en 1551, no ha llegado a tener, de manera injusta, la fama que si que ha alcanzado el ya mencionado Tomás Luis  de Victoria. Mucho viajó Sebastián: primero a Cataluña (antes de que estuviera Quim Torra,  que lo hubiera echado por castellano y por haber venido en un tren franquista para colonizar Cataluña). Anduvo luego Sebastián por Sevilla y, estando en la capital hispalense, lo tentaron sus paisanos con ser maestro de capilla a lo que Vivanco aceptó. Pero los sevillanos, más poderosos económicamente, hicieron una contraoferta (¡Mira, como los de Vodafone!) que incluía el salario de maestro de capilla más unas cuantas prebendas y beneficios que igualaban su sueldo con el de un canónigo. Sebastián firmó por Sevilla a principios de 1588 para vivir como un canónigo, pero, el 17 de marzo, pidió al capítulo de Sevilla que le pagara el viaje de regreso a Ávila. No sabemos lo que le movió para regresar a su ciudad natal: ¿la luz de los atardeceres? ¿el saúco perfumado de la muralla?¿las silentes pisadas en la piedra de los palacios?; sabemos (pero poco) que vivió catorce años en Ávila y que en ella estaba en 1595 cuando se trasladaron los restos de San Segundo, patrón de Ávila, con esas procesiones que duraron diez días y que tan bien nos cuenta Antonio Cianca.

         Siete años después, en 1602, Vivanco sale de nuevo de Ávila y va para Salamanca (“la blanca, ¿quién te mantiene? Los carboneritos de Ávila que van y vienen.) Pero Sebastián ya no volvió más a su Ávila, al menos como músico. La cátedra de música de Bernardo Clavijo de Castilla fue declarada vacante y Vivanco la ocupó por oposición. En Salamanca moriría un 25 de octubre de 1622, once años después que su paisano Tomás Luis de Victoria.

         Como soy muy atrevido, le he escrito este poema para cerrar esta entradilla de blog.

 


 

 
SEBASTIÁN DE VIVANCO

 

 

    En la noche de oscuros faroles helados,
arañando la piedra y la sombra,
me llegaba tu voz de perfecta escritura
reproduciendo el rumor del Adaja
junto al viejo molino enamorado del río.
Aún hoy me amenazan los años pasados
con noches que ansiaban el alba;
con camas heladas dejando en mi cuerpo
el frío sudario del miedo y la angustia.
Ante tanto dolor sin medida,
me llegaba tu música de acordes perfectos
y un sol de esperanza modulaba en tu Gloria
mientras oscuros fantasmas se retiraban
a palacios solitarios de alegrías dolientes.

 

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