domingo, 28 de abril de 2019

VÉRTIGO DE SEBALD




 Ayer terminé con una gran pena esa novela maravillosa que es Vértigo de Sebald. Digo con pena porque su lectura me ha proporcionado uno de los ratos más placenteros que me ha podido proporcionar lectura alguna. Como Sebald es un autor del que se ha escrito mucho y bien, omito cualquier intento de análisis culto -  que tampoco estaría a mi alcance-,  y me centro en las sensaciones que como lector he experimentado.
         Dividida en cuatro partes (Beyle o el extraño hecho del amor; All'estero; Viaje del doctor K. a un sanatorio de Riva y Il ritorno in patria) puedo deciros que la última parte, sin que desmerezcan las otras tres, es de lo mejor que he leído en literatura alemana en lo mucho que llevo leído a mi ya provecta edad. Y no sólo en literatura alemana, sino en literatura de cualquier país del mundo. La emoción con la que Sebald “ritorna in patria” en esos pequeños relatos que van conformando su niñez son tan sublimes que, al terminar, he sentido pena por que Sebald no alargara la novela unas páginas más.
         Sebald además va haciendo un recorrido por el arte, por la música (todos habréis visto las connotaciones monteverdianas que tiene esta cuarta y última parte de su novela) y por mil cuerdas que va tejiendo como una red en la que atrapa al lector. Sé que esto es un tópico, pero,  para una prosa tan grande como la de Sebald, me quedo sin palabras.

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