Begoña
Abad es portera o lo fue porque quizás a su edad ya esté jubilada. Fue ama de
casa durante cincuenta años, pero a esa edad le crecieron alas y consiguió una
portería y una vivienda en el último piso desde donde ve los tejados y los
gatos como si fuera un hada buena que protege las cosas pequeñas, esas a las
que los poetas estamos obligados a cuidar. Begoña Abad es de Burgos, de un
pueblecito que se llama Villanasur Río de Oca, allá en los montes de Oca, en
esas tierras de Merindades por las que anduvieron los Ansúrez de donde le viene
el nombre antiguo a la población: Villa
– Ansur. Por cierto, que como homenaje a mi buen amigo Eduardo Rodríguez –
Monsalve y Pastor, que es de Valladolid de toda la vida, antiguo alumno del Lourdes (sección atea, por supuesto)
y gallego por parte de abuela amén de lector de este blog, quiero contar que su
sobrino, Ernesto Rodríguez- Monsalve, un
músico excelente que entra y sale de Salzburgo como el propio Mozart, compuso la música para una cantata al Conde
Ansúrez a la que puso letra el poeta Carlos Aganzo y que lleva por título Ansur. Así se puede leer en una placa
que está frente al altar mayor de la Catedral de Valladolid. Cultos que son los
Monsalve y culto que es Aganzo al que aprecio desde sus años en el Diario de
Ávila y del que también se pueden leer unos versos en la villa romana de
Almenara-Puras. Un servidor estuvo de telonero suyo en un acto poético en dicha
villa al que acudió toda la pomada provincial con Carnero a la cabeza por
entonces presidente de la Diputación y, a día de hoy, alcalde de Pucela y
senador del maltrecho Reino de España. Nos sirvieron un merum (vino romano) de exquisito paladar. Como poeta de nada me
sirvió pues me siguen leyendo mis cuatro viejas en Potes y las dos de Marín más
una pipera de Vinaroz. Pero eso es otra historia. Sigo con lo de Begoña.
Begoña Abad es poeta desde siempre (
poeta se nace) y escribe maravillosamente bien. He tenido la fortuna de llegar
a sus poemas gracias a Luis Rosales Fouz, hijo de don Luis Rosales, que habló
de ella en Facebook. Un servidor se quedó con la copla y se puso a leerla con
agrado y simpatía.
En su poesía está la vida y por eso
está el amor, el desamor, la cesta de la compra, la política y tantas cosas más
que la configuran.
Siempre creí que una portería era un
lugar poético desde donde se ve la vida pasar. No en vano, Umbral decía que a
Baroja, de no haber sido médico y panadero, le hubiera venido muy bien una
portería en alguna casa antigua matritense con su brasero en una mesa de
camilla para calentar el chiscón.
Begoña Abad escribe bien y, como para
muestra vale un botón, ahí os dejo un poema suyo.
Líbranos, Señor,
de
los curas oscuros,
de
los banqueros guapos,
de
los políticos limpios,
de
los armarios sin fondo,
en
los que cabe todo,
de
los sexos pacatos
que
no follan, sólo hacen el amor,
de
los ambiguos que miran de reojo,
de
los sabios ausentes,
de
los ricos de puño en alto,
de
los que levantan murallas
y
dicen que son adosados,
de
los dioses de barro,
de
los jueces de otros,
de
los abogados con tragaderas,
de
los cielos sin escalera,
de
los que están de vuelta,
de
los que no se fían,
de
los que siempre piden como si dieran,
de
los que oyen sin escuchar,
de
los que siempre avanzan,
y
de aquellos que no aman
por
miedo a ser amados.
Palabras
de amor para esta guerra (2013)
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