domingo, 5 de octubre de 2025

LA ÉPICA AL PIE DEL CAÑÓN DE ALONSO DE ERCILLA

 


Llevo varios años queriendo escribir esta entrada sobre La Araucana de Alonso de Ercilla, pero no la termino nunca La Araucana, no la entrada). Decía Zunzunegui, un escritor de Bilbao al que nadie recuerda y que, según Umbral, tenía fama de gafe por lo que don Paco, nada adicto a tales historias de gafancias irracionales, frecuentaba con más entusiasmo, que las obras como La Araucana no se las leía nadie. Os confieso que me faltan algunos cantos y que su épica es una épica a pie de obra. Me explico.

         Homero escribe sus obras varios siglos después de ocurridos los hechos; Virgilio, ni os cuento; Estacio, otro tanto y Apolonio de Rodas se centra en los hechos legendarios del viaje de los Argonautas. Todos escriben de lo que no vieron, sino de los que les contaron o leyeron. El más cercano, casi contemporáneo a los hechos, es  mi querido don Luís con sus Lusiadas, del que un servidor tradujo cincuenta sonetos que son cincuenta obras de arte (por él, que no por mí). Sin embargo, Ercilla no; Ercilla va escribiendo su obra a medida que ocurren los acontecimientos. Es una épica (y nunca mejor dicho) al pie del cañón. Me imagino a Ercilla en la batalla y luego, al llegar a un lugar seguro, sentado en alguna mesa desvencijada escribiendo octavas reales y dejando algunas manchas de su propia sangre en el papel.

         Su poesía no es excesivamente brillante, pero tiene algo impagable: la cercanía absoluta a los hechos. Eso le da un charmé absolutamente irrepetible.

         El cuadro de la ilustración es de El Greco por si se sigue apreciando en España a sus buenos pintores.

         Por cierto, por si lo de Zunzunegui y su gafancia fuere cierto, acabo de hacer la higa y  escupir tres veces por la ventana.

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