lunes, 31 de diciembre de 2018

LOS PIANISTAS DEL OTRO MUNDO: WILHEM KEMPFF



He terminado ayer de oír esa maravilla que es la obra completa de Schumann interpretada por Wilhem Kempff, ese pianista y compositor alemán que tocaba a Beethoven, pero que no se olvidó nunca de Schubert, Schumann o Chopin. Es más, grabó las obras completas de estos compositores además de obras de Liszt, Brahms o Bach. Su manera de tocar era “religiosa” y, cuando se escucha su Schumann,  se escuchan oraciones al piano. En las Waldszenen, Kempff te mete en los claros del bosque y en los Kinderszenen juegas con los niños y sueñas con ellos. Os podría hablar de la Sonata nº 2, de la Kreisleriana o de las Piezas nocturnas en las que el arte del pianista de Jüteborg hacía que las partituras se elevaran hasta los cielos de la música. Lo curioso es que este alemán sabio y culto no tocó en Londres hasta 1951, cuando ya contaba con cincuenta y seis años; a Nueva York no “llegó” hasta 1964, con sesenta y nueve años. Estuvo tocando toda su vida y pasó su vejez en Positano a donde peregrinaban los discípulos para escuchar al maestro. Ya no quedan pianistas como éstos, pero gracias a los discos podemos seguir disfrutando de estos pianistas de “otro mundo”.

DON LUIS SEGALÁ Y ESTALELLA




En los años por los que yo estudiaba en Madrid, allá por los años ochenta del siglo pasado, las traducciones de la Ilíada que teníamos a mano eran dos: la de José Alsina en los Clásicos Planeta y la de Segalá en Austral. Andaba también la de Emiliano Aguado en Edaf y creo que poco más porque García Calvo no había terminado la suya en verso y Emilio Crespo Güemes no había terminado tampoco la suya. Quedaban estas dos grandes traducciones que nos reservaba el siglo XXI y, recuerdo ahora,  que sí que estaba la de López  Eire que debió de salir por el año 1989, es decir, aun año antes de que acabáramos la carrera la gente de la promoción 1985-1990. Pues sobre esto quisiera contaros una anécdota.

         Resulta que mi buen amigo Vicente Calvo, profesor en la Rey Juan Carlos en el día de hoy, le pidió a los reyes una traducción de la Ilíada y los Reyes,  que, poco versados,  según el parecer de aquellos estudiantes imberbes que éramos, le trajeron la de Segalá. Recuerdo cómo mi buen amigo se quejaba de que le habían traído “ la traducción de Segalá” a la que considerábamos una mala traducción.

         Han pasado los años y la  opinión mía sobre esta traducción- la de Vicente Calvo la desconozco, pero ya le preguntaré- ha cambiado sustancialmente: la traducción de Segalá es magnífica, ajustada la texto y con un castellano bellísimo porque  no porque se tenga como lengua materna el catalán hay que desconocer el castellano. García Gual  - no hace mucho lo leía, lo alaba sin remilgos.

         Segalá y Estallella era barcelonés, amigo de Prat de la Riba y profesor en Sevilla y en Barcelona. Los de Esquerra Republicana seguro que ni lo han leído, pero les convendría tomar ejemplo.

EL HOMBRE SIN ATRIBUTOS



Han sido dos meses de ardua lectura en varios lugares y llevando los dos tomos de la obra cargada en mi mochila. Ha sido dos meses en los que he mezclado otras lecturas, pero han sido dos meses conviviendo con Robert Musil y sus personajes. Han sido dos meses habitando en Kakania con generales, con pintores, con esa pareja de enamorados tan peculiar en la historia de la literatura pues son hermanos;  han sido dos meses en que el texto se me enfrentaba y he tenido que luchar contra él con mucha paciencia porque Musil entra en terrenos complicados. Pero puedo decir con satisfacción que he leído El hombre sin atributos, esa obra fundamental de la literatura del siglo XX; esa obra que nos leva a la mejor literatura en lengua alemana, a esa literatura difícil, pero tan hermosa que te engancha a ella. Mientras la leía pensaba en el ímprobo trabajo del traductor, en la dificultad que tiene esa obra en su alemán original tal como se puede ver en la dificultad que, aún en castellano, tiene para el lector. Una maravilla necesaria como los cuartetos de Shostakovich.

sábado, 29 de diciembre de 2018

EL CORAZÓN SECRETO DE ELÍAS CANETTI



Hay palabras que te llegan  a lo más profundo del corazón. Elías Canetti, nuestro querido Canetti, dice unas palabras lapidarias en la página 15 de El corazón secreto del reloj:

Que Dios haya muerto o no: es imposible no hablar de él, que ha estado ahí tanto tiempo.

Y es verdad, maestro Canetti, que Dios ha estado y está presente en nuestra cultura occidental y que el arte sería otro sin Él; y, si decimos el arte, también podemos decir la poesía o la música.

En una línea y media, Canetti dice más que muchos en un libro entero. Ahí se ve lo que es ser un maestro.

BOECIO EN BOECILLO



Severino Boecio es un autor romano ya del siglo V después de Cristo cuya importancia es mucha. Su Consolatio philosophiae, compuesta en la cárcel al igual que santo Tomás Moro, es una obra clave como puente de unión entre el saber grecorromano y las escuelas monacales en donde se impartía el trívium y el quadrivium. De Boecio arrancan los grandes escolásticos cuya cabeza más conspicua es Santo Tomás de Aquino. Pero es que además de entregar a los escolásticos la terminología, los conceptos y el método de trabajo,  su Consolación de la filosofía ha sido durante muchos años, al lado de libros como la Biblia, los de Séneca o los de Marco Aurelio y el Kempis, el gran libro de meditación de monjes, príncipes y gente de la literatura. Boecio viene de un verbo griego que significa ayudar y eso es lo que ha hecho Boecio durante siglos: ayudar a quien necesitaba sus reflexiones que recoge de la Filosofía, esa señora que se le aparece en la cárcel. Un libro fundamental en la historia de la Filosofía.

KARMELO C. IRIBARREN, MI GRAN POETA



De locos sería el que yo me pusiera  a tratar aquí de la poesía de Karmelo C. Iribarren cuando mentes tan preclaras de la literatura como Túa Blesa ya lo han hecho. ¿Qué podría yo, en mi humildad de lector, aportar a lo que sesudos catedráticos han dicho ya sobre este poeta donostiarra que tan y tan merecidamente triunfa? Poca cosa; sin embargo, sí que quiero decir lo que he sentido al leer Seguro que esta historia te suena, su poesía desde 1985 al 2015, es decir, treinta años de palabra poética. Vamos con ello:

En primer lugar, decir que Iribarren centra su poesía en un paisaje urbano en donde no faltan las autopistas, los autobuses, los moteles y la ciudad en general. Esta ciudad suponemos que es Donostia, pero podría ser una ciudad norteamericana porque se ve a la legua que Carmelo ha leído a los americanos y los ha leído con aprovechamiento, tal y como nos decían los frailes del sagrado Corazón. No aparece para nada el paisaje rural guipuzcoano y todo es urbanita al cien por cien.

En segundo lugar, Karmelo escribe de manera sencilla (¡Ojo con la sencillez que a veces es más compleja que la complejidad), con palabras de la calle, (cuenta que le dijo Celaya que no utilizara palabras que tuviera que buscar en el diccionario) y con un verso claro por lo que cualquier lector de prosa, no habituado a la poesía, puede leerlo sin dificultad. Nada de poemas crípticos.

En tercer lugar, Iribarren usa esa técnica milenaria del epigrama: dejar el final como un latigazo o una picadura de avispa. Así en Marcial, antes en Catulo y en todos los grandes epigramistas que en el mundo han sido.

En cuarto lugar, Karmelo se construye un personaje poético rentable que no sé si es él mismo o disfraza su yo de tío duro, pero que, a poco que se le hurgue, se le nota un corazón tierno. Ya lo dijo un santo de Roma que no se debía llevar el corazón ebn la mano.

         Deciros que hay poemas de Iribarren que siento no haber escrito porque son verdaderamente geniales. Personalmente, los que más me gustan son aquellos en los que el tipo duro se pone tierno y nos habla de su chapa del KAS, de su relación con el viento, con la lluvia, de su paraguas roto, de esas estaciones abandonadas que se parecen a sí mismo, de ese tren al que lo ilumina el amor de su chica, en fin, tantos poemas que he señalado en el libro porque son realmente muy buenos.

         Por último, decir que la fama de Karmelo Caballero Iribarren es justa y merecida. Estamos ante un poeta de valía que escribe en las antípodas de mi manera de escribir, pero que,  o quizás por eso, no dejo de admirar y disfrutar.

         Si un día regreso a Donostia, ya nos veremos por allí. Le invito a usted, señor Iribarren, a unos txiquitos en Alkalde, allí donde mi abuelo Luis, en los años cuarenta, disfrutaba de aquellos bocadillitos de jamón que eran únicos en el mundo. Por cierto, la última vez que estuve en su ciudad, tuve la desgracia de comprobar que el Alkalde que conocí con mi abuelo en los ochenta ya no es el mismo. Ah, se me olvidaba:  zorionak eta urte berri on.

miércoles, 26 de diciembre de 2018

ÁNGELA ÁLVAREZ SÁEZ Y FRIDA KAHLO



No conocía de nada a Ángela Álvarez Sáez, pero, a través de Internet, he sabido de ella y me he leído La columna rota, un libro editado por mi amigo Antonio Huerga, el semidiós de la movida madrileña. Tras su lectura, deciros que me ha gustado, pero que me ha tenido la poeta con la tableta en la mano buscando los cuadros de Frida Kahlo para relacionarlos con los poemas. Le diría a don Antonio que se gaste las perrucas y que prepare una edición en que vayan, en páginas confrontadas, los cuadros con los poemas. De verdad,  que el libro ganaría un montón. Como soy un tipo simpático, no te voy a cobrar nada por la idea, pero porque un amigo es un amigo, como dice el gran Paco Candela.