domingo, 16 de junio de 2013

ET VIA IMPIORUM PERIBIT


         He vuelto a leer a Palacio Valdés y, en esta ocasión, ha sido su novela La espuma. Tenía muchas ganas de leerla desde que, en la introducción a una colección de cuentos del autor de Laviana , Carmen Bravo-Villasante decía que era su mejor novela. ¡Y vaya que lo es! Estamos ante la gran novela de Palacio Valdés, con unos personajes maravillosamente construidos, con unos ambientes perfectamente descritos y con un ritmo narrativo genial. Para mí, como para la gran escritora de literatura infantil, es su mejor novela, en algunos aspectos pareja a La Regenta , la novela del que era gran amigo de don Armando, Leopoldo Alas, Clarín. En la novela, hay momentos sublimes como la excursión a Riosa para visitar las minas del duque de Requena o el personaje de Raimundo, un pobre entomólogo al que la fuerza maléfica de una mujer sin amor y sin moral, acaba destruyendo. Porque lo que parece querer decirnos Palacio Valdés es que el mal mancha lo que toca y que, al final, como dice el Salmo número 1, la senda de los pecadores acaba mal. Una gran novela que he leído en una edición de 1917 tipográficamente preciosa y que me ha hecho todavía más gustosa su lectura. Una novela de las que ya no se leen y que me confirma en la opinión de que Palacio era un gran novelista que, quizás se dejó llevar por una literatura más costumbrista en ocasiones, pero siempre de gran calidad literaria.

 

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