jueves, 6 de junio de 2013

LUIS CERNUDA O LA SENSIBILIDAD DE UN HOMBRE

¡Qué gran poeta si hubiera tenido otro país que le hubiera entendido! Y no me valen las gracias de Juan Ramón, otro gran poeta, cuando decía que era un mal poeta traducido del inglés. Cernuda fue un poeta sensible, demasiado sensible en un país de puros machos ibéricos. He releído su poemario Las nubes y me ha dicho tanto o más que la primera vez que lo leí. ¡Qué hondura de poemas y qué hondura de poeta! Se le lee muy poco quizás porque sus poemas son difíciles de recordar, pero su lectura es siempre gratificante. También se ha puesto en duda su amor a España en estos tiempos en que ya nadie cree en España sino es para esquilmarla. Leed el poema del libro que comento para que se os despejen las dudas. En definitiva, un gran poeta para un país que no lo supo entender. Este poema que subo a mi blog tiene muchas reminiscencias de otro gran poeta sevillano del que parece que ahora da vergüenza hablar: Gustavo Adolfo Bécquer. Sin embargo, los pocos espíritus que no están embrutecidos por la telebasura lo apreciarán.
Si el hombre pudiera decir lo que ama,
si el hombre pudiera levantar su amor por el cielo
como una nube en la luz;
si como muros que se derrumban,
para saludar la verdad erguida en medio,
pudiera derrumbar su cuerpo,
dejando sólo la verdad de su amor,
la verdad de sí mismo,
que no se llama gloria, fortuna o ambición,
sino amor o deseo,
yo sería aquel que imaginaba;
aquel que con su lengua, sus ojos y sus manos
proclama ante los hombres la verdad ignorada,
la verdad de su amor verdadero.

Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien
cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío;
alguien por quien me olvido de esta existencia mezquina
por quien el día y la noche son para mí lo que quiera,
y mi cuerpo y espíritu flotan en su cuerpo y espíritu
como leños perdidos que el mar anega o levanta
libremente, con la libertad del amor,
la única libertad que me exalta,
la única libertad por que muero.

Tú justificas mi existencia:
si no te conozco, no he vivido;
si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido.

 

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