lunes, 26 de enero de 2015

LA CARICIA DEL ASFALTO



 


 

Hacía tiempo que no leía un libro poético con enjundia, con aquello que mi querido y admirado don Antonio Ruiz de Elvira denominaba, aplicado a la música de Hnadel, mas strepitum, es decir, el rotundo sonido del macho. Digo esto porque ya está uno harto de poetas llenos de libélulas temblorosas que escriben para ganar concursos que les han amañado los amiguetes cuyos nombres no cito porque los conocemos todos. Lo digo también porque estoy harto de poemas sin fuerza, sin brío (renglones de prosa mal cortada para que la lean gentes que no leen poesía porque, hoy en día, señores, aunque parezca contradictorio, la poesía se escribe para los que no leen poesía). De ahí que tenga que ser una prosa malparida y malcortada la que sustituya a los versos que otrora tenían rima y ritmo, algo de lo que ya nadie se acuerda. Y lo digo, sobre todo, porque este libro que nació, como tantas cosas en España, en una taberna en la que no entrarían jamás los paulcelanines que ganan los premios “literarios” porque se han olvidado de que hay más sabiduría en el vino de las tabernas que en los vinos de crianza con que bañan sus entecas obras los paniaguados de Gobiernos, Comunidades, Academias y Ayuntamientos, digo pues que hay más poesía que en todas las publicaciones que se repiten como clones.  Además el libro hace que nos movamos en nuestras maravillosas butacas burguesas. Como bien dice otro gran poeta, Antonio Capilla Loma, una carga de profundidad contra las conciencias abotargadas. ¡Amigo, José Carlos, sin saberlo, tu y yo, como Strauss y Mahler, estábamos escribiendo sobre el mismo tema cuando el primero escribí su Tod und Verklärung  y el segundo, su segunda Sinfonía, la “Resurrección”. Tú, con tu Caricia del Asfalto, magnífico libro que quiere llevar la voz a los que la historia se la robó y un humilde servidor con sus Voces acalladas que nunca termino pues el dolor y la injusticia no me dan cuartel. Los verdaderos lectores de poesía, los que sabemos que el poema está vinculado con lo santo (das heilig) y que heilig viene del verbo heilen, aliviar, te agradecemos este libro grandioso cuyos poemas se contarán en las trincheras de esta revolución a la que acudiremos vestidos con nuestros viejos vaqueros y que consiste en dar la voz a quienes soportaron durante siglos que los poderosos les escribieran su historia.

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