domingo, 11 de octubre de 2015

SILBANDO CON IVAN DOIG


Paul es un inspector de educación en Montana y, en el crudo momento en que tiene que acabar con las escuelas rurales para agruparlas en un local único en lugares mayores ( lo que en España, con perdón, llamamos un CRA) va poco a poco recordando su niñez en un pueblecito de Montana. Y esa niñez, en esas escuelas rurales, la va describiendo Doig con un trabajo de miniaturista. Las familias de emigrantes alemanes y eslavos, los campos, su padre viudo que busca una mujer como ama de llaves que ponga orden en aquella casa con niños junto a otros personajes de los que me gustaría destacar a Morris, hermano del ama de llaves que llega hasta Montana desde el Este, que acaba siendo el maestro del pueblo y que tanto enseña a Paul y tanto nos enseña de sus habilidades para motivar a ese grupo de muchachos de cinco o seis niveles diferentes en la misma clase como ocurría en España hasta los años setenta en que los maestro practicaban una auténtica “diversificación curricular” sin que los pedabobos de turno la hubieran puesto por escrito. La novela tiene un final que, lógicamente, no revelaré, pero que enseña a Paul cómo cada persona tenemos dentro una “trastienda” y que nuestros ídolos a veces no son héroes sino gentes normales que tienen en su vida episodios oscuros que también sirven para que los demás aprendamos de esos errores. Una gran novela de este escritor de Montana que está en la estela de Wallace Stegner o de mi Willa Cather. Por cierto, que la que silbaba era la señora que cogieron como ama de llaves y que, con el paso del tiempo, llegó a ser… En fin, que lo leáis.

 

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