jueves, 29 de julio de 2021

LA PIEDRA DE VIGO, EL NEGRO DEL QUESO DE GOUDA Y EL WINSTON DE BATEA

 

Cuando mi padre decía que aquella tarde la íbamos a pasar en Vigo, era casi lo mismo que decir que la íbamos a pasar en La Piedra, aquel mercado que hace ya unos años lo han pasado por el tamiz de lo racional y lo civilizado. Al llegar a la piedra, nada más coger la pequeña cuesta bajo la cual estaba el mercado, a la izquierda, estaba el negro que vendía el queso holandés de Gouda con una etiqueta en la que aparecía un señor de negro con sombrero de copa; un poco más allá, otros negritos vendían el Winston “de batea” y algunas otras sustancias que, por aquellos años, ni conocía ni me interesaban ( la verdad es que me siguen sin interesar). Cuando entrábamos en túnel estrecho con tiendas puestos a la derecha y a la izquierda,  allí había de todo: radio cassettes, walkman ( eso fue ya en los ochenta), más tabaco, relojes, cámaras de fotos, pantalones Lee y Levis, cinturones, carretes de foto, cintas para cassett



e vírgenes y un largo etcétera de productos. Sin embargo, si hay algo que recuerdo de la Piedra, es su olor que era una mezcla de la masa humana que formaba un río de gente que te iba llevando por aquel túnel, del cuero de la marroquinería, de los aparatos electrónicos, de la ropa, del tabaco y de tantas cosas. Ya al final,  había un señor pegado a la pared que vendía oro y relojes. Un día mi abuela le preguntó que si eran de oro alemán y el señor se mosqueó. ¡Anda que si le llega a preguntar que si eran del “oro de Moscú”!

         Por la mañana, las ostreras habían estado abriendo ostras en la calles aledañas y los veraneantes bebiendo vino y comiendo ostras sin parar. Eran los tiempos de la alegría, del todo va a ir a mejor; eran tiempos sin putas pandemias y las ostras, una promesa de virilidad.

         Ahora, desde ya hace unos años, el mercado de La Piedra es un mercado civilizado, demasiado civilizado, que no me dice nada. Os juro que, cando vuelvo por Vigo, sigo buscando a aquel negrito que vendía el queso holandés en cuya etiqueta aparecía un señor con un sombrero de copa y una pipa. En la foto lo podéis ver.

 

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