domingo, 26 de septiembre de 2021

LA PARSIMONIA OLMEDANA

 


El otro día, en Olmedo, mientras nos tomábamos un café mis compañeros y yo, me fije en un grupo de señores mayores que partían unos tomates rojos y divinos de sus huertas, les echaban sal y, tras paladearlos y cuando ya habían llegado a sus estómagos, los regaban con un buen vino. Y se me vino a las mientes que para ser feliz no hace falta tener tanto dinero como Messi, ni como los youtubers, ni como algunos políticos malnacidos. Como bien sabían los romanos       (que a eso le llamaban parsimonia) se puede ser muy feliz disfrutando de cosas pequeñas. Ese creo que es el secreto de la vida y de la paz de espíritu. Esos agricultores olmedanos, seres virgilianos sin saberlo, estaban dando una lección de “vita beata” a todos los que se acercaban a aquel bar. Lo malo es que no todos los que pasaaban con el ruido y la prisa la entendían. O fortunatos nimium, sua si bona norint agricolas! que en Román paladino dice: ¡Oh, afortunados agricultores, si conocieran sus bienes!

 

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