lunes, 2 de octubre de 2023

JOSÉ MEIJÓN AREA, EL CUERDO DE MARÍN

 


No sé si fuiste un loco o un visionario. Quizás tanto dolor como viste te enloqueció. Yo te recuerdo con tu cincel y tu maza por la calle Calzada, allí cerca del puente donde vivías y en donde tenías tu santuario. Recuerdo las piedras llenas de tus nuevos petroglifos, tus figuras extrañas, tu protesta callada contra aquellos que te perseguían, que te llevaron a Conxo porque tu verdad era un insulto en  un mundo de tantas mentiras. Frente al Marín ocupado, frente al Marín silenciado, frente al Marín “asoballado” por economatos militares y camionetas con pan para los marinos, estaba tu voz callada en las rocas, tu sonoro silencio de aquel que conoció la libertad robada. Tus petroglifos – pues lo son aunque les pese a los arqueólogos que ni te mencionan en Mogor- señalaban los lugares exactos del dolor, de la sangre, de los “paseos”. En aquel Marín de calles acalladas por las naves de frío metal y galpones de Nogueira, en aquel Marín en el que el mar era un sueño lejano, en aquel Marín que no veía el mar y en el que muchos que llegaban a él no sabían si estaban en un puerto de mar o en un ciudad de tierra adentro, tu voz resonaba en las piedras. Yo recuerdo tus petroglifos en el matadero de Mogor y los del “otro matadero”, aquel que aún rezuma con la sangre de los asesinados en las tapias del cementerio municipal. Tú, José Meijón Area,  Pepito Meijón,  fuiste la voz de los sin voz. Los poderosos te llamaban loco y te encerraron un tiempo en Conxo por ver si te curabas, pero eran ellos los que necesitaban una cura, una cura de bondad, de solidaridad, de entrega a los demás. Por siempre vivirá tu imagen de “buen loco” (también don Quijote lo fue) con su cincel y su maza por la calle Calzada. ¡Larga vida a los valientes, Pepito Meijón!

 

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