viernes, 7 de marzo de 2025

ESTACIO Y SU INFLUENCIA EN LA EDAD MEDIA

 

Estacio, poeta romano del siglo I a. de C., es la única referencia que, durante el medievo, se tiene en Europa de las leyendas tebanas cuyos protagonistas son Edipo y sus hijos. Habría que esperar hasta el siglo XVI con el descubrimiento de los manuscritos de los grandes trágicos griegos para conocer, de primera mano, las desgraciadas vida de los labdácidas. Sin embargo, dejadme que os cuente cómo se llegó, por medio de Estacio, a este conocimiento medieval.

         La fama de Estacio en vida fue muy grande y sabemos que Ausonio, Claudiano y Sidonio Apolinar, poetas latinos tardíos, lo leyeron e imitaron y, sobre todo, que fue Lactancio Plácido, erudito del Bajo Imperio, el que lo dio a conocer al mundo del medievo con sus comentarios a la Tebaida: Lactantius Placidus in Statii Thebaida Achilleidaque commentaria.  Tenemos que tener en cuenta que Estacio fue autor también de las Silvas, una colección de poemas breves  que se perdieron durante el siglo X y que eran ricos en detalles biográficos por lo que la vida del poeta quedó en la más absoluta oscuridad y el mismo Dante, cautivo del error,  que le hace aparecer en el Purgatorio de su Divina Comedia, le convierte en natural de Tolosa. Su fama no fue pequeña pues el florentino lo convierte en el acompañante suyo y de Virgilio por el inframundo. Sin embargo, no podemos entrar en eso que, Deo Volente, tendrá su entrada y vamos con la obra francesa que supuso la fuente más importante para las leyendas tebanas a partir del siglo XII. Me estoy refiriendo a Le Roman de Thèbes, obra francesa, escrita en 10.000 versos por un clérigo anónimo. Este clérigo francés no se basó directamente en la Tebaida, sino en un resumen en latín que se habría escrito algunos siglos antes. Lo cierto esx que esta obra francesa hizo que la Edad Media se llenara de “Tebas” y que nuestro propio Rey Sabio recogiera una Historia Tebana en su General Estoria que editó aquel toresano que se llamó Antonio García Solalinde del que tanto nos hablaba Pilar Saquero, que en paz descanse, en el curso de doctorado que tuve la fortuna de recibir en la Complutense hace ya unos cuantos años.

         Pues ya veis cómo la leyenda tebana llegó hasta la Europa medieval. Llegaría el siglo XV y, con él, el hallazgo de las Silvas por Poggio Bracciolini que también descubrió el De rerum natura de Lucrecio y sobre el que Stephen Greenblatt escribió su famosísima obra titulada El Giro en la que sostiene la tesis de que este descubrimiento de la obra de Lucrecio provocó un “giro” que nos llevó al Renacimiento. Ese “giro” (swerve en inglés) es, por cierto, el mismo giro que experimentan los átomos que se mueven a través del vacío que, provistos de unos pequeños ganchos, se engarzan o enredan en otros átomos dando origen así a la materia.

         Pero ese es otro tema y creo que de Estacio ya hemos dicho lo suficiente y bastante.


viernes, 28 de febrero de 2025

LOS NARCISOS, NARCISO Y MI BUEN AMIGO EDUARDO

 


En febrero, no podían faltar nuestros narcisos. No duran mucho tiempo, pero su color prepara la primavera. Su historia tiene por protagonistas a Narciso y a Eco, una Ninfa a la que Hera había castigado a contestar repitiendo las últimas palabras que alguien le decía. Se enamoró locamente de Narciso, hermoso joven, hijo del río Cefiso que violó a Liriope, una ninfa que decidió ir a consultar a Tiresias, el gran adivino tebano, sobre el futuro de su hijo. El “vidente” le dijo que viviría muchos años siempre y cuando “no se contemplara a sí mismo”. La pobre Eco lo seguía un día por el bosque y entonces Narciso preguntó: “¿Quién está ahí?” Y la pobre Eco tan sólo pudo decir “Ahí” Como toda conversación era imposible, la ninfa decidió pasar a la acción y abrazó a Narciso que la rechazó de manera brusca. La pobre Eco se fue consumiendo hasta que quedó tan sólo su voz.

         Por lo que respecta a Narciso, que se había comportado de manera tan grosera, tuvo la desgracia de encontrarse con Némesis, diosa de la venganza, hija de Nix, la noche, que lo llevó a un arroyo en donde Narciso vio su hermoso rostro y no pudo escapar a su hechizo: se enamoró de su propio rostro y no podía dejar de mirarlo hasta que, según la mayoría de  los mitógrafos, se suicidó y del lugar en donde murió surgió la bella flor que alegra nuestro jardín todas las primaveras.

         La historia la cuenta Ovidio en su s Metamorfosis y ha hecho las delicias de sus lectores durante siglos.

         Los psicólogos llamaron narcisistas a aquellos que se enamoran de sí mismos, vamos, que están encantados de conocerse. Pero de esto sabe mucho más mi buen amigo Eduardo Rodríguez- Monsalve por psicólogo y – que su amistad me perdone- por Narciso. Cualquier día se nos metamorfosea en flor.

miércoles, 26 de febrero de 2025

EL VIEJO PUTAÑERO DEL TÍO SAM

 


Si hubo alguien que preguntó que si se podía escribir poesía después de Auschwitz, otro habrá que diga si se podrá volver a escribir poesía después de la vergüenza de estos días: el invadido convertido en culpable y “el amigo” convertido en acusador y aliándose con el invasor. En los tiempos de Viriato, Roma no les pagaba, pero se aprovechaba de los traidores para quitarse de en medio a quien le molestaba; en estos tiempos abyectos, Roma deviene en traidora sin necesidad de canallas que le hagan el trabajo sucio. En aquella Roma, había disimulo; en ésta Roma, ni siquiera eso. La impunidad con que ese analfabeto funcional de la política y de la vida, un Creso obsceno y chabacano, un Midas que todo lo convierte en puritita mierda, un Hreodes vestido de macarra de Las Vegas,  apoyado por el infame dinero de un miserable sudafricano que salta de alegría porque puede reutilizar el cohete que ha enviado a Marte, pero que le importan entre cero y nada los millones de personas que se mueren de hambre en el mundo, podría sorprender a los pocos versados en historia, pero “coletazos” de este jaez trufan la podrida historia del ser humano sobre la tierra. Basta con volver la vista a las historias de Roma o Atenas y después seguir mirando la historia universal de la infamia (con el permiso del maestro Borges) para, con el permiso de Blas de Otero, “dejar de creer en el hombre”. Sin embargo, hasta ahora, según mi pobre conocimiento de la historia, no se había llegado a esos puntos de desvergüenza y los canallas usaban de otros canallas, aún peores que ellos, para “sacar la basura”. Desde ayer, algún poeta no pagado por una subvención pública, se preguntará si se puede escribir poesía después de haber vendido Ucrania “ por un puñado de dólares” ciscándose en los muertos, en los desplazados, en los que lo han perdido todo menos la vergüenza y el orgullo de ser ucranianos. Todos, Zelensky incluido, han tenido su parte de culpa, pero este farol de tahúr de un Missisipi de aguas podridas, ha redimido de su culpa al presidente ucraniano. El villano es un héroe y “la nación de la democracia” pacta con un tirano. Europa mientras tanto se queda como el novio de Marieta en la canción de Brassens: haciendo el gilipollas, sin ideas, sin creencias, poniendo su territorio al servicio del Tío Sam mientras el viejo y putañero norteamericano hace de su cultura (secular) un papel higiénico con el que limpiarse el trasero.

         Un aviso: hace casi noventa años, las democracias miraron hacia otro lado cuando Hitler y Stalin pactaron para poder repartirse Polonia. Al poco, estalló ese conflicto que los historiadores han dado en llamar la Segunda Guerra Mundial. Es un tópico, pero ya conocéis el dicho: “los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla”. Pues eso.

jueves, 20 de febrero de 2025

BRAHMS Y LA LOCURA DE HANS ROTT

 


Hans Rott nació en un suburbio de Viena, Braunhirschengrund, un primero de agosto de 1858. Fue, al igual que Mahler o que Hugo Wolf,  estudiante en el conservatorio de Viena y discípulo de Bruckner en órgano lo que, a la larga y, sin duda, de manera indirecta, le acarrearía la ruina y la muerte. Vayamos por partes.

         Un joven Rott tenía por maestro de órgano a Anton Bruckner y el maestro elogiaba al discípulo por su gran capacidad para improvisar, especialidad en la que don Anton era un consumado especialista. Cuando estaba ya en su último año de conservatorio, presentó el primer movimiento de su Sinfonía en mi mayor a un concurso de composición. Bruckner alabó la obra, pero el resto del jurado se burló de ella. Rott acabó la sinfonía y se la llevó a Brahms y a Hans Richter, famoso director de la época. Cuando Brahms supo que el joven había sido discípulo de Bruckner, cargó contra él por una peregrina razón: no le gustaba la influencia que tenía Anton Bruckner entre los estudiantes del conservatorio. Cuando Brahms se reunió con Rott, el primero le dijo claramente que no sólo no le gustaba su obra, sino que no tenía ningún talento musical. Esta afirmación tan tajante de un músico al que Rott tenía en alta estima y cuya autoridad le  parecía indiscutible en la Viena de la segunda mitad del siglo XIX, enajenó por completo al joven compositor hasta el punto de que, al poco tiempo, viajando en un tren, empezó a gritar: “¡Este tren va a explotar porque está lleno de la dinamita que le ha puesto Brahms!” Hans fue reducido y llevado a un psiquiátrico. Intentó varias veces quitarse la vida y, al final, falleció de tuberculosis en 1884.

         La historia es muy triste y nos enseña lo cuidadosos que tenemos que ser los docentes al dar una opinión que debe ser siempre argumentada y no basada en razones de poco o ningún peso. No nos queda sino escuchar con atención esta sinfonía de Rott y juzgar, libres de prejuicios, nosotros mismos. Por cierto , que a su entierro acudió Bruckner, el bueno de don Anton, el mismo que le pedía ayuda al emperador porque no entendía por qué Eduard Hanslick se metía contra él de manera tan furibunda.

         No os digo más. Escuchad la obra y dad vuestra opinión.


jueves, 23 de enero de 2025

LA ESCLAVITUD SEGÚN MARGARITE YOURCENAR

 


Hay textos a los que tan sólo basta con poner un título y publicarlos en el blog. No se puede decir mejor lo que es la esclavitud actual: máquinas estúpidas y satisfechas creídas de su libertad en pleno sometimiento. La forma más sutil de esclavizar es hacerlo de tal modo que el esclavo no se sienta como tal. ¡Gracias, Margarite, por hacernos reflexionar, aunque sea tan sólo por unos momentos en nuestra condición de pobres esclavos de un  sistema inmisericorde!

«Dudo de que toda la filosofía de este mundo consiga suprimir la esclavitud; a lo sumo le cambiarán el nombre. Soy capaz de imaginar formas de servidumbre peores que las nuestras, por más insidiosas, sea que se logre transformar a los hombres en máquinas estúpidas y satisfechas, creídas de su libertad en pleno sometimiento, sea que, suprimiendo los ocios y los placeres humanos, se fomente en ellos un gusto por el trabajo tan violento como la pasión de la guerra entre las razas bárbaras. A esta servidumbre del espíritu o la imaginación, prefiero nuestra esclavitud de hecho” Marguerite Yourcenar. Memorias de Adriano.

 

domingo, 12 de enero de 2025

MAX BRUCH O LA DESGRACIA DE UN ÉXITO JUVENIL

 


 

Os voy a contar una historia verídica sobre el gran músico, poco presente no sé por qué razón en las salas de concierto, que fue Max Bruch, nacido en Colonia en el año 1838. Y quiero dejar claro este año porque fue en ese año cuando Mendelssohn estrenó su maravilloso concierto para violín y el violín será fundamental en la vida de Bruch. Vayamos por partes.

         Corría el año 1860 cuando Bruch estrena su concierto para violín op. 26. Sí, su Concierto primero, el que compuso cuando tan sólo tenía veintidós años. El concierto fue un éxito en parte, sin duda, por su maravillosa sensibilidad y belleza, pero también por los sabios consejos que le dio Joseph Joachim, celebérrimo violinista de la época y uno de los mayores virtuosos que en el mundo han sido. Fue tanto el éxito de este primer concierto que el navarro Sarasate le encargó un segundo concierto, el Opus 44 que es verdaderamente maravilloso, con un primer movimiento en donde el pamplonica pudo hacer notar su depurada técnica y su exquisito virtuosismo. Bueno, pues resulta que, pese al buen hacer de Sarasate y la inspiración de Bruch, el concierto no llegó al éxito del primero lo cual molestó al músico de Colonia. También bajo la demanda de Sarasate, Bruch compuso su Op. 46, su conocida Fantasía escocesa, cuyo movimiento final, un Finale. Allegro guerriero, lleno de virtuosismo y “toques españoles”, no alcanzó el éxito del primer concierto.  Entonces Bruch recurrió de nuevo a Joachim y se puso con su tercer concierto para violín, el Opus 58 que, pese a los consejos de Joachim, tampoco obtuvo el éxito del primero que se seguía tocando con gran éxito en las salas europeas y americanas.  Vamos a hacer una pequeña digresión para tratar del estado emocional del músico de Colonia.

         Bruch tenía éxito (y mucho) con su música coral y se le conocía por ella y, ¡cómo no! por su Primer concierto para violín, pero tenía la espina clavada de no haber podido superar su Opus 26 que parecía estar cargado, a esas alturas,  de una cierta maldición. Se dispuso a componer un cuarto concierto para violín, pero este concierto acabó como su Serenata para Violín y orquesta, Op. 75 que, para que lo voy a contar, no alcanzó el éxito del primer concierto que ya le empezaba a molestar bastante al pobre Bruch. (Por respeto a este blog no voy a precisar hasta dónde estaba Bruch del “conciertito”) Por si fuera poco, muchos violinistas noveles de Alemania  y de otros países de Centroeuropa se acercaban al maestro para que les oyera tocar el casi malhadado Op. 26. Y entonces fue cuando Bruch estalló y dijo ( en alemán, obviamente):

“Ich kann dieses Konzert ich mehr hören, es decir, no quiero escuchar este concierto nunca más”.

         Os propongo que lo digáis en alemán y con una buena dosis de cabreo. Si así lo hacéis así, las palabras de Bruch retumbarán en vuestros oídos como una bomba del canciller Von Bismarck. Y la verdad, Bruch tenía sus razones.

         Bueno, pues ya veis como un “exitazo” juvenil puede perjudicar la carrera de un músico como Max Bruch que se quedó para siempre como el compositor del “Primer concierto para violín, Op. 26”. Échele tantas horas uno a la composición para esto.

domingo, 17 de noviembre de 2024

OMBRA MAI PIÙ

 

Hay pasajes de la historia que, aunque intrascendentes, dejan una honda huella en las bellas artes. Así es el caso que hoy me ocupa: el plátano de Jerjes. En primer lugar, me toca explicar que no hablo de un plátano de comer (Musa paradisiaca), llamada así el árbol por la anchura de sus hojas, sino del plátano de sombra (Platanus acerifolia) que suele ser habitualísimo en nuestros parques y jardines. Aclaro esto porque treinta y pico años de LOGSE y demás leyes pueden hacer estragos y, si hablo del plátano de Jerjes, hay quien se me puede ir por los cerros de Úbeda y encontrarse a Joaquín Sabina. Vamos pues al plátano del que habla Heródoto en su libro VII, capítulo XXXI. Este libro está dedicado a la musa Polimnia que era una cafetería en mi muy querido Marín. Vamos con el texto:

XXXI. [1] ὡς δὲ ἐκ τῆς Φρυγίης ἐσέβαλε ἐς τὴν Λυδίην, σχιζομένης τῆς ὁδοῦ καὶ τῆς μὲν ἐς ἀριστερὴν ἐπὶ Καρίης φερούσης τῆς δὲ ἐς δεξιὴν ἐς Σάρδις, τῆι καὶ πορευομένωι διαβῆναι τὸν Μαίανδρον ποταμὸν πᾶσα ἀνάγκη γίνεται καὶ ἰέναι παρὰ Καλλάτηβον πόλιν, ἐν τῆι ἄνδρες δημιοεργοὶ μέλι ἐκ μυρίκης τε καὶ πυροῦ ποιεῦσι, ταύτην ἰὼν ὁ Ξέρξης τὴν ὁδὸν εὗρε πλατάνιστον, τὴν κάλλεος εἵνεκα δωρησάμενος κόσμωι χρυσέωι καὶ μελεδωνῶι ἀθανάτωι ἀνδρὶ ἐπιτρέψας δευτέρηι ἡμέρηι ἀπίκετο ἐς τῶν Λυδῶν τὸ ἄστυ.

Esta edición del texto griego no recoge la iota suscrita, pero tampoco nos vamos a hacer mala sangre por eso tal y como está el patio.

Vamos con su traducción:

Cuando abandonó la Frigia, entró en la Lidia en donde el camino se divide en dos, el de la izquierda que lleva hacia la Caria y el de la derecha que tira hacia Sardes; siguiendo por éste es forzoso pasar el río Meandro y llegar a la ciudad de Calatebo en la que hay unos hombres que tienen por oficio hacer una miel artificial sacada del tamariz y del trigo. Recorriendo Jerjes este camino, encontró un plátano tan hermoso que, prendado de su belleza, le regaló un collar de oro y le puso un miembro de sus Inmortales para que cuidara de él; y, al día siguiente , llegó a la capital de la Lidia.

Hasta aquí el texto de Heródoto del que hay que explicar algunas cosas. Jerjes se encaminaba al encuentro de los griegos y, al ver este árbol, se paró a descansar gustándole tanto la sombra que dejó a un soldado de su guardia personal (los Inmortales) para que cuidara del árbol. Debía ser muy amena su sombra y su copa ancha aunque, sin duda, no tan ancha como la del plátano del que habla Plinio el Viejo bajo cuya copa se podían resguardar ochocientas personas.

         Bien, pasan los años y Nicolò Minato escribe un libreto para  una ópera de Francesco Cavalli. Giovanni Bonocini usa también  este libreto para su ópera sobre Jerjes y, finalmente, el gran Haendel utiliza el libreto para su ópera sobre el rey de los persas. Ya veis, un libreto para tres compositores. La de Haendel fue un absoluto fracaso y se quedó cubierta por el polvo hasta que en el siglo XIX se redescubre  y una de sus piezas vocales deviene en una de las  más conocidas y apreciadas del compositor alemán. En su origen estaba escrita para castrato, pero, en la actualidad, la suelen cantar los contratenores y las mezzo - sopranos. M e estoy refiriendo -¡cómo no!- a Ombra mai più cuya letra os copio:

Frondi tenere e belle

del mio platano amato

per voi risplenda il fato.

Tuoni, lampi, e procelle

non v'oltraggino mai la cara pace,

né giunga a profanarvi austro rapace.

 

 

Ombra mai fu

di vegetabile,

cara ed amabile,

soave più.

 

 

 

Frondas tiernas y bellas
de mi plátano amado,
¡que os favorezca el destino!
Que truenos, relámpagos y tempestades
no turben vuestra querida paz,
ni os logre profanar el austro rapaz.







Nunca fue la sombra

de una planta,
tan querida, amable y suave.

 

La letra es más simple que el asa de un cubo  o el mecanismo de un yo-yo (dicho sea esto con el mayor de los respetos), pero nos imaginamos a Jerjes reposando bajo la sombra de tan “copudo” plátano mientras el Austro le enjuga el sudor.

         Para los melómanos, deciros que está escrita en Fa mayor , con un bemol por tanto,  y que su relativa menor es el re menor. Su compás es de ¾, consta de 52 compases y suele durar entre 3 y 4 minutos.

         Creo que ahora, in questa hora, lo que nos falta es escucharla. Pues nada, a Spotify y a pasar un buen rato.