sábado, 18 de marzo de 2017

FRACISCO DE ALDANA


Desde hace muchos años, me deleito con la poesía de Francisco de Aldana, ese militar al que tampoco la lanza embotó la pluma. En mi segundo año docente, en ese colegio frío y desangelado que tienen los Escolapios en Getafe, recuerdo que les hablaba a los chicos de 1º de BUP de Aldana y ellos me decían que se llamaba como un jugador del Deportivo. Era una manera de que acordaran de él y que leyeran algún poema suyo. Francisco de Aldana era un grande poeta de esos que, por misterios insondables, aparecen en letra pequeña en los libros de texto. Colega de Garcilaso en cuestiones marciales, es Aldana un fino poeta de elegante escritura. Os dejo, como siempre, un poema que es la mejor manera de probar de su miel.

 

Mil veces callo, que romper deseo
el cielo a gritos, y otras tantas tiento
dar a mi lengua voz y movimiento,
que en silencio mortal yacer la veo.

Anda cual velocísimo correo
por dentro el alma el suelto pensamiento,
con alto, y de dolor, lloroso acento,
casi en sombra de muerte un nuevo Orfeo.

No halla la memoria o la esperanza
rastro de imagen dulce y deleitable
con que la voluntad viva segura.

Cuanto en mí hallo es maldición que alcanza,
muerte que tarda, llanto inconsolable,
desdén del cielo, error de la ventura.

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