martes, 31 de octubre de 2017

EL IDIOTA


De nuevo, mi querido príncipe idiota, te he releído y nos hemos vuelto a encontrar en esos dos tomos que compré,  casi quince años atrás,  en la librería Tanco de Orense. Te reconozco, mi príncipe, con tu bondad que es objeto de burla (se te olvidó ser listo como una serpiente y te quedaste en paloma inocente), con tu inocencia que hiere a los malvados, con tus soluciones que, al final, lo enredan todo. Te echaba de menos, príncipe; echaba de menos tu bondad infantil, tus ideas de niño que, de pronto despierta y es el hombre capaz de pronunciar las palabras más duras sobre la religión que he leído nunca. Te pareces demasiado a mí, querido Lev, y  algún día te diré que mis errores han sido y, por desgracia son, tus errores. Algún día, nos iremos los dos a redimir el mundo, tú de Quijote y yo de Sancho, a combatir gigantes, a montar Clavileños. Siempre me fuiste muy cercano, pobre príncipe al que maleducaron para el bien, el bien que siempre conlleva la soledad y la incomprensión. Gracias, Lev, por haber existido, por existir en los dos libros forrados con papel azul que compré una tarde de agosto en aquella librería de Ourense y que, en su maravilloso desorden, revelan una vida de hombre completo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario