viernes, 7 de diciembre de 2018

ARMINIO Y LA BATALLA DE TEUTOBURGO



Hay batallas que cambian el mundo y que hacen que éste sea muy distinto de lo que podría haber sido. Esta historia comienza en el año 16 o 17 antes de Cristo cuando nace un niño, hijo de un jefe querusco llamado Segimer. El niño fue bautizado con el nombre de Arminio y llegó a ser ciudadano romano. Con apenas veinte años, en el año 4 d.C., Arminio fue a luchar a la Panonia comandando un destacamento querusco dentro de las tropas auxiliares romanas que estaban compuestas por guerreros de las distintas provincias romanas. En el año 7. d.C., Arminio regresó a su Germania al lado de Varo. Augusto envió con Varo al joven querusco pensando que éste, puesto que era germano, ayudaría mucho al gobernador en la guerra y en los tratos con los germanos. Al principio, todo fue bien porque Arminio era como un hijo para Varo, sin embargo, viendo el joven querusco que los germanos se veían privados de la libertad, sintió la “llamada de la sangre” y empezó a tener relaciones con jefes de otras tribus germanas. El muchacho que había nacido en Germania pensó que era el momento de defender a su gente y derrotó a los romanos en la batalla de Teutoburgo. Varo perdió las águilas – era lo peor que le podía pasar a un imperator - y, según cuentan, cuando volvió a Roma, Augusto no hacía más que preguntarle de forma lastimera: “Varo, Varo, ¿qué me has hecho de mis legiones?”

         Decía al principio que Teutoburgo fue una de las batallas que cambiaron el mundo y la verdad es que hizo que hoy en Alemania se hable alemán y no una lengua latina como en Francia. La frontera del Rin se convirtió en una frontera lingüística que se ha mantenido hasta el día de hoy. Y todo por aquel joven querusco que se educó en Roma. Esta historia la recogió Porpora en su Germánico en Germania y Manfredi también nos cuenta la historia en uno de sus best – sellers. Esto os lo he contado con toda la humildad del mundo. Espero que lo comprendáis.


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