martes, 30 de agosto de 2022

EL BORONO NO ES MORCILLA

 


Recién llegado de mi muy querida Liébana quiero dejar claro dos productos gastronómicos que, en ocasiones, confunden algunos de los muchos viajeros que hasta esas tierras se llegan con el ánimo de llenar sus andorgas. Una cosa es el borono y otra es la morcilla. Son muy parecidos, casi iguales los ingredientes, pero hay dos diferencias fundamentales: el borono no se embute en una tripa de cerdo, ni lleva arroz. Lleva, claro está, sangre de cerdo, perejil, orégano, pimentón, sal, harina de trigo y de maíz y se cuece como las morcillas, pero tiene su propia idiosincrasia o personalidad,  tanto por lo que acabamos de decir respecto a sus ingredientes, como a la cocción pues en el borono se introduce un poquito de grasa que se conoce como “alma”.

         El borono se come con azúcar, manzana frita o puré de patata y no falta en las deshojas, esas reuniones otoñales en las que, cada día en casa de un vecino, se iban deshojando las panojas de maíz de la cosecha reciente.

         Su nombre proviene de la palabra celta “boruna” que no puede significar maíz como dicen algunos pues aún faltaban muchos años, en las épocas célticas,  para que Colón llegase a América y se trajera para Europa esta planta americana.

         El borono fue, durante muchos años, el sustancioso desayuno de las gentes de Liébana y también del Oriente de Asturias y del norte de Palencia, pero, ¡atención! no sabe lo mismo un borono en Llanes, en Potes o en Cervera de Pisuerga. Repito, no sólo el borono se diferencia de la morcilla,  tal y como ya he dicho unas líneas más arriba, sino que hay distintos boronos en  las diferentes zonas geográficas en las que elabora.

         Y, dicho esto, me siento plenamente realizado como erudito al diferenciar con meridiana claridad, el borono de la morcilla. Vamos, mutatis mutandis, como Ortega con el entorno y el dintorno.

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