domingo, 11 de septiembre de 2022

BUTES, EL REBELDE

 


Cuando la voz de las Sirenas llegó a la nave Argos, Orfeo cogió su lira y comenzó a cantar para apagar la voz de esos seres fabulosos, mitad mujeres, mitad pájaro. ¿Qué cantaban las sirenas? ¿Quizás fados como as sireas cantareiras de Plinio que dice haberlas escuchado en las costas de Lisboa? ¿Era su música quizás tan salvaje, tan alejada de escalas y de armonías, que devolvía a los humanos al medio más salvaje? Orfeo era el civilizado, el músico apolíneo y aquellas mujeres pájaro eran la voz salvaje de la naturaleza, la voz salvaje de las sirenas, la voz, en definitiva, salvaje de las mujeres griegas a las que nunca entendieron sus maridos y, porque no las entendían, las tenían encerradas en los gineceos en una situación muy parecida al mundo árabe en donde la mujer,  tiene  que ir tapada para “evitar el pecado” que nace de la mente pecaminosa de sus varones. Todos los marineros se quedaron mudos escuchando a Orfeo y dejaron de atender a aquellas mujeres enloquecidas, a aquellas hijas del mar y de las rocas. ¿Todos los marineros? No, hubo uno que saltó al agua espumosa del mar y que nadó hacia las Sirenas. Los mitógrafos, no queriendo reconocer, - como intelectuales que son-,  que este marinero buscaba el lado salvaje de la música y, por ende, el lado salvaje del ser humano, explican que la misma diosa Afrodita lo sacó del mar, lo “salvó” del peligro de las Sirenas, se lo llevó a Sicilia y allí fue padre, dea mediante, de Érix y Policaón. Afrodita “templó” al “salvaje Butes” y lo convirtió en un burgués pater familias ¡Ay, la mitología castradora, la mitología que no quiere que lo civilizado vuelva a lo salvaje, ay de la mitología del miedo a vivir!  Yo estoy convencido que este marinero que dejó la Argos fue feliz con aquellas mujeres y que aprendió sus canciones simples, sin escalas frigias,  lidias ni mixolidias. ¿A que tengo razón, querido Butes?

         Por cierto, el gran Pascal Quignard escribió una breve novela sobre tan curioso personaje. No os la perdáis aunque os hará pensar, algo que es de gran riesgo en esta sociedad casposa y adormecida por los de siempre.

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