domingo, 11 de septiembre de 2022

EL COCIDO LEBANIEGO Y SU VINCULACIÓN CON LA ANTIGUA MERINDAD DE LA LIÉBANA Y LA PERNÍA O BUSCARSE EL COCIDO CON LA HISTORIA

 


No corren buenos tiempos para estas “historias de la historia”, pero debemos reconocer que la historia ha influido, influye e influirá en nuestra vida incluso en los aspectos más cotidianos como puede ser el cocido lebaniego. Espero que, si tenéis paciencia y os leéis esta entrada entenderéis, a más de otras muchas cosas, el porqué de que en la Liébana se guisa un cocido que nada tiene que ver con el cocido montañés. Historia, magistra vitae.

         Lo primero que tenemos que intentar definir es la merindad, territorio que estaba gobernado por un merino que era el representante o intermediario entre el poder real y las villas o señoríos. También es conveniente definir behetría que, según Corominas, era una población cuyos vecinos tenían el derecho de elegir a su señor, algo que allá por el siglo XIV que es cuando se redacta el Libro de las Behetrías de Castilla, no era asunto baladí pues una población o era de señorío ( dependía de un señor) o era de realengo ( dependía del rey) y así sus habitantes  eran pecheros ( que pagaban pechos, es decir, que pagaban a Hacienda como nosotros) y tenían que darle sus dineros bien al señor del señorío, bien al monarca.

         Vistos esto, vamos a pasar a tratar de una merindad que conocemos muy bien: La Merindad de la Pernía y Liébana. Ambas comarcas formaron una merindad y así se recoge en el ya mencionado libro de las Behetrías de Castilla. Por lo tanto no había “frontera” en el puerto de Piedrasluengas y la merindad se extendía por tierras de la actual Cantabria y de la actual Castilla y León. Por si fuera poco, la Liébana perteneció al obispado de Palencia hasta los años cincuenta del siglo pasado en que el Vaticano quiso armonizar provincias eclesiásticas con provincias civiles o administrativas. La capital de dicha merindad era Cervera de Pisuerga y las diligencias pasaban el puerto y tomaban dos rumbos: bien por el valle de Valdeprado camino de Potes, bien por la Cruz de la Cabezuela camino de Puentenansa. Por cierto, que todo el valle de Polaciones pertenecía también a esta merindad.

         Resumiendo, que la Pernía y la Liébana compartían  jurisdicción administrativa y sus gentes tenían más contacto con Palencia ( con sus trigos y sus legumbres) que con los lugareños de las Asturias de Santillana que guisaban un cocido más norteño, primo del caldo gallego con su berza y sus alubias. Ese cocido de las Asturias de Santillana es el cocido montañés que nada tiene que ver con el cocido lebaniego que es, sin apenas cambios, un cocido castellano como se puede comer en Herrera de Duero, en laguna de Duero o en Aldeamayor de San Martín. Al ser tan diferentes, los cántabros de Cantabria (perdón por la redundancia) van a la Liébana a comer ese cocido “distinto” que, vuelvo a repetir, nada tiene que ver con el cocido montañés. ¿Os queda claro? Pues ya estáis tardando en coger el coche y subiros a la Venta Pepín, en plenos valle de Valdeprado, a comeros un cocido de los que prepara Federico y su familia. Dictum est.

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