domingo, 30 de julio de 2023

LOUISE LABÉ, UNA CHICA CULTA DEL SIGLO XVI

 


 

No sabemos si exististe, Louise Labé, pero tus sonetos y tus elegías, tan hondos emocionalmente y tan perfectos formalmente, han llegado por segunda vez a mis manos. La primera fue en un lejano verano del 2011, un 23 de julio, y ya tu poesía me emocionó. Ahora, querida bisnieta de Safo y de Catulo, nieta de Ovidio e hija de Petrarca, la Belle Cordière de Lyon, me traes tu mejor tú hasta mi corazón herido por la pena. ¿Fuiste un invento de Maurice Scève? ¡A quién le importa, poeta que buscas un compañero que le aligere el fardo del amor:

Alors ton faix plus aisé me será,

quand avec moy quelcun portera.

Louise Labé no teme, en pleno siglo XVI, a hablar de su amor en primera persona, ese yo que,  con el amado es un nosotros, y escribe esos poemas con Dios y dioses ausentes.

         Ella misma nos confiesa que fue música en su juventud y pide a las damas “que alcen un poco los espíritus por encima de sus ruecas y husos”, que no siempre va a ser estar hilando lana. Ella misma, como nuestra Luisa Sigea, habla del placer del estudio porque “ofrece una satisfacción que permanece en nosotros largo tiempo”. Poeta valiente que en este soneto nos deja bien clara su influencia de Catulo:

 

Baise m’encor, rebaise-moi et baise ;

Donne m’en un de tes plus savoureux,

Donne m’en un de tes plus amoureux :

Je t’en rendrai quatre plus chauds que braise.

 

Las ! te plains-tu ? Çà, que ce mal j’apaise,

En t’en donnant dix autres doucereux.

Ainsi, mêlant nos baisers tant heureux,

Jouissons-nous l’un de l’autre à notre aise.

 

Lors double vie à chacun en suivra.

Chacun en soi et son ami vivra.

Permets m’Amour penser quelque folie :

 

Toujours suis mal, vivant discrètement,

Et ne me puis donner contentement

Si hors de moi ne fais quelque saillie.

 

Aquí en la muy acertada traducción de Aurora Luque, que, por cierto, es compañera en estas lides de la Filología Clásica:

 

Bésame una vez más, vuelve a besarme,

dame un beso de aquellos más sabrosos,

dame un beso de aquellos amorosos,

cuatro en brasas a cambio he de entregarte.

 

Mas ¿te quejas acaso? Ven que calme

tu mal con otros diez besos melosos.

Mezclando así los besos, tan dichosos

mutuamente gocemos del instante.

 

Vivirá cada uno doble vida:

cada cual en su amante y en sí mismo.

Déjame , Amor, pensar este delirio.

 

Qué malestar la vida tan sensata:

si no me escapo a ratos de mí misma,

quedo conmigo misma enemistada.

 

A cualquiera, por poca formación clásica que tenga, le queda más que claro que, por detrás de este soneto, está el poema o carmen quintum de Catullus Veronensis que dice así en su elegante latín como le gustaba decir al maestro Agustín García Calvo:

Vivamus, mea Lesbia, atque amemus,

rumoresque senum seueriorum

omnes unius aestimemus assis.

Soles occidere et redire possunt:

nobis, cum semel occidit breuis lux,

nox est perpetua una dormienda.

Da mi basia mille, deinde centum,

dein mille altera, dein secunda centum,

deinde usque altera mille, deinde centum.

Dein, cum milia multa fecerimus,

conturbabimus illa, ne sciamus,

aut nequis malus inuidere possit,

cum tantum sciat esse basiorum.

 

Os la copio en traducción de Sara Gabaldón:

 

Vivamos, Lesbia mía , y amemos;

los rumores severos de los viejos

que no valgan ni un as  todos juntos.

Se pone y sale el sol, mas a nosotros,

apenas se nos pone la luz breve,

sola noche sin fin dormir nos toca.

Pero dame mil besos, luego cien,

después mil otra vez, y de nuevo cien,

luego otros mil aún, y luego cien…

Después, cuando sumemos muchos miles,

confundamos la cuenta hasta perderla,

que hechizarnos no pueda el envidioso

al saber el total de nuestros besos.

 

         Como podéis apreciar, muchos siglos antes de la Montero o de la Belarra, ya existían chicas cultas en el mundo. Digo esto porque parece que, en viniendo ellas, vino la cultura a este mundo pecador.

Amén.

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