martes, 4 de julio de 2023

BRUCKNER IM AUTO

 




Un día, hablando con mi buen amigo Paco, le dije que había venido oyendo a Bruckner en el coche y, con toda la razón, me dijo que quizás no era el lugar más adecuado para una escucha bruckneriana. Sin embargo, con tanta osadía como si refutara al mismísimo Balmes, le refuto este comentario. A Bruckner, un servidor, lo ha oído muchas veces en el coche. Vale, sabemos que no es el mejor sitio, pero te va creando una BSO en la que su música de ensueño está presente. Por ejemplo, siempre que pienso en Castro Urdiales, me recuerdo subiendo del aparcamiento del puerto mientras sonaba el Scherzo de la Séptima. Castro Urdiales fue la  patria de don Ataúlfo Argenta y también de hermosas rapazucas tal y como  que recoge el cantar cantabrón que canta con acierto y buen gusto  mi muy querido amigo Fernando Agüeros:

¡Qué bonito es Castro,

más son las castreñas!

¡Quién pudiera ir

a bailar con ellas!

 

         Perdón por la digresión o excursus y volvemos al tema. Así también,  la cuarta me lleva a mágicos lugares de montaña de la misma manera que la Renana de Schumann me lleva a un mirador  desde donde se ve un paisaje tan sublime que abarca, en ángulo de ciento ochenta grados, de la Peñota a Navacerrada. Ese maravilloso adagio de la Séptima, me lleva al mar de Llanes y así con otros fragmentos, no sólo de Bruckner, sino de otros músicos que habitan en nuestra alma musical.

         Porque la música tiene la maravilla de que va poniendo hermosos sonidos a nuestras vivencias. ¿Y la música de ese tal Quevedo que tiene tanta fama entre los jóvenes? Por favor, caballero, estoy hablando de música.


No hay comentarios:

Publicar un comentario