Si
hay algún libro que me emociona – y muchos son los que me llevan a ese éxtasis
literario que tan sólo conocen los lectores de raza- ese libro es La Eneida de
Virgilio y, más en concreto, el magistral arranque del su canto segundo que
dice así en latín, única manera de disfrutarlo en su intensidad absoluta:
Conticuere
omnes intentique ora tenebant;
inde
toro pater Aeneas sic orsus ab alto:
Infandum,
regina, iubes renovare dolorem,
Troianas
ut opes et lamentabile regnum
eruerint
Danai, quaeque ipse miserrima vidi
et
quorum pars magna fui. quis talia fando
Myrmidonum
Dolopumve aut duri miles Ulixi
temperet
a lacrimis? et iam nox umida caelo
praecipitat
suadentque cadentia sidera somnos.
Y así en su traducción
que es nunca mejor dicho una traición:
Callaron
todos y en tensión sostenían sus miradas;
desde
el sitio de honor, así empezó el padre Eneas:
Inefable
dolor, reina, me obligas a renovar,
cómo
las fuerzas de Trota y el reino digno de pena
destruyeron
los Dánaos y las muy lamentables acciones
que
yo en persona vi y parte integrante fui. ¿Quién tales cosas
diciendo,
ya mirmidón, ya dólope, ya tropa del duro Ulises
contendría
su llanto? Y ya la noche del cielo húmeda baja
y
los astros, con su puesta, al sueño nos invitan.
Voy a hacer algunos comentarios. Creo
que por primera vez alguien traduce ab
alto toro como es en realidad. Todas las traducciones castellanas traducen altus por “elevado”, como si Eneas
hablara a su auditorio desde una silla elevada. Pero no es nada de eso lo que
quiere decir Virgilio como vio el padre Juan Luis de la Cerda. del que os
hablaré en mejor ocasión, en sus fabulosos comentarios, insuperados e
insuperables, a la Eneida.
A
summo lecto. Dido erat in medio lecto, Aeneas in summo, Ascanius in imo. Itaque
quem alii vocant torum aut lectum summum, hic poeta altum dixit.
El
padre de la Cerda parece que “ve” la disposición del triclinio y nos dice que “Dido
estaba en el lecho central, Eneas en el principal y Ascanio, el hijo de Eneas,
en el extremo. Y sigue: “Así pues, al
que otros llaman lecho o almohada principal, este poeta (Virgilio) denomina “alto”.
Para que lo acabéis de comprender ,
tenemos que ver cómo era la disposición del triclinio romano.
Fijaos
en la disposición del triclinio y podréis ver que, alrededor de la mesa, había
tres lecti subdivididos en tres
lugares a su vez. Eneas estaba en el summus
que era el de los invitados por ser el sitio de honor; Dido, que le había
cedido el sitio, había pasado al medius
y Ascanio estaba en el lecho extremo (imus).
Pero en lo que quiero que os fijéis es
que los tres lecti estaban a la misma
altura y que, cuando Virgilio habla de altus
no se refiere a elevación, sino a dignidad.
Hasta mis queridos alemanes lo ha
traducido mal que ya es difícil que hagan esas cosas:
Alle
verstummten und blickten gespannt; darauf begann der Vater Aeneas vom hohen
Lager folgendermaßen:
Ese vom hohen Lager, elevado o alto sitial, nos lleva a pensar que los
alemanes tampoco se han dado cuenta de los que el padre La Cerda, con enorme
perspicacia, escribe en sus comentarios. Y no es extraño pues los comentarios a
la obra de Virgilio, no sólo a la Eneida, sino al resto de su obra u opera omnia están absolutamente vírgenes
para los filólogos. Vamos que son, como decía Billy Wilder, el dios para
Trueba, lugares que, como el baño de señoras, los hombres no han puesto nunca
el pie. El comentario ahora sería machista y provoca ría las iras de la Montero,
pero no voy a seguir por ese camino de perdición.
Lo que acabo de
decir de los tres lecti del triclinio
romano lo sabe un alumno aplicado de Cultura Clásica de 2º de la ESO, pero
parece desconocido para sesudos catedráticos. En fin, ¡qué os voy a decir!
En
fin, bien sé que esto no le interesa a nadie; que la mayoría del personal
estará viendo alguna mamarrachada en la televisión, pero ¡coño! alguien tenía
que decirlo.
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