domingo, 8 de junio de 2025

¿QUÉ LEEN LOS ESTUDIANTES MADRILEÑOS DE AHORA?

 


¡Ya no llueve como llovía antes! – oigo decir a los mayores entre los que, poco a poco, me voy encontrando. En aquellos abriles del alma, al salir de la Complutense, José Luis Estruch y un servidor nos llegábamos hasta la calle madrileña de Fernández de los Ríos. Llovía y los paraguas cargados de lluvia cubrían nuestras cabezas de muchachos de dieciocho años que cursaban su primer año en la Facultad y que aprovechaban que las clases de los martes terminaban a las 11.30 para acercarse a la Moncloa y recorrer los bajos del edificio Galaxia, sí, en donde, unos años antes, se había urdido el golpe de Tejero y entrar en el Club de los Amigos del Disco. Dejadme que me llegue hasta él: Una puerta con una escalera metálica que te bajaba a una sala ancha llena de estantes con LP’s antiguos, de segunda mano. En aquella sala, mientras en la calle seguía lloviendo, pasábamos una hora por lo menos eligiendo el LP que nos queríamos llevar. Se lo pagábamos a aquel chico un tanto extraño y nos íbamos a la librería Universitas- Delta, a la León, a la de los Agustinos o a la que estaba junto a los arcos de la Moncloa que fue la primera en caer. Sí, porque todas esas librerías han desaparecido de Moncloa. Hace muchos años, Aguaviva publicó un LP que se llamaba “Qué cantan los poetas andaluces de hoy?”; un servidor preguntaría ahora: ¿Qué leen los estudiantes madrileños de hoy?”. En aquellos remotos tiempos, los profesores nos daban una lista con las lecturas del año y aquellos estudiantes de los ochenta íbamos a aquellas librerías para comprar aquellos libros que iban a ser nuestra primera biblioteca. En la León, especializada en Filosofía (¿Alguien se imagina, en la actualidad, tan terrible “especialización”?) tenían la colección Clásicos Gredos, encuadernados en azul, tapas duras y letras doradas, al completo y José Luis me decía: “¡Cómo me gustaría tener la Biblioteca Clásica de Gredos al completo!” Ahora está en Internet, en pdf y también en una edición cutre que mi buen amigo Miguel, el librero de Valladolid, vende en Sandoval, pero que no son sino un pálido reflejo de los que aquella magna colección fue pues, de aquellos libros que la componían,  tan sólo quedan unos pocos que RBA, la editorial que se quedó con Gredos, es decir, Planeta para los kioskos, considera que son los más “vendibles”.

         Recuerdo estos años con la nostalgia del viejo de Kavafis, pero es posible que los estudiantes de hoy sigan leyendo a Platón en pdf. Omnia possibilia sunt, pero aquellas mañanas de abril con la lluvia resbalando por los paraguas me siguen procurando un sabor dulce y amargo: el sabor de la nostalgia, el dolor del regreso a un tiempo pasado cuyo autobús hemos perdido para siempre.

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