¡Ya
no llueve como llovía antes! – oigo decir a los mayores entre los que, poco a
poco, me voy encontrando. En aquellos abriles del alma, al salir de la Complutense,
José Luis Estruch y un servidor nos llegábamos hasta la calle madrileña de
Fernández de los Ríos. Llovía y los paraguas cargados de lluvia cubrían nuestras
cabezas de muchachos de dieciocho años que cursaban su primer año en la
Facultad y que aprovechaban que las clases de los martes terminaban a las 11.30
para acercarse a la Moncloa y recorrer los bajos del edificio Galaxia, sí, en
donde, unos años antes, se había urdido el golpe de Tejero y entrar en el Club
de los Amigos del Disco. Dejadme que me llegue hasta él: Una puerta con una
escalera metálica que te bajaba a una sala ancha llena de estantes con LP’s
antiguos, de segunda mano. En aquella sala, mientras en la calle seguía
lloviendo, pasábamos una hora por lo menos eligiendo el LP que nos queríamos
llevar. Se lo pagábamos a aquel chico un tanto extraño y nos íbamos a la
librería Universitas- Delta, a la León, a la de los Agustinos o a la que estaba
junto a los arcos de la Moncloa que fue la primera en caer. Sí, porque todas
esas librerías han desaparecido de Moncloa. Hace muchos años, Aguaviva publicó
un LP que se llamaba “Qué cantan los poetas andaluces de hoy?”; un servidor
preguntaría ahora: ¿Qué leen los estudiantes madrileños de hoy?”. En aquellos
remotos tiempos, los profesores nos daban una lista con las lecturas del año y
aquellos estudiantes de los ochenta íbamos a aquellas librerías para comprar
aquellos libros que iban a ser nuestra primera biblioteca. En la León, especializada
en Filosofía (¿Alguien se imagina, en la actualidad, tan terrible “especialización”?)
tenían la colección Clásicos Gredos, encuadernados en azul, tapas duras y
letras doradas, al completo y José Luis me decía: “¡Cómo me gustaría tener la
Biblioteca Clásica de Gredos al completo!” Ahora está en Internet, en pdf y
también en una edición cutre que mi buen amigo Miguel, el librero de
Valladolid, vende en Sandoval, pero que no son sino un pálido reflejo de los
que aquella magna colección fue pues, de aquellos libros que la componían, tan sólo quedan unos pocos que RBA, la
editorial que se quedó con Gredos, es decir, Planeta para los kioskos,
considera que son los más “vendibles”.
Recuerdo estos años con la nostalgia
del viejo de Kavafis, pero es posible que los estudiantes de hoy sigan leyendo
a Platón en pdf. Omnia possibilia sunt,
pero aquellas mañanas de abril con la lluvia resbalando por los paraguas me
siguen procurando un sabor dulce y amargo: el sabor de la nostalgia, el dolor
del regreso a un tiempo pasado cuyo autobús hemos perdido para siempre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario