domingo, 10 de noviembre de 2019

IL CASTELLO SANGRIENTI DE LUIS FERNÁNDEZ VALDÉS "LUDI"


Si hace unos meses traía hasta este blog a Joaquín Abati con su romance de El conde Sisebuto, es de justicia que también aparezca el romance en “italiano” de Luis Martínez Valdés, Ludi, que era , según Alfonso Ussía, tio-bisabuelo de Francisco Álvarez Cascos. He dicho romance y he dicho mal pues Il Castelo sangrienti, que así se llama el poema, está escrito en quintillas encadenadas. Ahí va:
Il Castello Sangrienti.

(Trachedia desarrollata
en el ruinoso castello
del barón de Chente Mata.


Si no é cherta e veritata
que me arranquen un capelo.

Tras morisca ventaneta,
con el semblante contenti,
la primorosa Giulieta
intona una canzoneta
que porta en alis del vienti.

Es su voche melodiosa
cual la campana de Huesca;
é chentile, candorosa
e más fresca que una rosa.
quichás demasiado fresca.

Digo fresca y é verdate
perque lichera de rope
e a la finestra asomate
está pelando patate
con un sable de la trope.




A bordo d’ una barqueta
llega un mancebo eleganti,
vestidato di etiqueta,
con gorra de sportman, guanti,
e gabani con faldeta.

Fumando brevas a pasti.
fraguan algún plane siniestri,
perque a la paloma casti
le hace con el ojo diestri
la señal del as de basti.

La joven enamorata
le arroja una escalinata
fabricata con cordeli,
e per ella le donceli
como un felino esquilata.

Il padre, que era un Nerone,
observó la operachione
desde un huerti exuberanti
donde tiene plantachione
de pementone picanti.

Aparte del pimentone,
cultivaba le melone,
le fabi, la remolache,
le chufi, le macarrone
e le turrón de guirlache.

Pronto le gran caballeri
de su honore se ricorda
e trepando per la corda
sube a le piso primeri
portando una estaca gorda.

Le burlato personache
da uno grito de corache
al ver que sua filla vile
está, con furia salvache,
abrazando a un zascandile.

Altamente incomodati
les apunta sin pietati
con una vieja escopeti,
per profanare il respeti
di un lugare tan sacrati.

Suona una detonachione
e una descarga chertera
atraviesa le pulmoni
del galÁn e la pendoni.
¡Fué una morte de primera!

Furiosi, desesperati,
e con el chuichio incompleti,
tritura les esqueleti:
poniendo al uno en tomati
y al otro a la vinagreti.



 
Abre luego le balcone
e se lanza en direchione
vertical sobre un peñasqui,
quedando il pobre barone
como un centollo sin casqui.

Tutis los astros del chelo
se tiñeron d’ escarlata.
desde entonces, no es camelo,
no s’ abrió más il castelo
del barón de Chente Mata.

    Luís Martínez Valdés «Ludi
 

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