lunes, 30 de diciembre de 2019

CARTA A LUIS ANTONIO DE VILLENA



Mis recuerdos de don Luis Antonio de Villana se remontan a mis primeros años en la Facultad de Filología de la Complutense, más en concreto a las clases de latín de José Antonio Enríquez González cuando nos mandó hacer un trabajo sobre Catulo y tan sólo había dos libros en la Facultad con traducciones de sus poemas: el de Miguel Dolç, en Alma Mater, y el de Villena en Ediciones Júcar. Cuando Dolç, gran filólogo sin duda, abordaba los epigramas eróticos de Catulo, recurría a circunloquios que no reflejaban para nada lo que el texto latino decía. Ahí va un ejemplo:

Paedicabo ego vos atque irrumabo

         Estos famosos versos los traducía Dolç de una forma absolutamente anodina y falsa: Os mostraré todos mis atributos viriles o algo así, que escribo de memoria y no me apetece acercarme a la biblioteca de casa para ver la traducción. Sin embargo, Villena, lo decía más claro: Os joderé y me la chuparéis que se acerca mucho más aunque le da una pequeña vuelta al texto que se debería traducir por “os daré por el culo (paedicabo) y os la chuparé (irrumabo)”. En fin, pelillos a la mar.

         Después he leído mucho al Villena poeta, al Villena prosista, al Villena traductor de maravillas como Silvia Plath o Sandro Penna (un poeta que está en la cabecera de mi cama)o el Villena contertulio de la televisión cuando ésta no era un refugio vil de la peor calaña de esta España transida de ordinariez. Villena es ahora mi amigo de Facebook (que,  a veces,  hasta sirve para algo) y lo sigo con deleite,  leo sus escritos y me releo sus versos siempre hermosos, siempre cultos, siempre sentidos.

         En esta España cateta, la figura de Luis Antonio de Villena es una bendita excepción. Su refinamiento dandy y su estética le hacen ser una avis rara en medio de tanta cutrez, de tanta peste de  ajo después de un café torrefactado de vulgaridad, de tantos famosos que confunden a Julio César con Julián Cerezas (Machado dixit). Finalmente, don Luis Antonio Villena es un gran conocedor del mundo clásico como se puede comprobar en su obra, tanto poética como de ensayo

         Me quedo corto, señor de Villena, (¡hasta es bonito y elegante su nombre evocación de aquel marqués Maestre de la Orden de Santiago, Mayordomo Mayor del rey y, por no seguir con una lista interminable, tutor de Alfonso, el joven rey coronado en la farsa de Ávila!) y tengo que dejar de escribir esta humilde semblanza suya en este el más humilde de los blogs que pululan y navegan por la red. Espero que sepa comprender mi mal  estilo y perdonar mis muchas faltas.

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