miércoles, 22 de enero de 2020

CULPA Y PERDÓN EN LA TRAGEDIA GRIEGA



En la obra Orestes de Eurípides, el héroe le explica a Menelao que fue el mismo Febo Apolo el que le ordenó cometer el matricidio y Menelao le dice: “¿eras hasta tal punto ignorante del bien y la justicia?”. Frente a lo cual, Orestes sentencia: “somos esclavos de los dioses, sean lo que sean los dioses”.

Tenemos que partir de la idea de que los protagonistas de las tragedias no tenían libre albedrío, es decir, no tenían libertad de elegir entre el bien y el mal. Sin esa libertad, no podemos hablar de “pecado” en nuestra cultura judeocristiana.

Las “faltas” entre los griegos eran de dos tipos:




a.    Faltas heredada
b.   Faltas cometidas

Ni en una ni en otra tipo, podemos hablar de culpa pues el sujeto no tiene libertad.

  1. Faltas heredadas

El ejemplo más claro es el de Edipo que recibe dos culpas heredadas;

a.1) La culpa de Lámbdaco frente a los juegos de Dionisos.

a.2) La culpa de Layo que se enamoró del hijo de Pélope, hijo de Crisipo, en cuya corte trabajaba Layo de preceptor del muchacho. Crisipo maldice a Layo: si tuvieras un hijo, éste te matará.

La culpa de Layo pasa a su hijo Edipo y de Edipo, pasa a sus propios hijos pues Eteocles y Polinices mueren en lucha fratricida en Tebas y Antígona, por oponerse a su tío Creonte en lo que se refería al enterramiento de su hermano Polinices, es sepultada viva.

  1. Faltas cometidas

En el caso de Edipo es querer conocer más de lo debido. Eso le llevará a la perdición.
 

El perdón de las faltas

Según Aristóteles, la catarsis es la facultad de la experiencia tragedia de redimir (o "soportar la purificación") al espectador de sus propias bajas pasiones, al verlas proyectadas en los personajes de la obra, y al permitirle ver el castigo merecido e inevitable de éstas; pero sin experimentar dicho castigo él mismo. Al involucrarse en la trama, la audiencia puede experimentar dichas pasiones junto con los personajes, pero sin temor a sufrir sus verdaderos efectos. De modo que, después de presenciar la obra teatral, se entenderá mejor a sí mismo, y no repetirá la cadena de decisiones que llevaron a los personajes a su fatídico final.

En las tragedias clásicas, el motivo principal del infortunio es casi siempre la hybris, o el orgullo desmedido que hace a los mortales creerse superiores a los dioses, o que no los necesitan ni les deben honores. Dicha hybris es considerada como el más grave de los defectos, y la causa fundamental de todos los infortunios. De este modo la tragedia también alecciona y enseña al espectador respecto a los valores de la religión clásica. La catarsis es, pues, el medio por el cual los espectadores pueden evitar caer en la hybris.

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