martes, 22 de septiembre de 2020

DOÑA BÁRBARA, LA NOVELA DEL LLANO DE VENEZUELA

 


Doña Bárbara es la gran novela del llano de Venezuela, ese lugar en donde el hombre y la naturaleza son uno al ir poco a poco dejando la llanura del Estado de Apure su huella en los seres humanos que la pueblan. Desde las primeras líneas, cuando Santos Luzardo, un partiquín de Caracas que regresa a la finca en la que se crio, Altamira, lindante con El Miedo, la finca de doña Bárbara, la terrible mujer que domina el llano con su dinero, con su brujería y con su mirada, vemos la naturaleza en todo su esplendor y en toda su fuerza. Santos es el hombre civilizado que, mientras viaja en un bongo camino de la finca, se da cuenta de cómo el medio devora al hombre y, cuando llegue a su destino, encontrará a Lorenzo Barquero, padre de Marisela, un pobre hombre que, aun habiendo estudiado como Santos en Caracas, ha caído en el alcohol porque la tierra del llano devora a los hombres como los tremedales  de barro pútrido.

         Gran novela escrita en un castellano trufado de palabras de aquellas inmensas llanuras venezolanas que dejan en la boca el regusto amargo y sangriento de una tierra caliente. Rómulo Gallegos es un escritor de fuste que, aunque publica la novela en la década de los treinta del pasado siglo, tiene la garra de los grandes escritores realistas del XIX.

         Doña Bárbara, la devoradora de hombres, es una novela que tenía por casa y que no había leído porque omnes non omnia possumus , que dijo el vate de Mantua, o porque me sonaba a culebrón serótino tal y como se puede ver en la foto que acompaña a este humilde texto, pero, que tras su lectura, me ha dejado ese regusto que deja la buena literatura que es como el bouquet de un cognac Napoleón, el sabor de un Cohíbas o el paladar dulce de mi Mangurrito del alma. Muy pero que muy recomendable para los amantes de lo bueno.

         Por cierto, Gallegos llegó a presidente de Venezuela. Digo esto por si nuestro presidente Pedro Sánchez, Petrus Pulcher,  se anima y nos sorprende con una novela sobre La Mancha que, es, mutantis mutandis, lo más parecido al llano venezolano que tenemos en España. (Y que me perdonen mis primos venezolanos).

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