martes, 16 de marzo de 2021

EL ESTANQUERO DE LAS ALBARCAS, LA MONJA DE LAS LLAGAS Y UN SARGENTO DE TARANCÓN

 


Toda esta historia comienza cuando,  en el Real Sitio de San Ildefonso, la reina regente María Cristina se enamora de un sargento de su guardia de corps, Agustín Fernando Muñoz y Sánchez con el que se casó, contrayendo matrimonio morganático, en secreto y en el Palacio Real de Madrid. El sargento era de Tarancón y contaba a la sazón veintiocho tiernos años y tan sólo dos más su real alteza. Mas ¿qué tiene que ver la monja en todo este embrollo del corazón? Pues mucho porque el padre de la monja, - en religión sor María Rafaela de los Dolores y Patrocinio de Nuestra Señora, más conocida como sor Patrocinio, la monja de las llagas-, había tenido negocios con el padre del sargento que era estanquero. Parece ser que ese fue el motivo por el  que sor Patrocinio entró en Palacio como también entró el cura que casó a María Cristina con el sargento, y que se llamaba Marcos Aniano González, amigo del novio, que durante tres lustros fue capellán de Palacio y confesor de María Cristina. Vaya por delante que a mí, la tal Patrocinio, me cae simpática tan sólo porque se llama como mi abuela Patro cuyo nombre completo era Cristina del Patrocinio, pero a la que llamaban Patro y, cuando era una niña, Tati. En fin, que,  gracias al conocido por el pueblo como “el estanquero de las abarcas” y sus negocios con el padre de sor Patrocinio , entró ésta en palacio en donde conoció a Isabel II cuando la pobre niña, educada para ser un títere de las camarillas palaciegas, contaba con tan solo trece años. El sargento ascendió a general y  recibió numerosos títulos de nobleza siendo el más usado y conspicuo el de duque de Riánsares con grandeza de España. Pero de esta familia trataremos con más detalle porque se merecen una entrada aparte si es que tenemos tiempo y ocasión.

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