martes, 16 de marzo de 2021

LA ENTREPIERNA MALDITA DE LOS BORBONES

 


         Lo de los Borbones y la entrepierna parece que es una maldición bíblica. Sabidos son las aventuras de Fernando VII cuyo pene tenía tal tamaño que los médicos tuvieron que prepararle un artilugio para que pudiera mantener relaciones con la reina sin “dañarla”;  las de su viuda María Cristina con el sargento al que, finalmente, convirtió en marido;  las de su hija Isabel con tantos amantes que no cabrían en esta entrada de blog y las de Alfonso XII que llegó a parar un tren para tirarse a una guardagujas (no me obliguéis al chiste fácil de que, al final, en lugar del tirarse al tren, se tiró a la pobre empleada). Pero también Alfonso XIII tuvo las suyas y fueron muchas las amantes de las que tuvo algunos  frutos  que hemos llegado a conocer como,  verbi gratia, don Leandro de Borbón. Sin embargo, lo que he sabido hace poco es que don Alfonso fue un gran productor de cine porno. Y no sólo productor, sino también guionista. Por si esto fuera poco, el mismísimo conde de Romanones ejerció de intermediario entre la productora barcelonesa Royal Films, - de los hermanos Ramón y Ricardo Baños con los que llegó a rodar unas setenta películas que se estrenaban en el cine del Palacio Real y que luego se exhibían de madrugada en las salas del barrio chino de Barcelona-, y el mismísimo rey de las Españas. De todo ese material tan sólo nos han quedado tres: Consultorio de señoras, El ministro y El confesor que fueron rodadas entre 1915 y 1925. Don Alfonso era un sportman, amantes de los coches de gran cilindrada, tío campechano  que no tuvo reparo en bañarse en bolas en las Urdes y al que le gustaban los cigarrillos egipcios. Vamos a boa vida que se dice en galego. Sin embargo, creo que con lo del porno se pasó cien pueblos. También se pasó con la guerra de África y luego vendría  el “informe Picasso”  y la Dictadura de Primo de Rivera que aceleraron su caída. Finalmente, murió en Roma, bajo el manto de la Virgen del Pilar. ¡Que le quiten lo bailado al monarca!

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