domingo, 5 de febrero de 2023

EL CABALLO Y LORCA

 


Miguel García-Posada en su libro sobre Poeta en Nueva York, nos habla de los símbolos lorquianos no sólo en esa obra, sino en la poesía de Lorca en general. Así, en la página 166 y siguientes, García- Posada hace una distinción entre el valor positivo del caballo y, en su reverso, un valor negativo. Veamos ambos:

Valor positivo:

-         El caballo como símbolo de la naturaleza toda. Es movimiento y fuerza. Así podría ser en la Nana del caballo de Bodas de sangre.

-         El caballo como símbolo erótico. No podemos olvidar aquí ese caballo que, en La casa de Bernarda Alba,  golpea las paredes de la cuadra o el caballo de Pepe el Romano que pasea con su amo y que es el símbolo de la pasión prohibida de puertas para adentro de la casa.

Valor negativo:

-         El caballo convertido en símbolo de la lujuria y del pecado. Pone García Posada un ejemplo muy claro del poema Crucifixión:

 

Llegaban largos alaridos por el sur de la noche seca.

Era que la luna quemaba con sus bujías el falo de los caballos.

 

La luna aquí es la Diosa blanca de Graves, es la Luna-Virgen que cumple en el poema una función terapéutica.

-         La ausencia de vida en el caballo hace de él un heraldo de muerte que se puede convertir en símbolo de la muerte misma. Así en el Poema doble del lago Eden:

 

Y el césped no conocía la impasible dentadura del caballo

 

Visto, muy por encima, la simbología lorquina del caballo, os tengo que confesar un secreto que cuenta el hermano del poeta, Francisco, en sus memorias sobre Federico: que jamás supo montar a caballo ni jamás se montó en uno salvo en los de la ferias o en el caballo del fotógrafo de la fotografía que os pongo como ilustración de la entrada y que le sacaron a Federico cuando cumplía su primer año. ¿Cómo se explica que siendo su padre, Federico García Rodríguez, el mejor caballista de la Vega de Granada y siendo también buen caballista su hermano Francisco, no montara Federico jamás en un caballo? Pues hay razones físicas para que nunca montara y son que Federico tenía un defecto en las piernas que le impedía andar de una manera normal y, por supuesto, montar a caballo. Su madre, doña Vicenta, se quejaba de que, por este defecto en las piernas, a Federico le tomaran por lo que era. Las madres tienden a ocultar a sus ojos hasta la verdad y doña Vicenta no quería ver una realidad de Federico que, lejos de procurarle orgullo, era para él una terrible cruz porque el amor homosexual en Lorca es trágico per se al no tener la posibilidad de engendrar. Quien no entienda esta tragedia de Lorca no puede entender su obra porque Yerma es Lorca y Lorca es Yerma. Pero sobre este tema tan delicado quiero hablaros con más detalle y con más calma. En la Oda a Walt Withman de su poeta en Nueva York, Federico nos explica lo que era para él el mundo homosexual. Nos lo vamos leyendo y lo vemos en unos días. Y, para profundizar en el tema del caballo en  Lorca, ahí tenemos el magnífico libro de Maruja Vieira que lleva por título El caballo en la obra de García Lorca. No digáis que no os pongo deberes.

 

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