viernes, 17 de noviembre de 2023

LA CORRUPCIÓN EN EL MUNDO CLÁSICO

 


Pensamos con mucha ingenuidad que esto de la corrupción (Gürtel, los ERE, la PSV y, por desgracia, tantos más que hubo, hay y habrá) son cosas del presente y que nunca existieron corruptos, pero la verdad, como siempre, es muy distinta. Dejadme que os cuente cómo el mundo clásico también padecía la corrupción.

         La Liga de Delos (un conjunto de Polis que le pagaban a Atenas su protección) fue un sonado caso de corrupción con el mismísimo Pericles la frente porque el gran Pericles “desviaba” fondos que debían ser destinados a la protección de las polis integradas en la Liga de Delos para la construcción de la Acrópolis. Más actual, imposible. Pericles justificó esa malversación diciendo “que los atenienses no tenían que rendir cuentas de las riquezas de los aliados”. Como uno que yo me sé, el ateniense justificaba su inmoralidad con absoluto desparpajo.

         Es más, el propio Fidias, el “supervisor general de las obras de la Acrópolis”, también desvió fondos y, en esta ocasión a su propio bolsillo. Parece ser que más tarde fue absuelto, pero ahí queda la noticia que circuló por el mundo antiguo.

         Los romanos, más cercanos a nosotros pues hijos somos de ellos, tampoco se quedaban mancos y ya imitaban al cavaliere Berlusconi de forma descarada. En Roma,  se compraban votos y cargos, se amañaban elecciones, había apropiación indebida, se cobraban comisiones ilegales, se procedía sin sonrojo a la extorsión y  a la estafa y tampoco faltaban los sobornos y cohechos. Durante el imperio,  los regalos a los inspectores tributarios fueron algo habitual y los cuestores “hacían la vista gorda” ante declaraciones poco claras a cambio de regalos. Los pretores agilizaban los trámites de los casos judiciales con dinero y así podríamos seguir ad nauseam.

         Ya sé que os están viniendo a las mientes (como decía el gitano) muchos casos actuales, pero ya veis que la historia, magistra vitae nos sale al encuentro. Tranquilos, políticos que nos gobernáis, porque no habéis sido los primeros en ser corruptos.

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