miércoles, 24 de abril de 2013

LES PAYS DES GITANES

AGUSTÍN DE FOXÁ
         Gordo; con mucha niñez aún palpitante en el recuerdo. Poético, pero glotón. Con el corazón en el pasado y la cabeza en el futuro. Bastante simpático, abúlico, viajero, desaliñado en el vestir, partidario del amor, taurófilo, madrileño con sangre catalana. Mi virtud, la imaginación; mi defecto, la pereza. Soy conde, soy gordo, fumo puros; ¿cómo no voy a ser de derechas? Todas las revoluciones han tenido como lema una trilogía: libertad, igualdad, fraternidad fue de la Revolución francesa; en mis años mozos yo me adherí a la trilogía falangista que hablaba de patria, pan y justicia. Ahora, instalado en mi madurez, proclamo otra: café, copa y puro.
         Así se definía a sí mismo este escritor que cuenta en su haber con una novela de la que puedo decir que es de las mejores que he leído nunca: Madrid, de corte a checa. Fue además dramaturgo en prosa, Baile en capitanía, dramaturgo en verso, Cui-Ping-Sing, articulista y poeta. De los artículos hizo una selección el poeta Jaime Siles en 2003 y los publicó Visor; de su poesía, hizo una antología el también poeta Luis Alberto de Cuenca. Reconozco que me gusta la obra de Foxá y que la leo con agrado y que no tengo por qué excusarme y decir eso tan socorrido de “aunque no comulgue con sus ideas”. Don José Jiménez Lozano me contó cómo se enfrentó a Goebels en la embajada de España en París. El hecho fue más o menos como sigue:
En una recepción en la embajada asistía Foxá como embajador de España. Fue presentado a Goebels en calidad de tal y el lugarteniente del hombre del bigotín le dijo con desprecio:
Ah¡ l’Espagne, ce pays de gitanes!
A lo que Foxá, levantando por tres veces su copa, contestó repitiéndolo también tres veces:
Merde pour le trosième Reich.
No era fácil hablar así a un alemán que acababa de entrar en París y que era el amo del mundo. Foxá tuvo els collons para hacerlo. Como decía mi querido maestro Luis Celada, fruto de sus estudios en el Mozarteum de Viena, cuando le hacía un servidor un solo en el coro y mi manera de cantar le gustaba: mit zwei kojonen. Pues eso.

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